Desde el estallido de la crisis de la deuda, España ha emprendido contundentes medidas para recortar los costes laborales y reavivar las exportaciones, convirtiendo al país en el nuevo modelo del régimen europeo de austeridad.
Nuevos datos de la OCDE revelan que, sólo en el último año, España redujo la distancia de sus «costes laborales unitarios» con Alemania en un 5,5%.
Desde finales de 2011, recuperó el 4,6% frente a Francia y el 6,6% frente a Austria, mientras reduce salarios y aplica una política de tierra quemada de «devaluación interna».
Luis María Linde, gobernador del Banco de España, asegura que dentro de dos años el país habrá recuperado «casi todo» el terreno perdido durante los primeros desastrosos años de pertenencia al euro.
Desde 2008, el aumento total de la competitividad frente al resto de la eurozona ha sido de 10 puntos porcentuales. .
Con todo, los economistas creen que aún no está en absoluto claro si España está persiguiendo el objetivo adecuado, ni siquiera si podrá recuperarse dentro de la eurozona. La deflación ha elevado la tasa de paro al 26,2%, 55,9% en el caso de los jóvenes.
«Esto ha tenido un coste masivo. Si se deja a una generación entera sin trabajo, se estará dañando la tendencia de la tasa de crecimiento durante mucho tiempo», afirma Marchel Alexandrovich, de Jefferies Fixed Income.
«Si esto continúa, cada vez se instará más a que se tomen soluciones drásticas, y la gente se preguntará si el euro es la moneda adecuada para España».
El Profesor Charles Wyplosz, de la Universidad de Ginebra, cree que la estrategia impuesta por Alemania y Bruselas es errónea.
«Existe la visión generalizada de que la falta de competitividad en el Sur es la causa de la crisis, pero estos desequilibrios sólo son un síntoma».
«El verdadero problema de España era la burbuja inmobiliaria, pero acabar con ella de forma tan brutal se traduce en un grave desaprovechamiento del talento de la gente, y en un derroche de dinero».
El Profesor Wyplosz cree que las políticas de contracción que se están aplicando en toda la eurozona están dificultando las cosas.
«Puede que se produzca un milagro, pero es más probable que la recesión europea se prolongue durante 2013 y 2014, y quién sabe cuánto más».
En España, la austeridad empezó realmente en 2010, con la rebaja del 5% en los sueldos públicos, y se agudizó el pasado julio con la suspensión de la decimocuarta paga, equivalente a una rebaja del 7,1%. Incluso el Rey Juan Carlos asumió recortes.
El contraste con Italia resulta sorprendente. Los datos de la OCDE ponen de manifiesto que los costes laborales italianos han seguido aumentando a pesar del permanente y drástico endurecimiento fiscal, quedando incluso por detrás de Alemania en los últimos dos años.
«El panorama de Italia es desolador. Van en la dirección opuesta a todos los demás», declaró Raoul Ruparel, de Open Europe.
«Mario Monti no ha hecho ningún avance real en materia de reforma laboral».
El Gobierno del tecnócrata Monti no consiguió dar solución al problema que lleva frustrando a Italia desde hace 60 años: la rígida estructura por la que el sueldo de los trabajadores de la vanguardista Lombardía equivale al de los trabajadores del soporífero Mezzogiorno.
Las reformas se vieron diluidas por la Izquierda en el Parlamento y terminaron en un compromiso que concede a los jueces la última palabra sobre quién puede ser o no despedido, lo que no complace a nadie.
Al menos España ha seguido el guion escrito por Bruselas, empezando por poner fin al conjunto de prácticas restrictivas que databa de la era de Franco. Las reformas son sin duda necesarias.
En cuanto a la facilidad para hacer negocios en el país, España se sitúa en el puesto número 44 del Banco Mundial, cayendo al 136 en lo referente a montar una empresa; al número 100 en cuanto a la protección de los inversores; al 70 para obtener de electricidad y al 64 para el cumplimiento de contratos.
Los recursos de la economía española son dinámicos. Las exportaciones han crecido a un ritmo frenético, conducidos por los productos de alta tecnología de los ejes industriales del País Vasco y Navarra.
Los cargamentos se han elevado un 27% desde 2009, porcentaje comparable al de Alemania, y muy superior al de Francia.
El actual déficit por cuenta corriente se ha reducido este año del 10% al 2% del PIB, y podría equilibrarse el año que viene.
Algo muy discutido es si esta circunstancia se debe o no al desplome del consumo interno, de un 18% con respecto a su máximo. En caso afirmativo, el déficit volvería a dispararse cuando se reactive el crecimiento.
El mes pasado, Standard&Poor advirtió que, en cualquier caso, el sector de las exportaciones es demasiado pequeño para salvar la situación, y no evitará que se produzcan más rebajas de la calificación crediticia. Las exportaciones representan el 30% del PIB y «no pueden por sí solas recuperar el crecimiento» en un momento de profunda contracción de las inversiones y la demanda interna.
Jacques Cailloux, de Nomura, cree que durante la crisis de la eurozona se ha abusado de la cuestión de los costes laborales, aportando más sombras que luces.
Los mayores recortes se han llevado a cabo en los sueldos del sector público, con pocos cambios en el «sector comerciable», que es el más importante.
Es demasiado pronto para concluir que España está a salvo.
«Han pasado cinco años desde el estallido de la crisis, pero los bancos españoles acaban de iniciar el desapalancamiento».
«Los costes de financiación de las empresas son casi tan malos como siempre, a pesar de la caída de 300 puntos básicos en la rentabilidad de los bonos soberanos desde la intervención de Draghi (comprometiéndose a comprar bonos), lo que pone de manifiesto que el mecanismo de transmisión sigue roto».
«Tanto si lo llamamos recesión o depresión, es algo malo, y continuará en 2014. Creemos que la política de la eurozona sigue siendo generalmente inadecuada».
Las autoridades de la UE siguen centradas en el Santo Grial de la deflación salarial, convencidas de que la política está por fin dando sus frutos.
Las democracias de estos países tendrán la última palabra.