Con varias desinversiones en participadas en las que tiene plusvalías se reducirían notablemente las necesidades de capital del banco
El último consejo de administración celebrado en el Banco de Valencia aprobó la venta de la participacion que la entidad controla en Aguas de Valencia. Sin embargo esa operación no ha llegado a materializarse.
Y la misterioso y en cierto modo inexplicable motivo tiene nombre y apellidos: Rodrigo Rato.
Según fuentes próximas tanto a la concesionaria como al banco, el acuerdo fue ‘vetado’ con por su accionsita mayoritario, el Banco Financiero y de Ahorros (BFA-Bankia), entidad en la que está incluida formalmente esa participación.
El acuerdo y su posterior bloqueo se produjeron semanas antes de que el Banco de España interviniese la entidad con sede en la valenciana calle Pintor Sorolla y nombrase a tres administradores, dstituyendo al consejo de administración.
Según han explicado varios interlocutores vinculados a la operación, el Banco de Valencia decidió, tras años de resistencias, poner en el mercado el 49% que controla en Inversiones Financieras Agval, el holding partipacipado por el propio banco y por Fomento Urbano de Castellón, la empresa del presidente de Aguas de Valencia, Eugenio Calabuig, y que, a su vez ostenta el el 60,68% el grupo de hídrico.
La decisión se adoptó ante la creciente presión que estaba recibiendo la entidad en los días previos a la intervención definitiva por el supervisor, como una medida para reforzar los fondos propios del banco.
Aunque el proceso de venta no estaba cerrado, las mismas fuentes señalan que la intención era seguir los pasos a que obligan pactos parsociales de Inversiones Financieras Agval.
En el documento que firmaron en su día los socios valencianos de Aguas de Valencia, se fijó el precio de la compañía y la fórmula de financiaciíon, vinculada al Ebitda obtenido en un periodo concreto.
A partir de ahí, es el socio de Agval, en este caso ya en soliario Eugenio Calabuig, quien tiene derecho preferente para hacerse con las acciones, que se estima puede estar valorado en algo más de 75 millones de euros.
Sin embargo, el bloqueo que llegó de la matriz cerró, al menos temporalmente cualquier operación, pese a que Calabuig había expresado su intención de ejercer su derecho de tanteo.
La venta quedó todavía más en el limbo cuando se produjo la intervención del Banco de España.
UNAS PLUSVALÍAS QUE AYUDARÍAN AL BANCO DE VALENCIA
Los motivos por los que se paró la operación no han trascendido, aunque se barajan varias teorías. Una de ellas apunta a que la inminente intervención del Banco de España, conocida por antelación por BFA-Bankia, intrudujo un criterio de prudencia podría haber puesto en cuestión la operación. Los adminsitradores tienen capacidad, de hecho, de retrotraer estas operaciones si consideran que han sido lesivas para al entidad intervenida.
Tampoco se descarta que tanto BFA-Bankia considerara que la vía elegida para la desinversión no era la mejor.
Sin embargo hay que recordar que Eugenio Calabuig tiene blindada su posición, ya que controla el 51% de las acciones de Agval.
Si Banco de Valencia vendiera a un tercero -incluso a los otros grandes socios mayoritarios, Suez, que tiene el 33%- el nuevo dueño no podría controlar la mayoría de los derechos políticos.
El voto de Calabuig en Agval vale la mitad más uno del total y Agval controla el 66% de la compañía de aguas.
La paralización de la venta, que no ha sido retomada por los adminsitradores nombrado por el FROB ha causado cierto malestar entre los accionstas históricos del Banco de Valencia, que consideran que con varias desinversiones en participadas en las que tiene plusvalías se reducirían notablemente las necesidades de capital del banco y no sería necesara una inyección tan elevada como la que se prevé para alcanzar los ratios de solvencia, cantidad que acabará ‘expulsando’ a los accionistas actuales a la marginalidad del banco.
