Una casa a medida: La subida de los precios de la vivienda nueva en nuestro país ha llevado a muchos compradores a construirse su propia vivienda, con la ventaja añadida de poder ajustarla a sus gustos personales. Comprar una vivienda comienza a ser una misión casi imposible, y más aún si la pretensión es que se ajuste a los deseos y gustos.
Por eso, cada vez son más las personas que optan por embarcarse en la construcción de su propia casa con el fin de conseguir, por el menor dinero posible, el hogar de sus sueños.
Sin embargo, antes de involucrarse en un proyecto de semejante envergadura, según nos señala en su artículo Javier Merino de 20minutos.com, es aconsejable tener en cuenta algunos aspectos, como la duración o los trámites por los que hay que pasar.
Para comenzar, es necesario haberse informado de todos los requisitos y conocer el mundo de la construcción.
«Si uno es novato, todos los procesos son bastante especializados y al final le puede salir caro», advierte Bernardo Inzenga, vicedecano del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid.
Un gran ahorro
Una vez asumidos los riesgos, la construcción de una casa propia puede suponer un ahorro de hasta el 30% en el precio final y, si se cuenta con un constructor diligente, podrá verse el resultado en poco más de un año.
Para la adquisición de la parcela, lo más aconsejable es dirigirse al ayuntamiento al que pertenece la finca y comprobar si el suelo es rústico o urbanizable. Una vez escriturada y registrada, comienza la labor de contactar con los profesionales que se encargarán de la obra: arquitecto y aparejador.
«Los honorarios de los arquitectos están bastante estandarizados, lo mejor es guiarse por los trabajos previos del profesional al que acudamos»
puntualiza Inzenga.
El 70% de lo que cobran es por la redacción del proyecto, y el resto, por la dirección de la obra.
El proyecto, junto con el estudio geotécnico y el de seguridad y salud, se presentará en el ayuntamiento para la obtención de la licencia de obra, que puede demorarse de tres a seis meses.
Una vez conseguida, el constructor se ocupará de llevar a la realidad lo dispuesto por el arquitecto. El aparejador será el encargado de supervisar el trabajo para que, efectivamente, cumpla con lo proyectado.
La casa no termina en el tejado
Después de todos los trámites administrativos previos al comienzo de las obras de una vivienda, y una vez finalizada la ejecución de las mismas, aún no está lista para ser habitada.
Todavía habrá que realizar algunos papeleos. Una de las gestiones posteriores a las obras de una casa es la petición al ayuntamiento de la licencia de primera ocupación o cédula de habitabilidad.
Para su concesión, se realizará una inspección que comprobará si el resultado final se corresponde con el proyecto que se plasmó en los planos y, en el caso de que se hubiese llevado a cabo algún cambio, asegurar que se atiene a la normativa urbanística del municipio.
Obtenida la licencia, se procederá a la firma de la declaración de obra nueva, la inscripción en el catastro y la contratación de los servicios básicos, como el agua, el gas o la electricidad.
