El borrador de plan de viabilidad

La Nueva Abengoa será un 50% más pequeña y tendrá una deuda de cerca de 4.000 millones

La Nueva Abengoa será un 50% más pequeña y tendrá una deuda de cerca de 4.000 millones
Planta PS10 de Abengoa A8

La empresa que surja de la reestructuración financiera de Abengoa, a la que ya comienza a conocerse como Nueva Abengoa, será un 50% más pequeña en términos de beneficio bruto de explotación (Ebitda) y tendrá una deuda de entre 3.000 y 4.000 millones de euros, indicaron a Europa Press en fuentes cercanas a las negociaciones entre la compañía y los acreedores.

Las fuentes aseguran que estas cifras forman parte del borrador de plan de viabilidad en el que trabaja Abengoa con asistencia de firmas como Alvarez & Marsal y cuya versión final será analizada el lunes por el consejo de administración de la empresa para su presentación y negociación con los bancos y los bonistas.

En concreto, Nueva Abengoa obtendrá tras las desinversiones previstas un Ebitda de unos 600 millones al año, alrededor de un 50% menos que el nivel de ganancias brutas de explotación que puede ofrecer anualmente el negocio. La deuda será entre un 55% y un 66% inferior a los cerca de 9.000 millones actuales, en torno a entre 3.000 y 4.000 millones.

En cuanto a las ventas, la empresa alcanzará un volumen tras la reestructuración equivalente al 60% de los cerca de 7.700 millones de euros ingresados al año.

La rebaja del endeudamiento será posible no solo gracias al previsible canje de deuda por acciones por parte de los acreedores en un porcentaje aún pendiente de negociación, sino también a un plan de desinversiones por valor cercano a los 1.500 millones de euros y quitas por definir. Tras el proceso, la participación de los principales accionistas quedará sustancialmente reducida.

Estas ventas, que redefinirán el perímetro de la nueva compañía, se concentrarán en los activos a los que la compañía considera ajenos a su ‘core business’. En concreto, Abengoa quiere mantener la actividad de construcción e ingeniería, actividades industriales en las que destaca por su liderazgo y sobre las que quiere cimentar su resurgimiento empresarial.

Por regiones, las desinversiones afectarán previsiblemente a países como Brasil, donde se puede vender la actividad de biocombustible o ceder la operación en tendidos eléctricos, o Estados Unidos, donde la empresa no renunciaría al desarrollo de biocarburantes de segunda generación. La división de bioenergía se encuentra además en venta.

Las regiones clave en las que la empresa aspira a mantener su presencia son Sudáfrica, Chile, Uruguay, Perú y México. Las ventas y la reestructuración provocarán previsiblemente algún ajuste de plantilla ligado a este proceso, pero la intención es que no se produzcan salidas traumáticas.

Al margen de las negociaciones con los bancos y los bonistas, Abengoa tiene un plan paralelo de conversaciones con los proveedores, en el que la empresa ha asumido directamente la interlocución y en el que se manejan soluciones como el alargamiento de los plazos de pago.

PERFIL INDUSTRIAL.

Abengoa aspira a preservar su carácter industrial y de innovación tecnológica, y encuentra a los fondos de inversión más receptivos que los bancos por esta apuesta de viabilidad y de crecimiento futuro.

Los fondos son más partidarios que los bancos de mantener una participación en Atlantica Yield, la anterior Abengoa Yield, y en general buscan más el ‘equity’ que los retornos de la deuda.

170 MILLONES HASTA MARZO.

En cuanto a la inyección de liquidez por parte de los bonistas para responder a las necesidades de Abengoa hasta finales de marzo, la empresa necesitará entre 150 y 170 millones de euros, que se sumarán a los 106 millones recibidos en diciembre desde los bancos.

Este importe, más otras inyecciones procedentes de alguna desinversión, permitirá a Abengoa llegar a la fecha del 28 de marzo en que expira el plazo del preconcurso.

Pese a las diferencias propias de los procesos de negociación, tanto Abengoa como los fondos y los bancos coinciden en que la mejor solución pasa por evitar el concurso de acreedores y lograr otra estructura que haga viable la empresa, sin necesidad de entrar en liquidaciones. Para lograr este escenario, será necesario contar con el visto bueno del 65% de los acreedores.

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