Los europeos se oponen y lo consideran una «bajada de pantalones» ante los poderosos
Europa ha juzgado: los sueldos de los banqueros son los culpables. Y con celo justiciero se apresta a eliminar los bonus obligando a los bancos a someter su sistema retributivo a la aprobación previa de los reguladores.
Da igual que los bancos hayan o no recibido ayudas públicas, que los reguladores no hayan demostrado capacidad preventiva o eficacia funcional alguna.
Afirma Fernando Fernández en ABC que se trata de evitar comportamientos que han provocado alarma social y descargar así responsabilidades sobre la incapacidad de los políticos.
Pero se han encontrado con Obama o, mejor dicho, con la Reserva Federal. En vez de contraatacar con moralina, Bernanke parece decidido a mantener sistemas de retribución variable que incentivan la productividad.
Ni siquiera quiere limitar su cuantía, ésta es una decisión que corresponde a las propias entidades en una economía de mercado.
Otra cosa es que el Estado, en aquellos casos en que ha devenido dueño de muchos bancos, fije salarios políticos, con el riesgo de pérdida de eficiencia que ello conlleva.
Recordemos que la estructura salarial de las administraciones públicas, por excesivamente plana, penaliza el mérito, fomenta la irresponsabilidad e incentiva la fuga de los mejores.
Lo que la Fed quiere es algo mucho más sensato, pero no sirve de chivo expiatorio. Se trata de ajustar los bonus al beneficio esperado ajustado por riesgo, diferir su cobro a la materialización de los resultados, establecer su cálculo sobre medias de varios años y penalizar comportamientos cortoplacistas.
Todo muy razonable y sobre lo que hay acuerdo entre los especialistas. Quizás por ello los europeos se oponen y lo consideran una «bajada de pantalones» ante los poderosos.
Ese es el lenguaje de la prensa europea. De toda menos de la que entiende de esto.
Porque nuestros políticos no quieren hacer menos probable otra crisis, se contentan con que ésta no les pase factura en las próximas elecciones.
