No existe una receta mágica para ser más felices, pero sí existe una receta efectiva para afrontar esos momentos en los que no nos van tan bien las cosas y en los que, sobre todo, creemos que no vamos a superarlos.
Hay momentos en la vida en los que nos vienen los bajones, que suelen ser momentos en los que algo que habíamos depositado muchas esperanzas no se ve culminado como esperábamos o que, habiendo salido como queríamos, significa un final de ciclo que estará expuesto a modificaciones.
Y es en estos momentos como si quisiésemos congelar el paso tiempo, aferrándonos al bienestar de esos instantes inolvidables y de gloria. Sea como fuere, ambas son circunstancias normales. Sólo faltaría que los seres humanos tuviésemos que mantener un tono vital siempre igual.
Y es que por muy equilibrados que seamos, no solo las circunstancias extremas pueden zarandear nuestro ánimo sino cualquier cosa que haya sido significativa para nosotros y en la que seamos conscientes de que simplemente en el futuro va a ser diferente. Incluso hay veces en los que esos pensamientos se activan viendo a personas que creemos que gozan de esa felicidad.
Los seres humanos somos frágiles por naturaleza y son las circunstancias que rodean nuestra existencia las que pueden endurecernos o ablandarnos mentalmente. El habernos criado en un entorno de sobreprotección puede hacer que cuando seamos adultos seamos más permeables a estos vaivenes emocionales de la vida.
Sin embargo, el haber nacido en un entorno de guerra, en un entorno marginal… por poner escenarios extremos en donde la supervivencia se gana cada día, indudablemente conllevan un mayor entrenamiento mental para la adversidad o para los ciclos digamos de tono bajo.
Pero detrás de los bajones y subidones siempre está la actitud, que como digo en mi último libro, El poder de la actitud, es la manera en cómo nos enfrentamos a la vida. Y una de las claves para tener una buena actitud y que salgamos victoriosos de estos vaivenes emocionales es saber pensar.
O mejor dicho, pensar de la manera adecuada, que no es ni más ni menos que evitar terribilizar y llevar a extremos nuestros análisis y enfoques sobre las circunstancias. En todo ello, nuestro carácter tiene mucho que ver, dado que éste nos hace ser más o menos propensos a interpretar en positivo o negativo todo lo que nos pasa o nos puede pasar en el futuro.
Pero esta es justo la excusa perfecta que muchos eligen para escudarse en esta limitante forma de pensar. Es nuestra fuerza interior la que nos puede hacer ganar en última instancia esa batalla, poniendo en valor todo lo bueno que ya hemos logrado en el pasado y en los nuevos objetivos que sin duda enriquecerán nuestra vida en el futuro, y que tendremos que encargarnos de fabricar.
Si estás de bajón, habla con gente, mantente activo, haz lo que te de la gana… y, sobre todo, no le des más importancia a las cosas que la que tienen porque en tus manos está el volver a hacer que vengan los momentos de alegría, que es donde está una de las claves del saber vivir con equilibrio.
Y si hay algún capullo en tu vida que te intenta fastidiar, creo que hoy puede ser un buen día para enviarlo al hiperespacio. Ah, y deja de ser tan estrictamente correcto y empieza a poner las cosas en su sitio, porque lo de los bajones también tiene mucho que ver con no decir lo que piensas y no hacer lo que quieres. Yo, por si acaso, hoy voy a hacer un par de ajustes de este tipo, no vaya a ser que ponga en riesgo el próximo y espectacular subidón que estoy fabricando para mi vida, ¿no creéis?
Carlos Alonso
Escritor y conferenciante