'Por cada persona corrupta hay 10.000 donando sangre' es uno de los eslogan

Coca-Cola y la chispa de la corrupción

Coca-Cola y la chispa de la corrupción
Nuevo anuncio de Coca-Cola.

«Por cada persona corrupta hay 8.000 donando sangre». Es uno de los eslogan que Coca-Cola España ha elegido para su nueva campaña publicitaria, que servirá como gancho para captar nuevos consumidores de la popular bebida. La iniciativa, según han explicado sus directivos, forma parte de una campaña mundial de la multinacional, pero cada país es libre para escoger los temas que más inquietan a sus ciudadanos. No es de extrañar que en España el tema elegido sea el de la corrupción, teniendo en cuenta que, en todas las encuestas, este asunto sale reflejado como uno de los principales problemas, por debajo del paro y la situación económica, pero por encima de asuntos como la vivienda o la inseguridad ciudadana.

El quid de la cuestión es que la corrupción «made in Spain» se une inevitablemente a la política y a los políticos de todos los partidos, por lo que sería urgente una regeneración democrática que implique tolerancia cero con cualquier corruptela por nimia que parezca. Hacer la vista gorda o aceptar como un signo de normalidad determinadas practicas que han servido para financiar ilegalmente a los partidos, ha colocado a todos los políticos bajo sospecha, lo cual es tremendamente injusto y profundamente dañino para la democracia. Ni todos son unos chorizos, ni todos se han metido en política para forrarse, ni por supuesto todos se sitúan al limite de la legalidad, pero que su acción no sea ejemplar y también ejemplarizante, en los casos que vemos un día sí y otro también, ha provocado un profundo rechazo de los ciudadanos y una gran desconfianza difícil de recuperar.

Algo muy grave pasa cuando la política en vez de ser una solución se convierte en un problema y cuando dedicarse a la «cosa pública» es un demérito y desprestigia a quienes se debería elogiar por los servicios prestados a la comunidad.

Hace años, cuando Juan Roldán era director de la Guardia Civil le hice una entrevista en su despacho y el fotógrafo le pidió que posara delante de la caja fuerte donde, en teoría, se guardaban los grandes secretos de la seguridad nacional. En aquella entrevista se habló mucho de corrupción y de los casos que habían salpicado ya al Gobierno de Felipe González. El titular fue «A quien meta la mano en la caja se la corto» y, a continuación, decía que «había que ser vigilantes y expulsar de la política a todas las manzanas podridas». Apenas quince días después de aquellas declaraciones, que yo pensé que eran sinceras propias de un político integro, se destapó el «caso Roldan» y se supo que en aquella caja fuerte se guardaban cantidades ingentes de fondos reservados que él repartía entre sus amiguetes, robando incluso a los huérfanos de los guardias civiles asesinados en acto de servicio.

La noticia fue para mí especialmente impactante no sólo por el escándalo, sino porque no intuí en ningún momento de aquella entrevista que estaba ante uno de los políticos mas corruptos y repugnantes que ha tenido España desde su democracia. Recuerdo como si fuera hoy su aparente convicción a la hora de señalar con el dedo acusador a algunos compañeros del PSOE que ya habían sido descubiertos y también su cinismo posando ante la caja fuerte que él convirtió en la cueva de Ali-Babá. Me sirvió, eso sí, para aprender la lección de que con los políticos casi nada es lo que parece y para ser implacable y denunciar cualquier pequeña sombra de sospecha de los poderosos.

Afortunadamente, ya no estamos en la España de Roldan, pero ningún partido político está libre de sospecha y eso genera una gran desesperanza y desconfianza… Coca-Cola hace bien en poner el dedo en la llaga de los problemas que preocupan a los ciudadanos, pero el hecho de que sus directivos se hayan puesto en contacto con representantes de sus principales partidos para explicarles que no se trata de una campaña para cuestionar la actividad política es todo un síntoma de cómo está el patio. Ya saben serlo y… parecerlo porque en esto de la política la chispa de la vida debería pasar por ser ejemplar y ejemplarizante y tener las manos limpias y los bolsillos de cristal.

 

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