El economista y periodista Juan Ramón Rallo (Benicarló, Castellón, 1984) ya advirtió en la segunda mitad de 2007 de que estábamos entrando en una crisis profunda. Lo hizo en varios de los artículos contenidos en Crónicas de la gran recesión (2007-2009), un volumen que recopila una gran cantidad de textos que publicó durante esos años en medios como Libertad Digital o El Mundo y en los sitios web de think tanks como el Cato Institute.
El director del Observatorio de coyuntura económica del Instituto Juan de Mariana achaca la tardanza generalizada en detectar la crisis a que la mayor parte de los analistas adolecen de una «mala teoría» económica. Él explica que pudo advertir de lo que ocurría gracias a la teoría del ciclo económico de la Escuela Austriaca, una de las corrientes más importantes del pensamiento liberal en economía.
Este profesor de Economía en la Universidad Rey Juan Carlos y responsable de Opinión e Libertad Digital sostiene que:
Por desgracia, Occidente, sobre todo Europa, está dominado por la ideología socialista o de izquierdas. La Escuela Austriaca, la receta que te puede dar para una crisis es: O no hagas nada, porque probablemente te vayas a equivocar ya que tú eres político y normalmente como político te equivocas, pues más vales que te quedes quieto a que empeore la situación; o, si quieres mejorar las cosas, recorta el gasto sustancialmente, recorta impuestos, etcétera.
Como esto parece inaceptable, y también parece inaceptable no hacer nada porque parece que estás pasando de la población en unos momentos delicados, la respuesta, ¿cuál es? Pues tratar de fijarse en cuáles son los problemas de la ciudadanía desde una óptica izquierdista.
Por tanto, si el problema ha empezado supuestamente por no vender, ¿cuál es la solución? Pues vender. ¿Y cómo se vende? Pues si la gente no quiere comprar, el Estado les tiene que obligar a comprar. Sobre todo con gasto público o subsidiariamente bajando los tipos de interés para estimular de nuevo el endeudamiento, y que ese endeudamiento de manera privada afluya hacia esos stocks de vivienda o de cualquier mercancía que resulte invendida. Esto es un error. No es un problema de demanda, es un problema de oferta.
Disiente de quienes defienden que hace falta más regulación de los mercados financieros, puesto que desde su punto de vista ya están regulados en exceso y además de forma incorrecta.
Si no tenemos derechos de propiedad bien definidos, es decir: dinero privado, bancos centrales que no sean monopolísticos, sino que estén en régimen de competencia, y leyes concursales que se apliquen inmediatamente a la banca, es decir, que si está en suspensión de pagos que se la intervenga por los acreedores; la buena regulación consistiría en una regulación prudencial dentro de este marco privilegiado -para la banca-. Que se impidan grandes descalces de plazos, es decir, desajusten entre el activo y el pasivo, y apalancamientos extraordinarios por parte de la banca.
Tras explicar que la política económica de Zapatero ha sido en todo momento errónea, critica que el líder del PP atacara al presidente del Gobierno cuando emprendía «tibia» liberalizaciones acusándole de casi desmantelar el Estado del bienestar.
El problema del discurso que ha mantenido Rajoy es que es una incógnita total. Puede ser un insensato o un oportunista. Prefiero que sea un oportunista, de momento. Puede ser un insensato y que Bruselas le reconduzca, y en ese caso tendríamos un escenario que bueno… Si al fin y al cabo se deja intervenir y hace caso a Bruselas podríamos tener las reformas que necesitamos.
Niega además que el anterior presidente de EEUU sea un ejemplo de liberalismo. Al contrario, repasa con datos cómo intervino mucho en la economía.