En el horizonte del despegue aparecen cuatro nuevos jinetes del Apocalipsis que generan incertidumbre y obligan a las empresas a retrasar decisiones de inversión y de creación de puestos de trabajo.
Reconociendo la evidente mejoría de nuestros indicadores macroeconómicos y el saneamiento de las cuentas públicas que avalan tan optimistas previsiones, las de la CEOE y de la mayoría de instituciones y analistas, no es menos cierto que en el horizonte del despegue aparecen hoy cuatro nuevos jinetes del Apocalipsis.
Como detalla José María Triper en ‘El Economista’, esos cuatro elementos están generando incertidumbres y obligando a las empresas a retrasar sus decisiones de inversión y, por ende, de creación de puestos de trabajo.
- El primero lleva el nombre de Syriza y con él viajan el resto de populismos desbocados en Europa, llámense Podemos, Frente Nacional o 5 Estrellas, que azotan la necesaria estabilidad macroeconómica para mejorar las previsiones de demanda.
- El segundo, azuzado por el austericidio merkeliano, lleva el ajuste como emblema y siembra recortes o subidas de limosna en los salarios y pensiones, que amenazan las previsiones de repunte del consumo.
- El tercer jinete se reviste con el ropaje de la fiscalidad y ahoga a las empresas con unos altos niveles impositivos que amenazan con debilitar los incentivos para la inversión en capital físico y humano, ejerciendo un impacto negativo en el crecimiento a largo plazo.
- El cuarto jinete se apellida deflación, que es el peor de los escenarios económicos, porque destruye la riqueza de las familias, eleva los tipos de interés y aplaza las decisiones de compra y de inversión.
Son fantasmas tangibles que requieren de medidas firmes por parte de los responsables políticos.
La recuperación es cierta, pero frágil, y las empresas necesitan que haya demanda y poder adquisitivo en los consumidores para incrementar su producción, una perspectiva de garantía en la inflación, unas finanzas públicas equilibradas que reduzcan el riesgo de subidas de impuestos imprevistas, y una estabilidad política y social que los vientos populistas que corren por el sur de Europa no parecen presagiar.
Todavía estamos a tiempo de corregir y de cambiar, en Berlín, en Bruselas y en Madrid. Sólo hacen falta voluntad y sensatez. Pues eso.