Muy bajo crecimiento, una elevada desocupación estructural, muy alta desigualdad en la distribución de renta y una apreciable reducción en el estándar de vida de la mayoría de la población, que no tiene pinta de revertir
El catedrático de Economía de la Universidad Ramon Llull, Santiago Niño Becerra, expresa su convencimiento de que de la crisis no se saldrá para volver a niveles de riqueza anteriores a ella, sino que ésta ha provocado la instauración de lo que él llama ‘Nueva Normalidad’.
Esta ‘normalidad‘ se caracteriza por la desaparición de la clase media, sub-empleos y la próxima llegada de un «sofisticado sistema de seguridad colectivo» que garantice la paz social.
El economista, a quien tan a menudo se le han criticado sus negros augurios sobre el próximo futuro económico y social del país, publica un artículo devastador en L’Econòmic:
«Ya ha llegado la ‘Nueva Normalidad’; esto es, una situación en la que la clase media se está evaporando, con una gran parte de la población ocupada subocupada y sub-remunerada, con una descomunal desocupación estructural medidas en horas de trabajo que se matizará contratando por obra y servicio y a tiempo parcial el trabajo que se necesite, durante el tiempo que se necesite, a precios bajos».
El drama en que el conjunto de España se va hundiendo paulatinamente ha sobrevenido por un muy bajo crecimiento, una elevada desocupación estructural, muy alta desigualdad en la distribución de renta y una apreciable reducción en el estándar de vida de la mayoría de la población, que «no tiene pinta de revertir».
En ese nuevo escenario, el catedrático apunta que las grandes corporaciones y sus empleados de alto nivel junto con profesionales altamente cualificados serán quienes controlen la generación de PIB, mientras que para mantener la paz social deberá crearse una especie de «sofisticado sistema de seguridad colectivo»:
«Un sistema que sustituya las decrecientes prestaciones sociales, muy al estilo de lo que existe ya en Alemania, donde siete millones de personas se encuentran subocupadas y sub-remunerades, y donde, por ejemplo, el 25% de la población de Berlín debe recurrir a las ayudas públicas para subsistir».
