El presidente venezolano, Nicolás Maduro, realizó a principios de este mes una gira por diversos países petroleros para intentar lograr consensos sobre la producción y, con ello, aumentar los precios del barril de crudo.
Sin embargo, el mandatario no ha tenido éxito en conseguir apoyos. Con la estatal petrolera PDVSA venida a menos e incapaz de aumentar su producción (en 2014 los ingresos y la producción disminuyeron más de un 4% según datos oficiales), Venezuela requiere de un barril de petróleo a altos precios para mantener un modelo económico basado en el control de la economía y en subsidios en gasolina por valor de 15.000 millones de dólares.
Explica Germán Pachero Valerí en ‘El Economista’ que en enero obtuvo su primer fracaso diplomático, después de una gira que le llevó a cinco países petroleros de Asia y África (China, Irán, Arabia Saudí, Qatar y Argelia y Rusia). Maduro se fue de Teherán sin acuerdos concretos, más allá del «compromiso de cooperación entre ambos países para estabilizar los precios del petróleo».
Por su parte, Arabia Saudí -el miembro más influyente de la OPEP- desestimó la oferta de Venezuela de limitar la producción para subir los precios y dejó clara su posición de mantener a toda costa su cuota de mercado. Así, en esta gira, el mejor resultado logrado por Maduro fue el compromiso de Pekín de invertir 20.000 millones de dólares en proyectos energéticos e industriales en el país sudamericano.
Lo cierto es que Maduro tuvo que ver cómo prácticamente ningún país de importancia en producción petrolera se sumaba a su causa mientras el desabastecimiento y la crisis económica se agudizaban.
Sus esfuerzos para impulsar una reunión de la OPEP no fructificaron. En junio consiguió 500 millones de dólares de Irán con el objetivo de oxigenar el abastecimiento necesario para el pueblo venezolano».
Con la meta de «buscar apoyos en tiempos difíciles», el jefe del Ejecutivo venezolano viajó a China, Vietnam y Qatar a principios de septiembre, en un periplo del que prácticamente regresó con las manos vacías.
Conversó con el emir Tamim bin Jamad al Zani sobre la necesidad de una «reunión del más alto nivel» de los países de la OPEP, que aún no tiene visos de producirse, mientras que Pekín -una vez más- le otorgó 5000 millones de dólares. Desde 2007, el gigante asiático ha otorgado alrededor de 50.000 millones de dólares a Venezuela en forma de crédito.
El último ‘fracaso’ del gobierno venezolano se evidenció el 16 de septiembre, cuando Alexandr Nóvak, ministro de energía ruso, dio la espalda públicamente a Maduro.
«Cada cierto tiempo Venezuela, Argelia y Ecuador se dirigen a Rusia, pero nuestra posición no ha cambiado: consideramos que una reducción artificial no traerá ningún beneficio. Al contrario, solo agravará la situación».
Fue la segunda bofetada de Moscú. Maduro había declarado a la prensa venezolana a principios de mes y tras un encuentro con Putin, que había logrado un acuerdo con el mandatario ruso para incentivar el alza del precio del oro negro hasta los 70 dólares, algo que el Kremlin no tardó en desmentir.
En este sentido, las previsiones no son alentadoras. El pasado viernes se conoció que Goldman Sachs prevé que el oro negro se cotice a precios bajos durante los próximos 15 años. Además, debido al exceso de producción mundial, ve posible una caída del precio del barril hasta los 20 dólares.
La crisis no es solo económica
A los graves problemas financieros traducidos en desabastecimiento de productos básicos, hay que añadir la crisis fronteriza con la vecina Colombia, que ha recordado la tensa etapa entre su antecesor, Hugo Chávez, y el expresidente colombiano Álvaro Uribe. Este lunes se verá qué pasa en Quito, donde tendrá lugar un encuentro entre Santos y Maduro auspiciado por la Unasur y la CELAC.
El pasado 19 de agosto el presidente venezolano ordenó cerrar seis municipios del fronterizo estado de Táchira tras la muerte de dos militares venezolanos a manos de paramilitares colombianos, según Caracas. Desde entonces se han incrementado los cierres en distintos puntos limítrofes entre ambos países y hoy aplican esas medidas a dos terceras partes de los tercera los 2.219 kilómetros fronterizos.
Miles de colombianos han sido deportados y sus casas demolidas, lo que ha llevado al presidente Santos a pedir respeto para sus ciudadanos y comparar la situación con la crisis de refugiados que se vive en Europa.
El mandatario neogranadino dijo este domingo ir «sin grandes expectativas» a la cita, algo razonable, vista la falta de resultados en las dos reuniones previas entre las cancilleres de ambos países mantenidas en Cartagena (26 de agosto) y Quito (12 de septiembre), que no lograron llegar a acuerdos sustanciales para reabrir los pasos fronterizos.
A este difícil panorama, el líder de la revolución bolivariana debe sumar la crispación social -a la que ha contribuido la condena a 14 años de prisión de Leopoldo López- que se hace cada vez más presente a lo largo y ancho del país y que se ha traducido en una pérdida de popularidad que podría hacerle perder el control de la Asamblea Nacional.
Según Datanálisis, la oposición aventaja al oficialismo en el menos 25 puntos, mientras que la firma Keller & Asociados asegura que en el tercer trimestre de 2015 el apoyo al gobierno se sitúa en el 18%. Aunque la oposición se muestra confiada en obtener la mayoría de parlamentarios, sabe que durante los 17 años de revolución los procesos electorales no han destacado por ser limpios. de momento, el gobierno ya ha anunciado que no permitirá la presencia de observadores internacionales.
