Muchas veces sólo tenemos una primera vez para causar buena impresión, no debemos desperdiciarla.
La forma en la que entramos en una sala, nos movemos, miramos y pronunciamos nuestras primeras palabras representan los elementos claves para la primera opinión que se forman los demás acerca de nosotros.
Quiénes somos y lo atractivas que puedan resultar nuestras ideas, se crean en un primer momento de «impacto».
Sabemos que las mejores oportunidades suelen llegar por accidente, y cuando menos lo esperamos. Por ello, debemos estar preparados para seducir a nuestro interlocutor y despertar su interés durante el tiempo que dura «un viaje en ascensor».
¿Un viaje en ascensor?¿Qué tiene que ver esto con mi futuro laboral? Mucho más de lo que nos pensamos.
El término elevator pitch fue utilizado por primera vez en los años 80 por el empresario norteamericano Philip B. Crosby y tiene su origen en los eventos organizados en la época, que servían de punto de encuentro entre emprendedores y business angels, para captar financiación en proyectos de creación de empresas. Un reto simple: si coincides con el inversor en un ascensor debes ser capaz de captar su atención y explicarle la idea en el tiempo que dura el trayecto.
Según la Harvard Business School la duración idónea está en torno a los sesenta segundos. Minuto en el que se debe elaborar un rápido y eficiente discurso de ascensor que debe cumplir los siguientes principios:
1. Concreción
2. Seguridad
3. Claridad y sencillez
4. Simplicidad
5. Singularidad
«las palabras provocan afectos emotivos y constituyen el medio general de la influencia recíproca de los hombres».
Sigmun Freud.
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