El 80 por ciento de los negocios que se abran hoy no existirá en tres años
Con la parábola del cristal roto, el economista francés del siglo XIX, Frédéric Bastiat alertaba de los efectos perversos que tenía para la economía las buenas intenciones de los políticos.
Ante una cristalera rota de una pedrada, el demagogo concluye que la industria cristalera es favorecida por el gasto que implica arreglarla; esto es lo que se ve. «Si el cristal no se hubiera roto, la industria zapatera (o cualquier otra) habría sido favorecida con seis francos. Esto es lo que no se ve», advertía Bastiat.
La parábola de Bastiat, un genio desterrado de las universidades por los fascismos y populismos de todo pelaje, podría aplicarse a los autónomos y emprendedores.
Porque lo que se ve en este caso son las políticas activas pensadas en cuidar a una bolsa de votantes de 3.167.998 de trabajadores autónomos: nueva regulación del Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA), tarifa plana en la Seguridad Social, bonificaciones sociales y todo tipo de subvenciones y créditos blandos para que los parados se conviertan en ‘emprendedores’ por arte de magia.
Pan para hoy, hambre para mañana. Todo este dinero público –unos 400 millones de euros al año– destinado a crear emprendedores de la noche a la mañana solo ha servido para inflar una burbuja del emprendimiento.
De ahí que el vilagarciano Eduardo Abad, secretario de UPTA, la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos, prefiere creer en los números y no en las meigas. «En el 2016 se dieron de alta 700.000 autónomos y hubo 685.000 bajas. Apenas hemos ganado 14.000 autónomos en términos netos», advierte Abad a Periodista Digital.
Detrás de la pirotecnia de telediario, del político soltando la mano para meter gente en el mercado de trabajo como sea, («lo que se ve») se esconde todo un universo de persianas bajas e ilusiones rotas. El 80 por ciento de los negocios que se abran hoy no existirán en tres años. «Lo que que no se ve», nos recordaría Bastiat.
Para el secretario general de UPTA, no se trata de llorar y pasar la gorra sino de crear puestos de trabajo de calidad. «A los políticos les importa la cantidad y no la calidad, y eso es lo que hay que cambiar».
Abad lo tiene claro: «Hay que asumir que no todos tienen ADN emprendedor y que todas esas medidas sólo sirven en la mayoría de los casos para empujar a personas a un abismo sin sentido».
Para consolidar los negocios de los autónomos se necesita un relevo generacional. Abad explica que en los próximos diez años se van a jubilar 700.000 autónomos que tienen más de 55 años. Y la gran mayoría no tiene a nadie a quien pasarle el testigo de su empresa.
Pero hay solución. Abad propone un plan de relevo que permita que personas sin cualificación profesional y académica poder ocupar un puesto de trabajo cogiendo el relevo de esos negocios con un contrato de formación.
«Estamos desaprovenchando una oportunidad única para que parados y ‘ni-nis’ entren en el mercado de trabajo por la vía de la formación y no por la burbuja del emprendimiento», lamenta Abad. Así podríamos evitar que monten negocios en sectores que desconocen por completo y donde la única certeza que tendrán es la de un fracaso seguro. Lo que no se ve.