El impacto del debilitamiento chino en la economía española se limitará a unas décimas de PIB

España esquivará sin contratiempos la crisis China por la caída del petróleo

El gigante asiático afecta a nuestro PIB de forma indirecta vía Alemania y América Latina

España esquivará sin contratiempos la crisis China por la caída del petróleo
El Banco Popular de China y su moneda, el yuan. EP

Se eleva la vigilancia sobre la deflación ante el cóctel de crudo y materias primas baratos

El impacto del debilitamiento chino en la economía española será limitado, de unas décimas de PIB, pero quedará prácticamente anulado por el efecto positivo del abaratamiento del crudo y las materias primas.

Es la conclusión común de los expertos consultados por elEconomista, quienes añaden que la repercusión del debilitamiento del gigante asiático en España será indirecta, debido a que la segunda economía del mundo no se encuentra entre nuestros destinos exportadores principales, pero sí Alemania y América Latina, mucho más permeables a la atonía china.

Los analistas consultados por Isabel Acosta de ‘El Economista’ señalan que el frenazo chino se produce en un contexto de bajos precios del crudo, en torno a los 50 dólares, y de las materias primas que abaratan nuestra factura energética y nuestras importaciones hasta prácticamente anular el menoscabo que puedan sufrir nuestras exportaciones.

Además, señalan que la inversión directa china en España no representa una cuota significativa que suscite riesgos.

Al margen de este cóctel de factores que puede neutralizar el impacto en España, señalan que los Bancos Centrales estarán aún más vigilantes y ponderados a la hora de aquilatar o redirigir sus políticas para combatir un eventual escenario de deflación.

El presidente de Freemarket, Lorenzo Bernaldo de Quirós, vaticina una repercusión «absolutamente marginal» en España, debido fundamentalmente a que la cuota de inversión directa china en nuestro país es exigua.

Coincide en la previsión de un impacto leve en España, el profesor del CEF, Juan Fernando Robles, quien aduce que el debilitamiento chino no acecha como un factor aislado, sino acompañado de un entorno de bajos precios de crudo y materias primas, capaces de neutralizar el eventual impacto negativo de China.

Además, el profesor del IEB Miguel Ángel Bernal también apunta a una repercusión reducida, inserta en un contexto de recuperación de nuestra economía, que ya se ha trasladado al empleo.

El también profesor del IEB y socio de China Capital, Javier Santacruz, hace valer el argumento de que China no es nuestro principal destino exportador, algo que también destaca el director de Inversiones de Tressis SV, Víctor Alvargonzález. Por su parte, el economista Juan Ramón Caridad descarta un efecto significativo sobre el crecimiento español «pese a que la devaluación del yuan suponga, de facto, que China exporta deflación y menor crecimiento».

En este sentido, advierte Caridad de que el mayor riesgo sería que comenzase a enquistarse un escenario deflacionista, junto con aumentos de inventarios y depresión del consumo. En ese caso, indica, la pelota estaría en el tejado de los Bancos Centrales.

Petróleo barato

El crudo Brent, de referencia en Europa, se mueve en el entorno de los 50 dólares, cerca de los mínimos de 2009, lo que supone un abaratamiento de nuestra factura energética, y según los expertos representa un acicate para el crecimiento español -señalan Caridad, Robles y Bernal- que compensará el efecto negativo de China sobre nuestras exportaciones, máxime cuando ese abaratamiento del crudo procede de un exceso de oferta y no de caída de la actividad. Se calcula que la factura española en petróleo y gas descendió en 8.000 millones durante el primer semestre.

Impacto indirecto

Aunque los analistas no niegan una repercusión indirecta de la atonía del gigante asiático en España -vía Alemania y América Latina- apuntan que nuestras exportaciones no se ralentizarán de forma ostensible porque China no es destino principal de las ventas españolas al exterior.

«China nos vende más de lo que nos compra», zanja Bernal, lo que explica que la eventual ralentización de las exportaciones será residual, mientras que el abaratamiento de las importaciones procederá, explica, de tres frentes: el crudo barato, las materias primas, y la devaluación del yuan.

Según datos de Comercio del Ministerio de Economía, correspondientes al primer semestre del año, sólo el 1,7 por ciento de nuestras exportaciones van a China, frente al 65 por ciento de ventas a países europeos (intra y extracomunitarios), siendo Francia el primer socio comercial, con una cuota del 15,9 por ciento, y Alemania, con el 10,8 por ciento, el segundo destinatario.

Así pues, la economía comunitaria que más vende a China, la germana, no es de la que más dependemos. Sí es cierto, dice Bernal, que Alemania se verá afectada y puede reducir sus compras a España, «eminentemente en el segmento de componentes de automóvil», precisa Javier Santacruz.

En el mismo sentido, otros países pueden comprar menos a España si sufren por China, concretamente, las economías emergentes de América Latina, explica Robles.

Las exportaciones españolas a Latinoamérica suponen el 5,9 por ciento del total y podrían verse afectadas no sólo porque estos países se contraigan tras vender menos a China, sino por la deriva del precio de las materias primas.

