Las tensiones comerciales, la incertidumbre política o la desaceleración de la economía China están castigando a la zona euro, que ha recibido una cascada de rebajas de crecimiento para 2019 por parte de las principales instituciones internacionales y firmas financieras.
La rebaja más cuantiosa ha sido la de la OCDE, que ha reducido el incremento del PIB para este año en ocho décimas, hasta el 1%, el crecimiento más bajo desde 2013.
El último en recortar las previsiones de crecimiento fue el Banco Central Europeo (BCE) este 7 de marzo de 2019.
Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, ha reconocido que las políticas monetarias que se han tomado hoy tienen como objetivo lograr el objetivo de inflación ante la mayor debilidad económica.
El organismo ha rebajado con crudeza la previsión de crecimiento hasta el 1,1% en 2019 y hasta el 1,6% en 2020. La inflación será del 1,2% este año y del 1,5% el que viene.
El BCE ha recortado las previsiones de crecimiento para 2019 de forma drástica ante la ralentización de la economía global y la debilidad de la demanda externa.
El PIB aumentará un 1,1% en 2019, seis décimas menos de lo que se había vaticinado en las proyecciones de diciembre.
En 2020, el recorte ha sido de una décima hasta el 1,6%.
«Los factores externos que están reduciendo nuestro crecimiento son la ralentización del comercio internacional y la desaceleración de China… pero también tenemos factores internos, algunos son de sectores específicos y de países específicos (Alemania y el automóvil), pero Italia también ha contribuido».
Aunque algunos factores que están lastrando el crecimiento han empezado a «desvanecerse, la debilidad de los datos económicos dejan entrever una moderación importante que se extenderá durante todo el año en el paso de la expansión económica».