El crudo ejerce de bálsamo para contener las debilidades que acechan al crecimiento global

El barril de petróleo recupera un 70% de su valor y ahuyenta el fantasma de la deflación

La presión para que la Fed suba tipos aumenta, con los emergentes temblando por esa posibilidad

El barril de petróleo recupera un 70% de su valor y ahuyenta el fantasma de la deflación
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Los efectos de la riqueza se han disipado y la política acomodaticia y la caída del crudo ha fomentado el ahorro

La economía mundial pende de un menudo hilo que parece haberse reforzado tras el rebote de los precios del petróleo. Esta semana, el barril estadounidense tocaba máximos de seis meses y sumaba en abril un repunte del 20 por ciento.

ExplicaJosé Luis de Haro en ‘El Economista’ este 14 de mayo de 2016 que desde que los precios del crudo tocasen mínimos en 13 años a mediados de febrero, cuando el Brent tonteó con los 27 dólares y el West Texas Intermediate hizo lo propio con los 25 dólares, ambos han recuperado ya hasta un 70 por ciento de su valor.

Una tendencia alcista motivada por la tensa calma que se respira en los mentideros globales, donde el ajuste chino parece estar controlado, el dólar ha moderado su escalada alcista y oferta y demanda de crudo podrían estar condenadas a entenderse en un futuro cada vez más cercano.

«Los precios están mejorando más rápido de lo previsto», reconoce Francisco Blanch, estratega jefe de materias primas en Bank of America Merrill Lynch.

A su juicio, la aún débil producción industrial en muchos países emergentes, los altos inventarios o la entrada de Irán en el mercado parecía que retrasarían el repunte hasta el verano. «Sin embargo, el aumento temporal de la demanda, la política monetaria acomodaticia y la caída en la producción de esquisto han adelantado el impulso», aclara, al tiempo que incide en recalcar que «mientras el crash en los precios fue un evento que podemos catalogar como lineal, la recuperación no será así». Recordemos que desde que la producción estadounidense de crudo tocase techo, ha caído en alrededor de 600.000 barriles diarios.

En este sentido, los expertos todavía estiman que el crudo a este lado del Atlántico volverá a situarse en 39 dólares por barril a finales de septiembre, con Arabia Saudí sin mostrar señal de querer frenar los vaivenes en los precios.

Aún así, tras este breve traspiés «los precios volverán a subir», indica el estratega de Bank of America, quien sitúa el barril estadounidense en los 54 dólares el barril. Algo que además impactará en el aumento de precios. «El incremento del crudo y la posibilidad de que el dólar vuelva a subir cuando la Fed vuelva a subir los tipos podría hacer que la inflación comience a subir con fuerza», avisa Richard Koo, economista jefe de Nomura.

La Fed, pendiente

El pasado jueves altos funcionarios de la Fed advertían que los fundamentos económicos no son tan endebles como el mercado interpreta, más después de que la mayor economía del mundo creciera un 0,5 por ciento en el primer trimestre y sólo se creasen 160.000 empleos en abril.

«La incertidumbre económica no debe paralizarnos», aclaraba Loretta Mester, presidenta de la Fed de Cleveland desde la Isla de Reichenau en Alemania al hacer referencia a la próxima subida de tipos que acecha a EEUU. «El mercado sigue siendo demasiado pesimista sobre la fortaleza económica», matizaba desde Nuevo Hampshire, su homólogo en la Fed de Boston, Eric Rosengren al mismo tiempo que Esther George, de la Fed de Kansas City ponía la guinda al reiterar que «los tipos son demasiado bajos».

Pero, ¿impactará la recuperación del petróleo en los consumidores?. Como manifiesta Peter Cooper, economista de Deutsche Bank en Nueva York, el gasto del consumidor norteamericano se ha desacelerado en los últimos meses mientras crece la tasa de ahorro.

«Los efectos de la riqueza se han disipado y la política acomodaticia y la caída del crudo ha fomentado el ahorro».

Dicho esto, si los precios mantienen su tendencia alcista y el billete verde coge algo de impulso, la presiones inflacionistas se acelerarán, algo que podría cambiar la actitud de los consumidores.

Como destaca Tom Doggett, portavoz de la Administración estadounidense de Información Energética, «el repunte del petróleo pasará a los consumidores a la hora de llenar su depósito. Este verano los estadounidenses pagarán la gasolina más barata desde 2004, y una familia media pagará 900 dólares menos en gasolina que hace dos años».

Europa y China, protegidas

Una dinámica que también se reflejaría en los precios en la eurozona, aunque en el caso del Viejo Continente, factores políticos como el Brexit o las negociaciones sobre el próximo programa de ayuda a Grecia prometen incrementar la incertidumbre durante el verano.

Aún así, los estímulos del Banco Central Europeo (BCE), que además de comprar deuda soberana comenzará a engullir bonos corporativos a partir de junio, garantizarán la recuperación a corto plazo. Mientras tanto, un impulso en los precios del petróleo ofrecerá algo de alivio a los países productores, especialmente dentro de los mercados emergentes.

Una pieza clave en este complicado rompecabezas está en China. El ajuste al que se enfrenta sigue su curso y el país parece haberse estabilizado. Pese a que la demanda seguirá notando los efectos de una menor dependencia en la industria convencional, las importaciones de crudo del gigante repuntaron en abril hasta alcanzar su segunda cifra récord.

Una recuperación atípica

La recuperación de la economía mundial está siendo atípica e irregular. Desde que la Fed pusiera fin a la respiración asistida en EEUU en forma de tres rondas de compras de bonos y activos respaldados por hipotecas, allá por octubre de 2014, y posteriormente los bancos centrales de Japón y Europa tomasen nota de este atípico a la par que excepcional recetario, palabras como divergencia, estancamiento secular o, peor aún, deflación, dominan el escenario. Un convalecencia que desde hace dos años ha estado atrofiada por el desmoronamiento en los precios de las materias primas, con el petróleo como gran lastre.

En un primer descalabro que comenzó en 2014 y continuó evaporando los precios del Brent y el West Texas en 2015, cuando ambos tipos de crudo borraron un 53 por ciento de su valor, se quiso edulcorar la situación destacando los efectos positivos que el petróleo barato tendría para las economías importadoras. Incluso el FMI consideraba que este fenómeno debería impulsar en al menos medio punto el crecimiento mundial. Y es que, ¿quién se opone a pagar menos por llenar depósitos de su automóvil?

Sin embargo, las secuelas de los derroteros tomados por el oro negro impactaron de lleno en los países exportadores. Desde Arabia Saudí hasta Rusia o Noruega han sufrido devaluaciones, rebajas de tipos de interés y recortes por el estacazo del crudo. Incluso en EEUU, estados como Alaska, Dakota del Norte, Virginia y Wyoming eran pasto de la recesión mientras las empresas energéticas mordían el polvo por su falta de liquidez. Si no que se lo digan a los 21.300 millones de dólares en préstamos energéticos de Bank of America Merrill Lynch o los 17.000 millones de dólares de Wells Fargo

Aun así, la relativa debilidad del dólar y el repunte del petróleo han apaciguado a la bestia, cuyo sueño puede verse interrumpido en los próximos meses si el Brexit se materializa, Grecia impaga o la Fed actúa de nuevo.

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