Y es que la baronesa sospecha que la Agencia Tributaria quiso usarla para dar un escarmiento público a su costa
Desde la llegada de Cristóbal Montoro al Ministerio de Hacienda, el titular ha destacado por hacer uso de insinuaciones sobre irregularidades con el fisco.
De hecho, esa actitud de Montoro causó profundo disgusto incluso entre sus propias filas, donde no faltaron quienes alertaron de que el ministro, con sus insinuaciones sobre empresas y personalidades, podría darle un disgusto al Ejecutivo.
Tal vez por esos mimbres la baronesa Tita Thyssen está convencida de que la Agencia Tributaria la ha intentado emplear como un «ejemplo» de escarmiento.
Según se relata en El Mundo, la baronesa recibió la visita de agentes de la Guardia Civil cuando estaba en su yate, el Mata Mua, anclado en el puerto de Ibiza el pasado 30 de julio.
La visita sorprendió a la Thyssen, que se encontraba acompañada por su hijo Borja, su nuera Blanca Cuesta y sus nietos. Pero atendió a los agentes mientras se congregaba una multitud de curiosos ante el buque.
Sin embargo, los números de la Guardia Civil eran la escolta de otros agentes, pertenecientes a la Agencia Tributaria, que tras el despliegue se limitaron a entregarle una carta en la que le comunicaban la apertura de un expediente fiscal de inspección de las declaraciones de 2011 a 2013.
¿Un show innecesario?
El modo de proceder dejó estupefactos a todos los presentes, que no entendieron por qué se llevaba a cabo una operación de ese tipo para comunicar una carta.
Y es que la baronesa, que ya había tenido dos inspecciones fiscales por las que abonó cerca de dos millones de euros, se tomó muy mal las formas.
Un enfado más intenso porque sus abogados estaban en contacto con la Agencia Tributaria por dichas inspecciones y porque su domicilio en España es otro.
En esta ocasión el fisco investiga un asunto derivado de la nacionalidad suiza que ostenta la baronesa, cuya residencia fiscal también se encuentra en dicho país.
La Agencia Tributaria quiere ver si Tita ha sobrepasado los 183 días de límite de permanencia fijados, en cuyo caso sería considerada una ciudadana española más a afectos de tributación.
Según parece, la baronesa transmitió su enfado por lo sucedido a través de una carta remitida a La Moncloa.