Millones de españoles profanos se preguntan esta mañana: ¿por qué no pueden dejar caer a Bankia? Les importa poco lo que diga Goirigolzarri, la fina estrategia de ingeniería financiera de De Guindos, la actitud indulgente de Rubalcaba o el prurito de euroestadista de Rajoy. Que lo cierren, ¡coño!
Que el Estado garantice los fondos de los impositores y los derechos de los ciudadanos, y que corten de una vez ése trozo de gangrena del sistema financiero español. Si es que existe sistema financiero español; si queda alguna parte sana; si en las cúpulas más insignes de los portaaviones financieros españoles no hay sólo predicadores, sino tipos dispuestos a dar trigo.
El problema es la sospecha generalizada de todo el sistema sea un decorado de cartón piedra. Y el drama sería descubrir que Rajoy y sus caballeros de la tabla redonda económica: De Guindos, Montoro, Álvaro Nadal, tuvieran la certeza y no se atreviesen a darle la mala noticia al pueblo.
¿Por qué no cae Bankia? ¿Por qué no se arroja por la borda, con el sentido común que practican los comandantes de barcos en apuros, en pleno temporal, que se deshacen sin temblarles el pulso de las valiosas mercancías de sus bodegas que ponen en peligro de naufragio a la nave.
Si es más importante salvar a Bankia que a España, que lo digan. Pero los bandazos de la mercancía que nos ha dejado Rodrigo Rato, que quiere salvar Goirogolzorri con la bendición papal de los tres tenores de la banca española, mantiene a los 47 millones de la tripulación con los huevos de corbata.
Europa mira para otro lado
Si por lo menos de la supervivencia de Bankia dependiese la supervivencia del euro, de la eurozona, de la cosa, ya se habría enterado la opinión pública y la opinión publicada española a través de un comunicado del Banco Central Europeo. Pero Draghi ya ha dicho que no moverá ni un solo dedo, ni un solo euro, para intentar mantener a flote ése barco financiero con más agujeros que un queso Emmental.
Mañana tras mañana, titular de periódico tras titular de periódico, los españoles padecen cada noche pesadillas con Bankia. Como si intentasen mantenerse a flote sobre las aguas turbulentas de la crisis y, encima, apareciesen en sus sueños Rajoy y De Guindos y les atasen Bankia al cuello para que se hundiesen más aprisa.
EE UU cerró 73 bancos en 2011 y desguazó el Lehman Borthers
En Estados Unidos, durante 2011, cerraron 73 bancos sin que hayan llegado noticias de dramas nacionales. Incluso se atrevieron a desguazar el Lehman Brothers, que parecía talmente una tragedia universal. Pero la vida sigue en United States of América, Wall Street alterna días de sol con días de lluvia y suenan las benditas alarmas cuando el índice de paro alcanza la tercera parte del galopante índice de paro en España
En Irlanda, en cambio, se pusieron como locos a salvar su banca, a inyectarle pasta gansa a un sistema financiero intoxicado, y acabaron enloquecidos, pidiéndole auxilio a Europa, en una traumática operación de rescate que ha condenado a los irlandeses a la supervivencia básica.
Nos tratan como a 47 millones de bobos
Si a lo mejor resulta que Bankia es una carta en un castillo de naipes. Que la retiras y se desploma el sistema financiero. Pero que alguien se lo explique a los españoles en roman paladino, con luz y taquígrafos, sin ése secretismo de tecnócratas, hechiceros y jefes de la tribu convencidos de que dirigen a 47 millones de imbéciles.
«A ver, españoles: que si dejamos caer a Bankia se viene abajo todo el edificio financiero español de cartón piedra, ¿entienden?»
Haber empezado por ahí, ¡coño! Y no tanto rodeo, tanto bisbiseo parlamentario, tanto eufemismo, tanta declaración críptica, que incita a los españoles a hacerse la pregunta del inicio: ¿por qué no mandan a Bankia al desguace?
El gobierno español, con la complicidad del PSOE, está metido en un gran problema: tiene que jugar partidas simultáneas y contradictorias de póquer con Europa y con los españoles. Esperemos que por lo menos no estén jugando de farol con ambas partes.