Antonio Catalán, fundador de NH y AC: “Me gustaría morir en mi despacho, pero eso sí, con la corbata puesta»

Antonio Catalán, fundador de NH y AC: “Me gustaría morir en mi despacho, pero eso sí, con la corbata puesta"
Antonio Catalán: “Me gustaría morir en mi despacho, pero eso sí, con la corbata puesta" RS

Un hombre hecho a sí mismo. Al fundador de NH y AC hoteles no hay reto que se le resista. Lo mismo se hace la ruta Jacobea en bicicleta -más de 900 kilómetros en apenas seis días- que construye uno de los mayores imperios hoteleros de España. Y todo, a partir de una gasolinera y tres millones de las antiguas pesetas, según recoge eleconomista y comparte Francisco Lorenson para Periodista Digital.

«Yo soy una mediocridad muy bien aprovechada. Y un tipo afortunado». Así es como se define a sí mismo el mayor empresario hotelero español de todos los tiempos. Antonio Catalán (Corella, Navarra, 1948) es generoso de palabra y le gusta bromear y descalzarse cuando está sentado a la mesa, y nadie le ve. «Un día, me estaba entrevistando Jesús Hermida en un programa de televisión en el que nos sentábamos en torno a una mesa camilla y me quité uno de los zapatos, que es algo que hago muy a menudo cuando nadie me ve. Pronto me di cuenta de que no podía encontrarlo, y perdí el hilo de la conversación. En esto, Hermida me espetó: ¿Es usted un genio?. Y sin pensarlo, respondí:  «Soy una mediocridad muy bien aprovechada. ¡Y hasta hoy!», confiesa a Status en uno de los salones privados de su buque insignia, el hotel Santo Mauro Autograph Collection, de Madrid.

«Yo reconozco que gobernar es muy complicado, pero esto ya nadie se lo cree»
Una respuesta tan brillante como sus inicios.»Mis comienzos hoy serían técnicamente imposibles». Se refiere a la  «buena boda» de su padre con su madre, sobrina del arcipreste de Corella (confesor de la mujer de Arrese, uno de los ministros de Franco). «Entre pecado y pecado, le dieron a mi padre una gasolinera y nos llegó la oportunidad de progresar. Pero la educación de aquel tiempo era estricta. Yo estaba interno en Vitoria desde los 10 años y no te imaginas el frío que pasaba. Y mi padre, pues era un hombre de su época. Yo no quería trabajar con él, eso lo tenía claro, y además, en este país estaba todo por hacer». Y así pasó de regentar una gasolinera a montar su primer hotel en Pamplona, en 1978. «Cuando me casé, junté tres millones de pesetas. El primero me lo dieron mis suegros para la entradita de algún pisito; otro que me dio mi padre, para no ser menos; y el tercero de la lista de bodas. Con esos tres millones empecé la historia de NH, que es mi historia y la de todo el equipo que ha estado a mi lado trabajando, tanto en NH como en AC, como en AC by Marriott, sin ellos hubiese sido imposible».

Catalán habla con naturalidad de su vida, su infancia en Corella y del éxito que llegó sin apenas buscarlo. «Yo siempre digo -asegura- que para triunfar en la vida hay que tener un 33 por ciento de inteligencia, el 33 por ciento de suerte y el 100 por cien de trabajo». O sea, que el factor suerte influye… «Sí, pero hay que ir todos los días hasta la estación. Vas allí y resulta que el tren no para; llegas otro día y no hay billete… Como se te baje la moral y no vuelvas a la estación, no llegas. Y si sigues yendo, un día resulta que hay billete, que el tren para y que, además, es el AVE; y de pronto, llegas a toda velocidad». ¿Y no tiene miedo a caer?  «El problema de los empresarios no es caer; ese riesgo existe y es elevado. El problema es levantarte; no rendirte ni tirar la toalla. Yo soy un afortunado, y no me canso de repetirlo, porque he tenido la suerte de vivir un momento en el que aquí no había hoteles. Y eso para NH fue una gran oportunidad». Tanto como para vender el grupo por 16.000 millones de pesetas de las de entonces…

