Al intolerable caso Faisán, el del chivatazo de la Policía al aparato de extorsión etarra, no duda en llamarlo política antiterrorista
Zapatero no defraudó. Como ya es habitual en sus comparecencias, su último discurso del año ante los medios fue un nuevo ejercicio de improvisación, vacuidad, buenos deseos y falacias.
El gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez le había preparado el terreno calentando el ambiente a primeras horas de la mañana transmitiendo a la opinión pública lo que considera mejora de todos los indicadores de actividad en el cuarto trimestre del año, aunque matizaba que los datos aún son «escasos» y que la capacidad informativa acerca de la evolución de la actividad es todavía «limitada».
El favor del gobernador cantaba mucho pero daba pie a ZP a su acostumbrado análisis optimista y frívolo de la situación.
El presidente admitió que en este año «la crisis se ha manifestado en toda su crudeza» y, a partir de ahí, se dedicó a ensalzar las medidas emprendidas por el Gobierno -Plan E, créditos ICO…- pese a sus nulos resultados, para concluir con la mejora de la situación que le lleva a plantear como objetivo para el año que empieza a «pasar de la recesión a la recuperación» y de «la fuerte pérdida de empleo a la moderación y creación de empleo en la última parte de 2010».
Un gran dislate porque, como advirtió Mariano Rajoy en su comparecencia, «o miente Zapatero o mienten los Presupuestos o probablemente mienten los dos», y recordó que las cuentas del Estado recién aprobadas en el Congreso con el voto en contra del PP prevén que el crecimiento «volverá a ser negativo» y habrá «300.000 parados más».
ZP admitió que el debate sobre «si estábamos en crisis o en desaceleración económica» fue «estéril», eso sí, sin reconocer, en ningún caso, que mintió, como lo hace ahora.
La realidad es que los indicadores reflejan un empeoramiento de la situación. Por un lado, el comercio minorista se contrajo un 5,5%, arrojando el peor registro desde marzo de este año.
Un segundo dato negativo es la caída del 3,6% del consumo eléctrico en noviembre, y un tercer indicador negativo es el de la confianza del consumidor, que refleja un retroceso de 20,7 puntos en noviembre y, lo que es peor, la falta de confianza de los consumidores en las expectativas económicas.
Estos datos dibujan la triste realidad en el mes de noviembre. Una realidad, desgraciadamente, mucho más negativa que la que nos pinta ZP, y eso sin contar con el galopante déficit público, que cerrará el año en el 10% del PIB; el aumento peligroso de la deuda pública, que además se ha encarecido notablemente a causa de la rebaja del rating de las grandes agencias de calificación Standard & Poor’s o Moody’s o el alarmante problema del paro, que ronda ya el 20%, y que sumado al déficit público, nos coloca también al frente del índice de miseria elaborado también por Moody’s.
En el terreno del balance político los embustes van subiendo de tono. Al intolerable caso Faisán, el del chivatazo de la Policía al aparato de extorsión etarra, no duda en llamarlo «política antiterrorista». Pero la cosa no para ahí.
El presidente afirma que «hay que respetar la acción de la Justicia», para acabar concluyendo que «tenemos un ministro capaz, convincente y que dirige muy bien la política antiterrorista».
¿De qué Justicia habla ZP? Lógicamente de la que está a su servicio, la que esconde los sumarios en los cajones y retrasa las sentencias, como la del Estatut catalán, del que sin ningún pudor afirmó:
«El preámbulo no tiene tacha de inconstitucionalidad y los símbolos nacionales entran perfectamente en el marco de la Constitución».
Otro golpe de presión al tribunal que analiza el texto, claro está que ese texto es su obra, la dinamita que destruye la Nación española.