En estas circunstancias, Rajoy se daría por satisfecho si se alcanzara la normalización en Cataluña, se cerrara un nuevo sistema de financiación autonómica y España cumpliera con sus objetivos económicos.
Ni principios ni leches, la pasta. Hablamos del PNV.
El Pleno del Congreso de los Diputados ha aprobado este miércoles 23 de mayo de 2018 los Presupuestos Generales del Estado de 2018 con el apoyo del PP, Ciudadanos, el PNV, Unión del Pueblo Navarro, Foro Asturias, Coalición Canaria y Nueva Canarias.
Estos partidos, con los 176 escaños, que conforman la mayoría absoluta, se han impuesto al resto de grupos.
Ahora los Presupuestos pasarán por el Senado y tras su aprobación volverán al Congreso donde recibirán el visto bueno definitivo la última semana de junio.
La clave de la aprobación la ha decidido unas horas antes de la votación el Euzkadi Buru Batzar (EBB), máximo órgano del PNV, con su respaldo a las cuentas del Gobierno alegando que lo hace «por responsabilidad«, después de haber condicionado este apoyo a la retirada del artículo 155 de la Constitución.
Los nacionalistas vascos, para los que el dinero es casi todo, han llevado el suspense «hasta el último minuto», pero en el límite ha anunciado que salvaba los Presupuestos a pesar de no haberse cumplido el requisito que exigió al Gobierno Rajoy como condicion ‘sine qua non‘ para apoyarlos.
La aprobación de los Presupuestos permite al Ejecutivo seguir adelante con sus planes económicos, y enviar un mensaje de confianza a la Unión Europea.
En el peor de los casos para el Gobierno, tendría que prorrogar los Presupuestos de 2018 en 2019 si no consigue un nuevo acuerdo a finales de este año. Con esa prórroga llegaría sin dificultad al año electoral, el 2020.
Como se ha visto en los dos últimos años, la prórroga presupuestaria no supone ningún drama. En La Moncloa sostienen que estas cuentas son «buenas» y llegado el caso podrían servir para un año y pico más.
Rajoy puede seguir, por tanto, con su política económica, con algún ajuste añadido por los acuerdos con el PNV, sobre todo en materia de pensiones. Capítulo aparte son sus planes políticos.
La prioridad sigue siendo Cataluña. En La Moncloa han aguantado la respiración hasta hoy. Un paso en falso podría haberles enfrentado al PNV. Los últimos días, con el decreto de nombramientos de consejeros congelado y sin firmar, han sido de alta tensión.
Sin la presión presupuestaria, y después de comprobar que el PNV opta por el pragmatismo y da la espalda con ese gesto a la radicalidad de los independentistas, el Gobierno considera que podrá avanzarse hacia la «normalización» en Cataluña.
En cualquier caso, en sus decisiones ya no pesará la amenaza de una ruptura con sus socios presupuestarios, sobre todo el PNV.
Eso sí, el Gobierno ve muy probable que una vez aprobadas las cuentas Ciudadanos aproveche para desmarcarse de Rajoy un poco más y escenificar la lejanía respecto al Partido Popular.
En el horizonte aparecen las elecciones autonómicas, locales y europeas de 2019, y quizás antes las andaluzas. Una cita con las urnas que marcará la política en el próximo año.
La cercanía electoral hará más difícil la firma de los pactos de Estado pendientes.
En estas circunstancias, Rajoy se daría por satisfecho si se alcanzara la normalización en Cataluña, se cerrara un nuevo sistema de financiación autonómica y España cumpliera con sus objetivos económicos.
El que más obsesiona al presidente es el dato del paro: su empeño se centra en llegar a los 20 millones de trabajadores en 2020.