Hernecias

La dueña de Aldi se venga de su nuera y sus nietos dejándolos fuera de la empresa en el testamento

Se ha abierto el testamento de Cäcilie Albrecht, fallecida en noviembre. Ha excluido a su nuera (viuda de su hijo) y a los nietos que le dio

Cäcilie Albrecht
Cäcilie Albrecht RS

Las herencias son un temas siempre muy serio y fuente de enfados, y en este caso, al tratarse de una muy importante, pues se ha montado gran revuelo.

Las malas relaciones entre suegra y nuera son un clásico. Y de película es también el ajuste de cuentas de la matriarca de la cadena de supermercados Aldi, Cäcilie Albrecht, con la viuda de su hijo, Babette, y madre de cinco de sus nietos, según recoge Carmen Valero en elmundo.

Cäcilie falleció el pasado mes de noviembre a los 92 años. Mujer recatada y huidiza hasta el punto de que no hay imágenes de cómo envejeció, Cäcilie, dedicó su vida a trabajar primero y velar después por el imperio que construyó su marido, Theo, y su hermano, Karl, a partir de un pequeño ultramarinos abierto en la ciudad de Essen (oeste de Alemania) por la madre de ambos en 1936. Tres décadas después y para evitar que Aldi pudiera ser objeto de ofertas de compra hostiles, los hermanos dividieron la empresa en dos y pusieron el consejo directivo en manos de tres fundaciones. El hijo de Theo asumió el control de la Fundación Lukas, el hijo de Karl ,la Fundación Jakobus, y los cofundadores, la Markus. A las entidades puestas en manos de la segunda generación se les cedió el 19,5% del capital. Theo y Karl transfirieron a la suya el 61%, asegurándose así el control en la toma de decisiones de la empresa. Theo murió en 2010 y su hermano, en 2014. Cäcilie se convirtió en la gran dama de Aldi, un ejemplo de éxito económico de la posguerra en Alemania.

Tres meses se ha demorado la lectura del testamento, 90 días haciendo cábalas con la herencia de la abuela. Llegado el día «D» , el notario soltó la bomba. Cäcile excluía a la viuda de su hijo, Theo junior, y a sus descendientes, es decir, a su nuera Babette y a los nietos que ésta le dio, de las decisiones de la empresa. «Han abusado de la voluntad de su padre y utilizado la Fundación Jakobus para sus propios intereses. No están capacitados para asumir ninguna responsabilidad en la Fundación Markus», fue su ultima voluntad.

A Cäcile nunca le gustó su nuera y tampoco su prole era de su devoción. De los 25 millones de euros que los acuerdos permitían retirar como renta anual a cada rama de la familia, Babette y sus hijos se han ido comiendo cuatro veces más. Fiestas, coches de lujo, adquisiciones de obras de arte y viajes de placer continuos, una vidorra a costa del patrimonio familiar que disgustaba profundamente a la matriarca.

Se entiende. La vida de Cäcile estuvo marcada por el esfuerzo y la privacidad. Tenía una razón de peso. Su marido fue víctima de un secuestro en 1971. Por cierto que sus secuestradores, que fueron condenados a nueve años de prisión, murieron prácticamente al mismo tiempo. Uno de ellos, Joachim Ollenburg, a los 93 años el 7 de febrero de 2017, y su cómplice, Paul Kron, a los 87, cuatro días después. Theo Albrecht estuvo encerrado 17 días en un armario. Fue liberado tras el pago de un rescate de casi siete millones de marcos. Desde entonces, viajaba en coche blindando y cada día utilizaba un itinerario distinto para ir a trabajar. Se recluyó en su casa y en su negocio. Su esposa «Cilly» con él.

Cäcile ya le había echado el ojo a Babette. Su propio hijo le alertó de la frivolidad de ésta y de la holgazanería de sus hijos. No eran dignos de su herencia. Cuando Theo Jr. murió, en 2012, Cäcile intentó pararle los pies a la despilfarradora nuera. Aportó un documento en el que su hijo reducía la participación de sus herederos en la empresa a favor de su primo. El litigio aún sigue en manos de la Justicia, pero Babette, apodada entre tanto «viuda alegre» decidió esperar en brazos de la buena buena vida. Para compensar, dice ella, los años que pasó junto a un hombre enfermo y alcoholizado.

No hay sarao que Babette se pierda. Ya sea en el baile anual de la Ópera de Viena, en la fiesta de la cerveza de Múnich, en la semana de la moda de Berlín o en la entrega de premios, ahí esta Babette. Tanto le atrae la popularidad, tantas ganas de divertirse tiene la viuda millonaria, que ha llegado incluso a participar en un programa de televisión equivalente a Bailando con las estrellas. A la matriarca y a su sobrino, más pendiente del negocio que de otra cosa, su comportamiento les pareció «vergonzoso, indignante».

Cuando la matriarca murió, Babette y sus hijos no acudieron al funeral. No se sabe si por decisión de la muerta, del tío, portador de los valores de la familia fundadora, o porque les dio igual. Tampoco han dado la cara tras conocerse el contenido del testamento. «Por piedad y por decencia no vamos a valorar este asunto públicamente», han declarado a través de su abogado.

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