El exceso inmobiliario, especialmente las ‘subprimes’, ha provocado una crisis bursátil en Estados Unidos produciendo un efecto dominó y desequilibrado las economías europeas y regionales. Ignacio Pereda, presidente de Aristóteles Asesoría e Inversiones Financieras, describe la solución gráficamente: “El solar o la vivienda no siempre cotizan; la Bolsa, sí”. Y añade: “Los mercados de capitales están ahí desde hace 200 años, tienen una capacidad insospechada para diversificar la economía y sólo hay que extender la mano para tocarlos”.
En declaraciones a la revista Gran Empresa, Pereda habla de las posibilidades que ofrece invertir en Bolsa.
«Los mercados de capitales forman un sector emergente, la Comunidad de Madrid obtiene beneficios de primer orden a costa de fuertes desequilibrios territoriales. Pero hay que superar la desconfianza que suscitan entre el común de la población: un ciudadano-empresario medio con unos ahorros modestos y al que las últimas sacudidas económicas no hacen sino reafirmarse en su recelo: ¿invertir en Bolsa, con todo lo que llovió en enero?
Es cierto, ha sido el peor mes de enero de la Historia y los movimientos extraños comenzaron ya en verano. Pero son fenómenos frecuentes en los mercados financieros, no hay que asustarse. Los clientes deben tener asesores independientes que les ayuden a gestionar las mejores opciones. No basta con el agente bancario, que coloca los productos más razonablemente interesantes sin tener en cuenta los cambios de las variables macroeconómicas. Hay que recurrir a una opción profesionalizada y nunca, nunca actuar con precipitación”.
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Y explica lo que considera su cruzada personal: conseguir que el ciudadano de a pie vea la inversión en Bolsa como algo corriente. En el Reino Unido ya sucede; pequeñas legiones de británicos de clase media adquieren títulos básicos de la Bolsa inglesa y con ayuda profesional los manejan como un rendimiento más del ahorro doméstico. Allí viven 62 millones de personas; en España, 42 millones:
“Los mallorquines deben abrirse a los mercados de capitales –subraya-. Debemos felicitarnos por la riqueza conseguida hasta ahora, pero la economía necesita diversificarse y no podemos perder este tren”.
Conclusión: no hay que abandonar el ahorro en los bancos:
“El empresario invierte un enorme esfuerzo en cerrar un contrato modesto cuando sus ahorros pueden proporcionarle un rendimiento mucho mayor”