Los expertos dicen que el riesgo de robo de información afecta a diversos países y sectores

Espionaje industrial: «Renault es la punta del iceberg»

El escándalo por la presunta filtración de datos del programa de autos eléctricos de la empresa francesa Renault es sólo la punta del iceberg de una creciente amenaza de espionaje industrial en el mundo, afirman expertos.

«En la mayoría de los casos, estos asuntos se arreglan en la discreción», le dijo a BBC Mundo Eric Denécé, director del Centro francés de Investigación sobre Inteligencia.

El riesgo de robo de información afecta a diversos países y sectores de actividad, un temor que según los especialistas se ve intensificado por la mayor influencia de potencias emergentes como China.

El gobierno de Pekín negó el martes tener vínculos con el caso Renault y calificó como «infundada e irresponsable» esa versión, manejada públicamente por el diputado francés Bernard Carayon, quien dijo tener fuentes «confiables».

Si bien la obtención de tecnología puede ser clave para el desarrollo de países emergentes, los expertos indican que el espionaje industrial también es una práctica frecuente de Occidente para la búsqueda de competitividad.

«El caso Renault revela las ‘nuevas reglas de juego’ de la competencia mundial, que se vuelve muy, muy dura», dijo Christian Harbulot, director de la Escuela de Guerra Económica en París.

Más que coches

Harbulot, cuya institución enseña métodos de inteligencia económica, le comentó a BBC Mundo que el espionaje industrial tiene como blanco a diversas ramas de actividad como la farmacéutica, la aeronáutica o la biotecnología.

«Esto trasciende ampliamente el sector automotriz», aseguró.

Pero el caso Renault tocó un nervio en Francia, donde 10% de los empleos dependen de la industria automotriz y la empresa busca liderar la producción de vehículos eléctricos con una inversión de 4.000 millones de dólares junto a su socio japonés Nissan.

Renault anunció que este miércoles presentará una denuncia judicial por el presunto espionaje de ese programa secreto e inició acciones disciplinarias contra tres directivos que -sospecha- estuvieron involucrados por dinero.

El jefe de operaciones de la automotriz, Patrick Pélata, le dijo al diario francés Le Monde que hubo un «sistema organizado para recolectar información» de la empresa y «servir intereses en el exterior», pero negó que las filtraciones hayan sido significativas.

Está previsto que la investigación del caso quede a cargo del servicio francés de inteligencia, el DCRI.

El ministro de Presupuesto, François Baroin, negó en la radio Europe 1 que su país acuse a China por este incidente, pero sostuvo: «Renault ha sido víctima de una guerra de inteligencia económica».

«Tomar atajos»

El campo del espionaje económico se ha vuelto más complejo con el peso que ha adquirido países como China o Rusia, cuyos gobiernos juegan un rol activo en la conquista de mercados para las empresas nacionales.

Analistas franceses sostienen que las sospechas sobre China no sólo se basan en antecedentes recientes de espionaje industrial para ese país (incluido uno de 2007 a Kia Motors, en Corea del Sur), sino en su necesidad de adquirir tecnología.

«Hay Estados que tienen la estrategia de ir rápido, tomar atajos y no tienen tiempo de montar paso a paso su industria», afirmó Harbulot. «Eso quiere decir ir a buscar el conocimiento donde está, de modo legal o ilegal».

Denécé aseguró que «cuando se trata de China, se trata de espionaje del Estado».

«Corazón de la guerra»

Este contexto parece haberse incrementado la inquietud en Occidente ante la posibilidad de espionaje a sus industrias más avanzadas.

El servicio de inteligencia de Canadá alertó sobre el riesgo de «amenazas» o «chantajes» del exterior para acceder a tecnología local, y Francia anunció un proyecto de ley para proteger a sus empresas.

Olivier Bouquen, delegado interministerial francés sobre inteligencia económica, le dijo al diario Journal du Dimanche que el número de incidentes de espionaje industrial detectados en Francia en los últimos cinco años es «alarmante» y asciende a varios miles.

Pero la lista de casos internacionales que han tomado estado público en los últimos tiempos sugiere que a menudo son las propias compañías occidentales las que están detrás de esas actividades.

Esto incluye una multa millonaria que el Departamento de Justicia estadounidense le aplicó a Boeing en 2006 por espionaje a sus competidores Airbus y Lockheed Martin, o una acusación de General Motors a un ex ejecutivo por traspaso ilícito de información interna a la alemana Volskwagen en la década de los años 90.

«El corazón de la guerra económica está en las empresas occidentales, en general entre europeas y estadounidenses», dijo Denécé, pero notó que ahí suele buscarse más desestabilizar a competidores que robarles datos.

¿Víctima o acusado?

Francia, que además del caso Renault ha aparecido como víctima reciente de espionaje en otras firmas vinculadas a su sector automotriz (la empresa de neumáticos Michelin en 2007 y el fabricante de partes Valeo en 2005) también ha estado en la lista de sospechosos.

De hecho, un documento de la embajada de Estados Unidos en Alemania filtrado a WikiLeaks señala al país como el más activo en la vigilancia de firmas europeas.

«El espionaje francés es tan extendido que los daños (que causa) a la economía alemana son en su totalidad mayores que los que provocan China o Rusia», dice el documento sin fecha, publicado por el diario noruego Aftenposten.

El texto cita al director general del fabricante alemán de satélites OHB Technology, Berry Smutny, quien en octubre de 2009 dijo que «Francia es el imperio del mal en lo que concierne a robo de tecnología».

 

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