«No voy a negar que me gusta la moda, pero reconozco que soy más clásico que unos mocasines Sebago»
«Yo vendí NH porque entra el grupo Cofir -el holding de Carlo de Benedetti, participado por los Albertos y BBVA. Alberto Cortina fue posteriormente consejero de NH, entre 1989 y 1993, y después, consejero de AC- y me ponen 4.500 millones de pesetas encima de la mesa… ¡y solo por el 33 por ciento! Cuando firmé la operación, casi no me salían las palabras. Acepté, claro, y cuando tienes todo ese dinero es cuando cometes errores de verdad». Y entonces, hace una señal, como abarcando el espacio… «Me dejé mil millones de pesetas aquí, en la reforma del Santo Mauro; así, de una; pero claro, es que tenía el dinero en el banco. Así que, llegué a un acuerdo de arrendamiento con el actual duque de Santo Mauro, dueño de este palacio, y ya llevamos 27 años aquí. Bueno, y ya puestos, me quedé también con el de Sevilla, que era el otro gran hotel de lujo que teníamos entonces». Pronuncia la palabra lujo despacio, disfrutando de su complejo significado, y la deja suspendida en el ambiente. Me doy cuenta de que un lujo es estar allí mismo con uno de los mayores empresarios hoteleros españoles, en los salones de este palacio de estilo francés, construido por el arquitecto leonés Juan Bautista Lázaro entre 1889 y 1902. Y un lujo también es, al llegar que te reciba el exministro Rafael Catalá, algo que puede parecer sorprendente, pero que, para quien frecuenta el hotel, resulta natural, ya que Catalá es el presidente de Belagua -la sociedad patrimonial que reúne todos los hoteles y contratos de AC Hoteles by Marriott, de la que Catalán es el socio mayoritario-.

Amigos antes que socios
En 2011, en plena crisis económica, Catalán firmó una joint venture con la estadounidense Marriott Internacional, cediéndoles el 50 por ciento de los AC. Hace unos meses, en marzo de este mismo año, saltó la noticia de la venta del otro 50 por ciento a Marriott, «pero en la misma operación, Marriott vende el 50 por ciento a la gestora ACHM, cuyo presidente, consejero delegado y socio al 50 por ciento soy yo, siendo el otro 50 por ciento de Marriott Internacional». Antonio Catalán, que es el único socio de Marriott Internacional en el mundo, nos explica, pacientemente, los detalles de una operación en la que reaparece como protagonista de su propia historia de éxito. Sin embargo, no todo ha sido bonanza y comodidad en la trayectoria empresarial de este encantador dandi navarro.

«En la crisis de 2008, lo pasamos verdaderamente mal, fueron años terribles. En momentos como aquel siempre me acuerdo de lo que me decía mi padre: el día que te vayan mal las cosas, cómprate un coche nuevo. Pasamos tres años muy malos, en los que llegamos a tener una deuda de 508 millones de euros, pero de puertas hacia fuera teníamos que mostrar un talante de aquí no ha pasado nada. Y luego, de puertas hacia dentro, pues todas las casas y la finca en venta, y eso solo para empezar a hablar. En este escenario, aparece de pronto Marriott, en 2011, y literalmente, nos salva la vida. Fue una operación rápida y debo decir que se portaron muy bien, porque como suele decir Arne -Arne Sorenson, presidente ejecutivo de Marriott Internacional-, que nos acompaña siempre a la ruta Jacobea: Antonio y yo somos, primero, amigos; y después, socios».

Retos de futuro
Pararse nunca es una opción para este hombre que lo mismo cierra una operación millonaria que saluda, uno por uno, a todo el staff de cualquiera de los hoteles que llevan sus iniciales. «En Estados Unidos, sobre todo, les encanta recibirme; incluso hacen cola para saludarme y esperan para hacerse selfies conmigo». Y no es de extrañar, dado el volumen de aperturas de hoteles al año. «Con AC by Marriott abrimos un hotel cada cinco días alrededor del mundo -cada año entran más de 800 nuevos hoteles en el grupo Marriott Internacional, que está compuesto por 30 marcas y más de 7.000 hoteles en 131 países-«. «Eso implica no poder pararte jamás y, además, tener que pensar mucho», sobre todo cuando la situación en España y en Europa no acompaña. «La quiebra del tour operador Thomas Cook y el Brexit están afectando a la industria hotelera, por supuesto, pero soy optimista, sobre todo teniendo en cuenta que España tiene los mejores gestores hoteleros del mundo. Estoy seguro de que el Brexit no va a ser tan duro como parece. Ten en cuenta que nosotros tenemos 18 millones de ingleses…». Una cifra tan contundente como el sonido de la repentina sirena de policía que Catalán tiene como timbre en el móvil. Al otro lado del aparato, su hijo Toñete, «el torero», a quien sigue por todas las plazas de España, quien llama para interesarse por su padre y por esta entrevista. «Yo, miedo, miedo, solo he tenido un par de ocasiones, al ver a mi hijo delante de un toro: una, en Valencia, el día del mano a mano con Ponce; el toro enganchó a Ponce y Toñete tuvo que matar dos toros. Tengo alguna foto de ese día que te pone los pelos de punta. Y en otra ocasión, en Palencia, en una corrida con Diego Urdiales y Paco Ureña -que además son amigos los dos-, en la que Paco recibió un meneo de mucho cuidado».

