Está convencido de que Guindos se negó a avalar su gestión al frente de Bankia para empujarle a dimitir
Artículo publicado en ‘La Gaceta’ el 11 de enero de 2013 y que reproduce Elsemanaldigital, diario online que dirige su autor.
Dadas las fuentes de Antonio Martín Beaumont, cuyo conocimiento de lo que ocurre en la sede popular de la madrileña calle Génova está por encima del de cualquier otro periodista, nos permitimos volverlo a dar, porque tiene un indudable interés para todos los lectores y aclara muchas cosas sobre el Gobierno Rajoy y alguna de sus políticas.
El ministro de Economía ha eludido, y seguro que así seguirá, cualquier manifestación pública, pero sus próximos -hablo de círculos de confianza- están al corriente: a Luis de Guindos le ha sentado a cuerno quemado el fichaje de Rodrigo Rato por su amigo César Alierta.
Cree que la operación va a tener un precio en términos de imagen para él mismo.
Tanto revuelo viene de los muchos pelos que Guindos se ha dejado en la gatera con tres reformas financieras, la última de ellas, la más ambiciosa, pactada con la Unión Europea.
El ministro ha apostado por un sector bancario sano para dejar atrás una situación como la de las cajas politizadas, que trampearon sus cuentas y han dejado multitud de historias de ahorros desaparecidos.
El temor de Guindos, que no se puede permitir ni un fallo en sus apuestas, pasa por la opinión pública y la percepción de que unos pocos caen siempre de pie, aunque hayan naufragado en Bankia.
Con lo cual se desacreditarían los esfuerzos del titular de Economía.
A nadie se le escapa tampoco la mala relación de Luis de Guindos con Rodrigo Rato, quien apuntó contra él como la mano que forzó todos sus males.
Está convencido de que Guindos se negó a avalar su gestión al frente de Bankia para empujarle a dimitir, y de que jamás tuvo intención de aprobarle ningún plan de saneamiento y ni siquiera se avino a una negociación.
De todos modos, el fichaje por Telefónica de un peso pesado como el exvicepresidente económico ha resuelto algunos temores que La Moncloa rumiaba en sigilo desde su caída.
El cajón de RR es profundo y guarda muchos informes. Alguno, incluso, del que saldría sobre todo mal parada una de nuestras empresas más emblemáticas, salvada con préstamos de Bankia.
Y no están los tiempos como para vendettas públicas incontrolables. Así es: la información es poder si se sabe utilizar.