Cuando no es posible huir a la Naturaleza, queda el pueblo

La mejora en las infraestructuras de comunicación o el acceso a servicios básicos de educación, salud e intervención social, forman parte de una serie de transformaciones estructurales que han cambiado de modo sustancial el hábitat rural.

A ello hay que añadirle el auge de la artesanía y la concepción del mundo rural como un espacio de ocio (relax, paseos, montar a caballo, pesca, etc.) lo que está ayudando a darle un encanto añadido para algunos que hasta ahora no tenía.

Desde hace ya un tiempo los pueblos más cercanos a grandes ciudades se han convertido en punto de destino para muchos que buscan retomar el contacto más directo con la naturaleza.

Algunos optan por una segunda casa en el campo y otros buscan para vivir un pueblo cerca de la ciudad en la que trabaja. De esta manera tienen su vivienda habitual en el campo, y disfrutan de una casa más barata y espaciosa que en la ciudad.

Hay quienes van más lejos y, cansados del estrés del ritmo urbano, dan un giro a su vida y optan por instalarse en pequeños pueblos en los que viven de actividades relacionadas con lo rural. Este retorno a lo natural se inició en España en la década de los ochenta y aunque suele estar protagonizado por personas de muy variado tipo, destaca la gente joven con hijos que quiere que éstos se eduquen en la cultura de lo auténtico.

Muchos de ellos buscan también desarrollarse económicamente en un entorno rural, de ahí que practiquen una actividad agraria, artesanal o de servicios: piénsese en la cantidad de casas y hotelitos rurales aparecidos en los últimos años.

Pero habría que distinguir entre lo que supone vivir en una casa de campo y vivir en una casa en el campo. La primera tiene connotaciones de casa más dedicada a labores propias del lugar en el que está ubicada; muchas casas de este tipo disponen, por ejemplo, de pozo de agua, grandes extensiones de terreno con o sin huerta o incluso pequeños cobertizos destinados a guardar animales.

Sin embargo, una casa en el campo hoy en día no tiene por qué tener dichas connotaciones; podría decirse que la única semejanza que algunas guardan con una casa de campo es una (más o menos) pequeña extensión de terreno.

Al margen de estas diferenciaciones, lo que está claro es el interés por la vida rural, ya sea permanente o para disfrutar de una vivienda las fines de semana y en vacaciones, y ello ha llevado a muchos gobiernos locales a promover políticas el desarrollo de nuevas actividades orientadas al sector rural, mejora de viviendas e infraestructuras, que favorezcan el asentamiento de gente joven, el relanzamiento de la economía rural e impida la despoblación que sufren algunas áreas rurales. Incluso ha servido para que en algunas zonas este movimiento haya originado un cierto freno al despoblamiento y una recuperación económica

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