En resumen, la debilidad en que está incurriendo el gigante asiático provocará que el gran comprador del mundo reduzca sus adquisiciones al exterior, con especial incidencia en economías emergentes sudamericanas y también asiáticas, y dentro de Europa, afectará a su principal vendedor, Alemania, pero no tanto a España, cuyo sufrimiento puede venir como efecto de segunda vuelta, por una eventual reducción de las compras germanas a nuestro país en la medida que Berlín acuse el impacto de las decisiones de Pekín.

Inversión exigua

Por otro lado, Bernaldo de Quirós destaca que «las relaciones hispanochinas en inversión directa es irrelevante respecto del total», lo que supone que tendrá poco impacto el debilitamiento de la segunda economía del mundo en territorio español.

El profesor Santacruz destaca que los sectores más afectados en este sentido serán el constructor, el farmacéutico y el del automóvil.

Aunque indica también que el cambio de paradigma en el gigante asiático supone una traslación a un modelo más apoyado en el consumo. Ese esquema podría deparar, razona Santacruz, una recomposición de las exportaciones al país asiático, por ejemplo, de coches, reduciéndose las ventas de alta gama mientras aumenten las de vehículos de gama media o baja.

Importaciones

Los analistas consultados por elEconomista también coinciden en destacar el viento a favor que soplará vía importaciones, al mermarse su coste por varios motivos: el abaratamiento del crudo, la caída del precio de las materias primas, la devaluación del yuan, y el hecho de que en el actual clima global se está «forzando a una rebaja de precios de determinados productos por la mayor debilidad de la demanda mundial porque los competidores bajan precios y porque las economías extracomunitarias a las que exportamos muestran signos de debilidad».

De hecho, el último dato de precios de importación, publicado ayer por el Instituto Nacional de Estadística, sitúa el IPRIM, índice de precios de importación, en una caída interanual del 3,8 por ciento en julio e informa de que viene cayendo desde abril, sumando ya 29 meses consecutivos en negativo.

Según datos oficiales, el conjunto de nuestras importaciones procedentes de Asia y Latinoamérica suma una cuota del 25 por ciento, muy superior al 16 por ciento conjunto que les exportamos, lo que permite que el abaratamiento de nuestras compras neutralice unas menores ventas, sentencia Robles.

Empresas en China

Pese a vaticinar un efecto negativo limitado en nuestro país, los expertos identifican los colectivos que serán más permeables a China.

Se trata, en primer lugar, de las empresas españolas que operan con el país asiático, así como aquellas con intereses en Latinoamérica y Alemania que se verán afectadas por vía indirecta.

Respecto a las primeras, Robles enumera dos impactos negativos. Las empresas con operaciones en China verán mermados los beneficios que repatríen por la devaluación del yuan, al tiempo que acusarán una menor cifra de negocio en la medida que el consumo chino se resienta.

Además, apunta el experto que el sector financiero también obtendrá menos beneficios de intermediación al contraerse la actividad y la cartera de clientes. Respecto a las segundas, apuntan efectos similares, pero comunicados a través de otros países afectados por el gigante asiático.

Pies de barro

El gigante asiático se ralentiza y asiste a una revisión a la baja de sus previsiones de crecimiento. Ya se descarta un PIB al 7 por ciento para los próximos tres años, según Goldman Sachs y Moody’s.

Según Bernaldo de Quirós, el problema económico chino es estructural, y procede de las burbujas inmobiliaria, bursátil y crediticia, que en su descomposición vienen a chocar con un agotamiento del modelo de crecimiento.

Repercusión en Europa

Los expertos consideran que Europa no es el Continente más afectado por el debilitamiento chino. Indican que sufrirán primero las economías emergentes, después Estados Unidos y sus principales socios, y en tercer lugar Europa.

Así lo explica Santacruz, que señala como países permeables en primer lugar a Tailandia, Malasia y Filipinas, cuyo debilitamiento no impactará fuertemente en España.

En segundo lugar, la atonía china afectará a Estados Unidos, al tener más operaciones con la primera economía del mundo que con Europa. Como consecuencia, sufrirán países que operen en dólares, con PIB muy dependiente de las materias primas o en la órbita de EEUU, como Canadá -que ya ha entrado en recesión-, México, Australia y Nueva Zelanda.

En tercer grado, afectará a Europa, protegida frente a China gracias a que la mayoría de sus operaciones son intracomunitarias.

Deflación

Los expertos consultados por elEconomista destacan que el cóctel de factores que se cierne sobre la economía mundial -debilitamiento chino, recuperación menos vigorosa de lo esperado, materias primas baratas y caída del petróleo- añade riesgos para un escenario deflacionista.

Destacan que, de momento, las previsiones de inflación no apuntan en ese sentido, y además ven un lado bueno al hecho de que haya que aguzar la vista sobre síntomas deflacionistas, al suponer que los Bancos Centrales estarán más vigilantes para que no se ponga en duda la efectividad de las políticas monetarias no convencionales.

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