El ferrocarril es uno de elementos centrales para una economía baja en carbono y el impacto de los servicios de alta velocidad en España durante los primeros 25 años lo pone de manifiesto.
La actividad de transporte de Renfe en los servicios de alta velocidad entre 1992 y 2016, tanto de larga distancia como de media distancia (346 millones de viajeros), han permitido un ahorro para la sociedad estimado en 4.286 millones de euros si se evalúa en términos económicos el impacto sobre el cambio climático, la contaminación y la tasa de accidentes que habría tenido realizar este transporte por otros medios.
Son datos de ahorro de costes externos, ahorro de huella de carbono y ahorro de consumo energético generados por los servicios de Renfe de acuerdo con la metodología de sustitución modal contenida en el estudio “Carbon Footprint of Railway Infraestructure, UIC”.
La tecnología al servicio de un aire más limpio
En los últimos años, Renfe ha pasado de utilizar un 10% de energía renovable a usar un 22,6%.
Una de las medidas tomadas se trata de la «conducción económica», que permite un consumo cero de energía durante el 35% del viaje, al menos, aunque ese porcentaje se puede elevar hasta el 54%.
Para conseguirlo, —explican en la web Soliclima— se basan en el aprovechamiento de la inercia de los trenes y de la energía cinética acumulada, desconectando la alimentación de energía por ejemplo, aprovechando la orografía del terreno, de forma que en las cuestas abajo no se consume electricidad. En la línea del AVE entre Sevilla y Madrid, por ejemplo, se ahorra con esta medida un 9,5% de la energía necesaria para realizar el trayecto.
Otro de los sistemas utilizados es la conversión de la energía del frenado en electricidad que puede ser usada poseriormente; se trata del mismo truco que utilizan algunos coches híbridos para recuperar energía y almacenarla en su batería,y se denomina freno regenerativo.
Cuando el tren dispone de electricidad sobrante, la inyecta en la catenaria, de forma que pueda ser utilizada por otras locomotoras. Se ha calculado que este sistema, utilizado ya en las líneas de alta velocidad, puede producir 300 GWh al año, es decir, el equivalente a cinco veces la producción de las huertas solares españolas, lo cual no es pecata minuta, teniendo en cuenta que durante agosto pasado la fotovoltaica cubrió el 7% de la demanda de electricidad española.
Hacia un transporte ferroviario de cero emisiones
El 89% del volumen de transporte de viajeros y mercancías de Renfe se desarrolla por redes electrificadas y está, por tanto, parcialmente descarbonizado en base al actual mix eléctrico (53% sin emisiones y 33% renovables).
La empresa ya ha reducido su huella de carbono un 56% desde 1990 (año base del Protocolo de Kioto) hasta situarse en 24,2 gr de CO2 por unidad transportada y mantiene activa una estrategia de sostenibilidad y eficiencia energética que incluye un nuevo acuerdo con Adif para profundizar en varias áreas propias del sistema ferroviario, mejora de prácticas de consumo y ahorro de energía o proyectos de innovación para analizar la tracción mediante gas natural licuado o pilas de hidrógeno como potenciales sustitutos del combustible fósil.
Comparada con 1990, la intensidad energética del sector ferroviario (energía final consumida por unidad transportada) ha decrecido un 33% en todo el mundo. Más de un tercio de la energía utilizada en los ferrocarriles es eléctrica y un cuarto de las líneas están electrificadas a nivel mundial.