Un año negro digno de ser olvidado en el que lo único que ha subido es el paro y los impuestos
El desempleo es la primera preocupación de los españoles, y no es para menos. En 2012 España «fabricó» 691.700 nuevos parados o, lo que es lo mismo, 1.895 parados al día que se han ido sumando a los 5.273.700 con los que se cerró el año 2011.
La incapacidad de la economía española para crear empleo es ya crónica. Destruye puestos de trabajo desde hace cinco años, y no hay perspectivas de que la tendencia se revierta en el corto plazo.
Como explica Fernando Díaz Villanueva en ‘La Gaceta’, las razones de la pesadilla laboral que azota a España son variadas.
La principal es el marco de relaciones laborales, que, a pesar de la reforma laboral del año pasado, sigue siendo muy rígido.
También influye la sequía crediticia de los bancos, que imposibilita la creación de nuevas empresas, especialmente pymes, y la recrecida carga fiscal de la era Rajoy.
Todo se combina para hacer de España el campeón mundial del paro.
El empleo, o la falta del mismo, es el origen de casi todos los males económicos que afligen al país. Sin gente trabajando es difícil que se cree riqueza y, naturalmente, las recaudaciones fiscales caen en picado.
Esto último ha ocasionado que el sector público se vea obligado a acometer un titánico ajuste.
En España la crisis ha hecho crecer la nómina de empleados públicos hasta cotas nunca vistas antes. Una sobrecarga sobre un sector privado que no levanta cabeza desde 2008.
A estas alturas de la crisis, ya metidos de lleno en el año 2013, no existe indicador que resista el más mínimo escrutinio.
A excepción del repunte de las exportaciones, al que se ha agarrado el Gobierno en las últimas fechas, todo en España mal, muy mal o directamente es un desastre sin paliativos.
La industria y el transporte en mínimos históricos
A lo largo de 2012 el consumo eléctrico cayó un 1,7%, lo que se suma al 4,3% que ya descendió en 2011.
Por trimestres el que registró una caída más acusada fue el cuarto, durante el cual los españoles consumimos un 2,1% menos electricidad que el último trimestre del 2011.
Un país que no funciona no consume electricidad. La ecuación es simple.
El consumo de electricidad es la otra cara del derrumbe en la producción industrial, que en 2012 se marcó una caída del 3,75%.
Y eso a pesar de que las exportaciones de bienes manufacturados como los automóviles se comportaron francamente bien.
El Índice de Producción Industrial (IPI) cayó a plomo durante los tres primeros trimestres para recuperarse en el último, aunque no lo suficiente para poner el índice en números negros.
Con todo, los malos datos del IPI serían una bendición en ciertas industrias como la de la fabricación de cemento, que en 2012 se desplomó un 33,4% con respecto al año anterior, que ya fue malo.
El cemento se emplea en obras públicas y viviendas. Las primeras mantuvieron la demanda durante un tiempo, pero las restricciones presupuestarias han acabado con el maná.
La obra pública marca hoy por hoy mínimos históricos mientras abundan por todo el país las obras a medio terminar en espera de nueva financiación. La vivienda, por su parte, sigue cayendo sin remedio.
En 2012 los visados de obra nueva cayeron un 44,2%, es decir, se ha situado a niveles de 2009, cuando los visados cayeron un 58,1% con respecto a 2008. Luego la tendencia se moderó. En 2010 cayeron un 17,3% y en 2011 un 14,6%.
En el último año en España se han fabricado un 10,8% menos de bienes de equipo, que son los empleados por la industria en las primeras fases de la cadena de producción.
Si la industria de bienes de equipo no tira la de bienes de consumo tampoco. En 2012 la fabricación de los mismos cayó un 3,9%, una caída más a sumar a las de los años anteriores que se cifraron en un descenso promedio del 4%.
La cadena entre las dos industrias, la de equipo y la de consumo, que no es otra que el transporte de mercancías por carretera cayó un 2,8% más sobre las caídas de años anteriores.
El consumo, hundido
La producción de bienes de consumo va pareja a las ventas del comercio minorista, cuya crisis no remite. Las ventas en las tiendas caen a un promedio de un 4,6% desde 2009.
El año pasado ese promedio se superó con creces marcando un récord con un acusado descenso del 6,6%.
Muy relacionados con este indicador están los ingresos del turismo, que en 2011 subieron un 8,6%. El año pasado descendieron de nuevo, un 0,4% lastrados por el pésimo comportamiento de la temporada otoñal.
Una buena parte de esos turistas llegan a España en avión. El tráfico aéreo de pasajeros lleva varios años bajando y 2012 no fue una excepción.
Un 4,8% menos de tráfico con respecto a 2011, un año en el que este indicador ya había descendido un 6% con respecto a 2010. España no sólo está llena de aeropuertos, sino que estos aeropuertos cada vez tienen un tráfico menor de aeronaves.
La crisis ha venido acompañada de altos precios en el petróleo, cosa que no sucedió durante la recesión de los noventa.
El barril de crudo, la voracidad fiscal del Estado y la parálisis de la producción y la demanda ha ocasionado que el consumo de gasóleo persevere en su caída. En 2012 esta caída fue del 5,3% frente al 3,7% de 2011 y el 1,2 de 2010.
Los combustibles fueron un 8% más caros en 2012 que en 2011. En el caso de la gasolina la bajada de consumo ha alcanzado niveles inauditos con una caída del 7%.
Gasolina cara para cada vez menos automóviles. La matriculación de vehículos se ha dejado un 13,6% en el último año, y eso gracias a que en el primer trimestre el descenso fue menor, de sólo un 1,9%.
En el último, ya incorporando todos los nuevos impuestos, la caída de matriculaciones fue de un espectacular 21,2%.
El del automóvil es uno de los sectores que, tradicionalmente, más han invertido en publicidad, otro indicador que marca mínimos históricos.
En 2012 la inversión publicitaria se desplomó un 18%, lo que ha agravado la crisis profunda que atraviesan los medios de comunicación que están recurriendo masivamente a expedientes de regulación de empleo para sobrevivir.
Esos expedientes, los temidos ERE, proliferaron durante el año que acabamos de dejar atrás.
La afiliación a la Seguridad Social cayó un 4%, pésimo dato que hay que sumar al incremento de un 11,6% en las cifras de desempleo y la reducción del número de autónomos en un 1,5%.
En una economía así, devastada y que se descapitaliza a pasos agigantados, lo lógico y esperable es que el mercado de valores se resienta. Y así ha sucedido.
El IBEX 35 valía a 31 de diciembre un 6,3% menos que un año antes. Un año negro digno de ser olvidado en el que lo único que ha subido es el paro y los impuestos.