«No es fácil acercarse a Ana Botín. Para ser exactos, es prácticamente una misión imposible. Cuando me embarqué en este proyecto, en el verano de 2016, era una hoja en blanco destinada a revelar el duro trabajo y los éxitos de las grandes mujeres directivas de talla internacional. Por riguroso orden alfabético, el suyo fue el primer nombre. Y ahí me quedé», recuerda Ana Samboal, autora de Ana Botín: Nacida para triunfar (Esfera de los Libros).
La historia de la presidenta del Santander, con sus luces y sombras, como las de todo ser humano, es una historia de tropiezos en sus inicios, de superación personal a lo largo de su camino. Una historia interesante e impresionante que, paradojas de la vida, acaba de comenzar.
De su éxito en la aventura que ha emprendido como presidenta del primer grup o bancario español y de la Eurozona dependerá su futuro, no solo profesional, sino también personal, porque toda su vida gira en torno al Santander, su periplo es indisociable del banco que conduce.

LA MÁS PODEROSA DE ESPAÑA
Ana Botín es hoy la mujer más poderosa de España. Hija de Emilio Botín –todavía una sombra muy alargada– y hoy presidenta del Santander, la banca fue casi la única opción que contempló para su futuro profesional.
Una mujer nacida para triunfar que ha vivido muy deprisa, en una sucesión de retos, elegida para conducir un imperio al éxito y hacer realidad, a la vez, su sueño y su destino.
Resultado de una profunda investigación, la conocida periodista Ana Samboal entra en la vida de la primera mujer presidenta ejecutiva de un banco en nu estro país, que ha sabido luchar por cada uno de los pasos que ha dado en su camino profesional. Sin olvidar aspectos de su vida personal –la relación con su padre, la educación cosmopolita recibida, los hijos…– , en estas páginas vibra el tesón de la reina de la banca, la firmeza de una «sucesora» ambiciosa a la que le sobran méritos para lograr lo que anhela.
Vino al mundo recién llegado el otoño, un 4 de octubre del año 1960. Hoy es la mujer más poderosa de España. Ana Patricia Botín Sanz de Sautuola O’Shea es su nombre completo. La llamaron Ana por su abuela paterna. Patricia lo hereda de una de las hermanas de su madre. Pero a ella le gusta que la llamen Ana, solo Ana.
Nació en Santander, una de las más bellas ciudades del norte de la Península, de clima templado y lluvioso en esas fechas. Su padre banquero, su madre pianista y mecenas de la música. Nació en el seno de una fam ilia rica; «Ricos de verdad — decía su abuelo — somos pocos en este país». Y, además, con historia a sus espaldas. No solo la de un banco que va ya por el siglo y medio de vida y en el que, durante las últimas cuatro generaciones, la dinastía de la que proce de ha estado al timón.

Su bisabuela María es la niña que, en 1878, jugando al lado de su padre, Marcelino Sanz de Sautuola, descubrió las impresionantes pinturas paleolíticas que Altamira escondía desde hace 35.000 años. Fue ella, la madre de su abuelo, la que abrió al mundo las puertas de la cueva en la que se inicia la historia del arte.
Ana es la primogénita de seis hermanos. Son, además de ella, tres mujeres, Carmen, Carolina y Paloma, y dos hombres, Emilio y Francisco Javier. Se casó muy joven, con veintidós años, con el descendiente de unos aristócratas y terratenientes andaluces, el ingeniero agrónomo Guillermo Morenés.
OPTÓ POR PELEAR Y SER LA HEREDERA
Es madre de tres hijos varones, Felipe, Javier y Pablo. Los tres han heredado su vocación por la empresa y las finanzas. La banca fue casi la única opción que contempló a la hora de planificar su futuro profesional. De niña quiso ser periodista. O espía. Tuvo el privilegio de poder elegir. Incluso pudo elegir no hacer absolutamente nada. Pero optó por estudiar. Y peleó por convertirse, en contra del signo de los tiempos, en la heredera natural de su padre.
Fueron los consejos de sus mayores los que guiaron sus pasos hacia la banca. Ellos la han preparado desde su infancia para reinar en el sector financiero del mismo modo en que se educa a un príncipe para hacerle un día rey.
Ha recibido una formación cosmopolita que la ha convertido en una ciudadana del mundo, una figura de talla internacional, aunque para la mayoría de los españoles es, aún a estas alturas, una imagen lejana, distante, prácticamente desconocida. Ana ha vivido muy, muy deprisa.
Su periplo es una sucesión de retos. De fracasos que la han hecho más sólida y resistente y de éxitos que la han llevado a romper un techo de cristal tras otro. Ha creado empresas y fundaciones, pero si sobresale por encima del resto de los mortales es porque es la elegida para conducir el rumbo de un buque insignia de la economía, uno de los puntales del poder en España, Europa y Latinoamérica: el Banco Santander del siglo XXI.
Ha sido la primera mujer presidenta ejecutiva de un banco en nuestro país, es la primera de la historia al frente de una entidad global. El 10 de septiembre de 2014, con cincuenta y tres años, tomó los mandos del grupo, el primer banco minorista internacional del mundo, el séptimo conglomerado financiero del planeta, el líder de la zona euro por valor de mercado. Desde ese día, bajo su corona se extiende un imperio donde no se pone el sol.
Toda su vida se ha preparado para ello, pero ha llegado la hora de demostrar que es ese el lugar que le corresponde por derecho. No le resultará fácil: la sombra que proyecta la legendaria figura de su padre es, todavía, demasiado alargada. Su verdadero camino, el que le conducirá a la gloria o la condenará a los infiernos, acaba de comenzar.

