La elevada producción de drogas en Afganistán provoca un mayor número de adictos en el país

La producción de opiáceos y hachís en Afganistán está dañando cada vez más a su propia población así como a millones de personas en todo el mundo, según alertaron este miércoles autoridades afganas y diferentes expertos.

Durante los cinco últimos años el número de consumidores de drogas ha aumentado desde 920.000 hasta más de 1,5 millones, según explicó el portavoz del Ministerio de Lucha contra el Narcotráfico, Zalmai Afzali. Ningún otro país en el mundo produce tanta heroína, opio y hachís como Afganistán, de acuerdo con la Oficina de Naciones Unidas para la Droga y el Delito (UNODC).

El incremento en el número de drogodependientes afganos desmiente el argumento mantenido por algunos afganos de que el consumo de drogas no es un problema afgano y que el narcotráfico produce ingresos para el país.

«La distinción entre la producción y el consumo se ha desdibujado. Tradicionalmente, los países que consumían se han convertido en productores de drogas sintéticas. Por el otro lado, los países productores se han convertido en consumidores, y lo que queda es una responsabilidad internacional, ningún país debería estar solo», afirmó el representante de la UNODC en Afganistán, Jean Luc Lemahieu.

«Existe el riesgo de que Afganistán se convierta en el primer país del mundo consumidor de drogas, aunque proporcionado respecto a su población, si la tendencia actual de consumo prosigue y no conseguimos detenerla», aseguró Azfali.

«Si cada adicto gasta un dólar al día para pagar su adicción, supone 45 millones de dólares al mes», detalló el director de un centro de rehabilitación de drogodependientes, Tariq Suliman, a la agencia de noticias humanitarias de la ONU, IRIN.

Responsables en el Ministerio afgano dedicado a la lucha contra el narcotráfico afirman que la adicción está teniendo unos efectos devastadores. «La adicción a la droga se suma a la inseguridad, a los delitos comunes y a las enfermedades que se transmiten por contagio, y dañan los esfuerzos para el desarrollo del país», afirmó Afzali, quien añadió que dar tratamiento gratuito y servicios de rehabilitación a los adictos es una carga financiera no necesaria.

Por otro lado, la transmisión de virus, como el del sida, entre los consumidores de drogas inyectables, supone un grave riesgo para la salud. «La adicción y el sida son, combinados, el tsunami silencioso en Afganistán», indicó Suliman, que explicó que hay unos 40 centros para tratar a los drogadictos, pero que son muy pequeños y carecen de recursos.

A pesar de que los donantes han dado cientos de millones de dólares para contrarrestar el problema de la droga en este país centroasiático, las autoridades reconocen que los esfuerzos se han centrado en erradicar o prohibir los cultivos de adormideras pero apenas se ha dado atención a la crisis de adicción entre los afganos.

«Los donantes adoptan, lógicamente, políticas contra los narcóticos basándose en sus propios intereses nacionales», afirmó Lemahieu, quien añadió que estos problemas los reconocen los donantes y el Gobierno.

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Autor

Elena Bellver

Redactora de contenido web & Seo, Copywriter & Community Manager. Es la redactora de las recetas de cocina de Periodista Digital.

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