Catalán y Barcelona
Un apellido como el de Antonio exige la pregunta directa. ¿Cómo ves el turismo en Barcelona con la situación política tan difícil que estamos viviendo allí? «La sensación que yo tengo con Barcelona es que está sufriendo una caída paulatina. Es como cuando ves a tu abuela y piensas, está perdiendo; y vuelves al mes y te das cuenta de que está aún peor». Sin embargo, analizando los datos, no parecen tan negativos.»En Barcelona tienes el Palacio de Congresos en el mismo centro. Nosotros tenemos justo al lado cuatrocientas y pico habitaciones. Y en un radio de ir paseando tienes cuatro mil plazas hoteleras más. Por supuesto que la situación no ayuda, pero en cosa de un mes o poco más todo acaba volviendo a la normalidad y el turismo se acaba estabilizando de nuevo».

«Yo, miedo, miedo, solo lo he sentido un par de veces y ha sido al ver a mi hijo delante de un toro»
A pesar de que parece que vamos a entrar en un periodo de recesión… «Estamos viviendo momentos de mucha inestabilidad: Trump se levanta por las mañana y la monta con los chinos; al cabo de dos semanas, con los coreanos; luego está el lío de México; miras hacia Europa y te encuentras con el Brexit… y eso sin olvidar nuestra deuda. Casi te diría que a los que veo más tranquilos es a los italianos. Los italianos ni sufren ni padecen; da igual quién esté en su Gobierno, derecha o izquierda. Porque, ¿sabes qué pasa con los italianos? Que allí hay muchos más empresarios que aquí». Entonces, ¿España va mal? «A nivel turístico, España es un destino absolutamente claro. Primero por las magníficas infraestructuras que tenemos y que no las tiene ningún país, el AVE, los aeropuertos… Luego, porque tenemos un clima increíble; las islas Canarias, la Costa del Sol…; tenemos seguridad jurídica y seguridad sanitaria y, además, una situación estratégica en Europa». ¿Y la situación política? «A mí no me preocupa nada la política. Porque, ¿qué te vas a creer ya de los políticos? Si el 86 por ciento del país no se cree a los políticos. Yo reconozco que gobernar es muy complicado, pero esto ya nadie se lo cree». ¿Y qué me dice de los impuestos? «Yo soy de los que creo que los que ganan más, es decir, los grandes empresarios, son los que tienen que mantener el país. Pero, dicho esto, yo también exijo que se gestione mejor. Porque hemos transferido todo a las comunidades autónomas y nadie se atreve a meterse con lo que queda en el Gobierno central. Y por si eso fuera poco, nuestra esperanza de vida es altísima. Yo ya he cumplido 50 y 21, y a ver quién paga las pensiones de los sueldos del pasado con los sueldos del presente y del futuro».

Moda y estilo
Perfumado con una infusión de Prada, Catalán llega a nuestra sesión de fotos vestido de manera impecable, con un traje a medida azul marino de raya diplomática, zapatos de borlas de Bow Tie, camisa a medida, con las iniciales bordadas. «Las encargo cuando voy a Turín, en un camisero que hay junto al hotel, que tiene todas las telas de Loro Piana y ya se sabe mis tallas. Y luego las mando a bordar. A veces me preguntan si voy haciendo publicidad de mis hoteles… ¡pero si son mis iniciales!». Y por supuesto, con corbata… «Siempre. El otro día que iba en el AVE, me fijé en que nadie iba con corbata. Yo era el único. Es una pena, la corbata está desapareciendo». No hay más que echar un vistazo para intuir su interés por la moda. «Hay gente a quien le divierte gastar. A mí me divierte la bicicleta. Y no voy a negar que también me gusta la moda… pero soy más clásico que los Sebago». Y tan inteligente como para conjugar su estilo con la nueva modernidad que imprimen sus socios de Marriott, o el propio sistema hotelero, en su profunda evolución gracias a la irrupción de plataformas como Airbnb. «Este tipo de plataformas son necesarias e invitan a la actualización. De hecho, acabamos de lanzar una marca de Apartamentos de lujo, los Marriott Executive Apartments y los Marriott Home&Villas, y estamos en constante implementación de nuevos sistemas de comunicación con nuestros clientes. Detalles como poder elegir la habitación desde el móvil, restaurantes de calidad en los hoteles -principalmente en Londres y Japón-, y la capacidad de poder ofrecer siempre una atención premium, personalizada a cada cliente». ¿Le queda algo por hacer? «¡Me queda todo por hacer! Yo siempre digo que me quiero morir en el despacho, y con la corbata puesta. En plena faena. Porque nos vamos a morir todos, eso seguro. Pero yo, en una clínica llena de tubos, ¡no! Fíjate, lo que de verdad te envejece, es dejar la responsabilidad. El día que dejas de estar en el lío, al día siguiente estás muerto». Y se aleja por los salones del hotel, dando indicaciones a su equipo más cercano, mientras retumba la sirena de un móvil.

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