El impacto en la variación de vehículos que se vayan a producir no será radical

Expertos creen que la cancelación de Ford de la inversión en Mexico, no tendrá un impacto grande en el sector

México se había acostumbrado en los últimos años a que los fabricantes de vehículos le dieran solo buenas noticias

Las palabras del presidente ejecutivo de Ford, Mark Fields, parecen confirmar que Trump ha tenido algo que ver en la decisión de la compañía

Anuncios de inversiones, construcción de nuevas plantas, aumentos en la producción… la industria automotriz era motivo de orgullo para el país, séptimo productor de automóviles y cuarto exportador mundial.

Lo sigue siendo, pero 2017 arrancó con una noticia que dejó al gobierno de Enrique Peña Nieto lamentándose, al peso sufriendo otra vez en un máximo histórico frente al dólar y a los mexicanos teniendo que enfrentar el hecho de que algunos de los temores por la llegada de Donald Trump a la presidencia de EE.UU. se empiezan a hacer realidad.

El anuncio de la compañía estadounidense Ford de cancelar una inversión de US$1.600 millones para construir una nueva planta en el estado de San Luis Potosí, que iba a generar 2.800 empleos, encendió las alarmas.

El presidente ejecutivo de Ford, Mark Fields, le dijo a la BBC que la decisión se debió principalmente a una «caída dramática de la demanda de automóviles pequeños en Norteamérica».

Pero agregó que otro factor fue el «ambiente de negocios más favorable en Estados Unidos que vemos bajo el presidente electo Trump y algunas de las políticas de crecimiento de las que ha estado hablando».

Sin embargo, analistas consultados por BBC Mundo no consideran que la decisión vaya a tener un impacto grande en el sector automotriz mexicano, que emplea directamente a 900.000 personas y genera el 3,1% del Producto Interno Bruto de país.

La medida tiene «un efecto mediático inmediato pero hay que poner el tema en su justo contexto, apegado a la realidad», le dice a BBC Mundo Armando Amador Ortega, director del Centro de Desarrollo de la Industria Automotriz del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey.

«Producimos cerca de 3,5 millones de autos y de eso Ford tiene el 10% al año. Quizá en lugar de producir el 10% termine produciendo el 9% o algo por el estilo», explica.

Ford había anunciado en abril la inversión para la planta en San Luis Potosí, en la que tenía previsto producir la nueva generación del modelo Focus, que ahora pasará a la fábrica ubicada en el estado de Sonora, una de las cuatro que la firma tiene en México.

La nueva fábrica iba a estar operativa en 2018 y en el lugar ya se habían realizado los primeros trabajos para preparar el terreno de cara a su construcción.
El efecto Trump

Los planes de Ford en México, quinto fabricante en el país, habían sido objeto de cuestionamientos por parte del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump.

En su campaña advirtió que emprendería acciones contra firmas estadounidenses que fabrican productos en México aprovechando los salarios más bajos y la existencia del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta, por sus siglas en inglés).

El republicano aseguró que no iba a permitir que el segundo mayor fabricante de automóviles en Estados Unidos abriera una nueva planta en México y que impondría aranceles a los vehículos importados por la empresa.

¿Efecto dominó?

El mismo martes, horas antes del anuncio de Ford, Trump lanzó una amenaza de represalia económica a General Motors, la mayor firma automotriz de su país.

El magnate que se dispone a asumir la presidencia el 20 de enero advirtió en su cuenta de Twitter que «General Motors está enviando un modelo hecho en México del Chevrolet Cruze, a concesionarios de autos estadounidenses sin pagar impuestos a través de la frontera».

«¡Fabríquenlo en Estados Unidos o paguen un alto impuesto en la frontera!», dijo.

Apenas 2.400 de los 190.000 Cruze que fabrica GM son producidos en México.

Por el momento General Motors, segundo armador en México con 650.000 unidades anuales, no dio ninguna indicación de que movería su producción.

«La cuestión en el corto plazo es el temor a que presiones más fuertes y los incentivos que se puedan otorgar allá (en EE.UU.) hagan que se reviertan cierto tipo de decisiones sobre lo que se tenía pensado establecer en el país», le dice a BBC Mundo Armando Soto, presidente de la consultora Kaso & Asociados.

Soto considera que la decisión de Ford no pone en riesgo el objetivo que tiene la industria de alcanzar los cinco millones de unidades producidas al año para 2020, desde los 3,5 millones actuales.

«Esperaría que no exista un efecto dominó (pero) las condiciones que se están creando al interior de la economía norteamericana de facilitar la inversión pueden cambiar el panorama», considera.

«No creo que se cierre completamente una empresa en México para ir a ponerse nuevamente en Estados Unidos», añade. «Puede haber algunos proyectos de ampliación que se replanteen y eso lo vamos a saber en los primeros meses de este año».

Soto por el momento no ve que pueda haber presiones sobre los fabricantes no estadounidenses instalados en México, pero cree que ello podría cambiar en caso de que Trump decida, tal como ha anunciado, renegociar o salirse del Nafta.
Territorio preciado

Los automóviles fabricados en México pueden moverse a través de la frontera libres de impuestos gracias a ese acuerdo económico, al que Trump le achaca la pérdida de empleos manufactureros estadounidenses por culpa de la mano de obra mexicana más barata.

La ubicación geográfica del país, una vasta red de Tratados de Libre Comercio y las ayudas estatales han hecho de México un territorio preciado para las automotrices.

Todo indica que lo seguirá siendo, pues se mantienen cuatro proyectos de inversiones para nuevas plantas, pero la inminente llegada de Trump a la presidencia de EE.UU. es un recordatorio de que en el horizonte podrían aparecer algunos nubarrones.

«Las empresas que sientan presión concederán hasta dónde sea posible sin comprometer su rentabilidad», señala Amador Ortega.

De otra manera se condenan a desaparecer, por eso creo que es más un efecto mediático que una posibilidad de impactar espectacularmente nuestra planta productiva en el país».

(*) Alberto Nájar colaboró en la producción de este artículo.

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