Antonio Fernández de Alba, primer arquitecto que ingresa en RAE

Antonio Fernández de Alba, primer arquitecto que ingresa en RAE

El arquitecto Antonio Fernández de Alba leyó su discurso de ingreso en la Real Academia Española, titulado ‘Palabras sobre la ciudad que nace’, en un acto al que asistieron unas 600 personas, entre ellas compañeros de profesión y académicos de Bellas Artes.

El acto, celebrado el domingo y solemne como siempre que hay un ingreso en la RAE, estuvo presidido por el director de la Academia, Víctor García de la Concha, y contó con la presencia de arquitectos como Rafael Moneo, Luis Fernández Galiano, Ricardo Aroca, Dionisio Hernández Gil, Juan Miguel Hernández de León, José Antonio Corrales y Ángel Fernández de Alba, hermano del nuevo académico de la Lengua.

Antonio Fernández de Alba (Salamanca, 1927), el primer arquitecto que ingresa en la RAE, es miembro de la Academia de Bellas Artes desde hace 20 años.

Poco después de las 19.00 horas, Antonio Fernández de Alba, Premio Nacional de Arquitectura y autor de numerosos libros relacionados con la Teoría del Arte y de la Arquitectura y con el urbanismo, hizo su entrada en el salón de actos, muy elegante con su frac negro, y flanqueado por Álvaro Pombo y Carlos Castilla del Pino.

Con voz firme y templada comenzó la lectura de su discurso sobre el acontecer de la ciudad moderna y las grandes condensaciones urbanas. La importancia de la palabra para poder interpretar la nueva ciudad centró también buena parte de su intervención.

Dibujó una crónica sobre «la ciudad que no ha sido posible» y recorrió los distintos tipos históricos de urbe, desde la cabaña que edificaría Enoc, el hijo de Caín, en los tiempos del Edén; el poblado neolítico o la ciudad griega hasta las arquitecturas románica o gótica, en las que la palabra ‘piedra’ estaba «siempre presente».

También pasó por el siglo XX, a mediados del cual el planeamiento de la ciudad y su arquitectura «en el contexto avanzado de la ideología tecnocrática serán desplazados por el nuevo paradigma de la incertidumbre«, para llegar «a los albores del siglo en que vivimos«, una época en la que las palabras «velocidad» y «producción» se han transformado «en los apasionados dogmas de la nueva condición metropolitana«.

Desde la «mirada del superviviente«, el nuevo académico bosquejó algunos de los perfiles de lo que hoy se denomina «la postciudad» y fue crítico con los «espectaculares edificios-objeto» que salpican las grandes urbes. Es cuando la arquitectura «asume el papel de ser una industria en la que sus productos han sido desmaterializados de sus finalidades como principio organizador de la ciudad, en su sentido ético, estético y político«.

«Nunca he logrado entender cómo ideas, palabras y formas tan hermosas como las que florecieron para construir la ciudad industrial desembocaron en un horror semejante» como el de la gran metrópoli, afirmó.

El nuevo académico, cuya candidatura fue presentada por Emilio Lledó, Luis Mateo Díez y Claudio Guillén, ocupará el sillón ‘o’ minúscula, vacante desde la muerte de Ángel Martín Municio, de quien Fernández Alba destacó su «capacidad de organización y difusión del conocimiento científico, y su dinamismo como viajero y explorador en busca del pensamiento límite de las Ciencias Químicas, Bioquímica y Biología molecular«.

Tras las palabras de bienvenida que pronunció Emilio Lledó, el arquitecto recibió la medalla y el diploma que lo acreditan como académico de la Lengua, así como los abrazos y felicitaciones de sus nuevos compañeros.

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