Fernando Martín: de la arrogancia a la presbicia

Fernando Martín: de la arrogancia a la presbicia

(PD).- Afirma Ignacio Peyró en La Nación que Fernando Martín pertenece a esa categoría de hombres que entran en manada en los buenos restaurantes, dándose palmadas en la espalda, atropellando comensales y camareros y riendo a carcajadas por algo que -según intuimos- será una sandez.

WHISKY DE MALTA Y CROQUETICAS DE IBERICO

Hay algo en el oro de sus relojes, algo en su manera de mecer el whisky de malta, algo en su manera de pedir las croquetitas de ibérico que parece perdonarnos a todos la vida y que en realidad quiere decir: “Tengo dinero”.

Es gente que habla de dinero y parece que les viéramos la D mayúscula. Al final de la comida son de los que van al baño y se colocan ruidosamente -todo lo hacen ruidosamente- la camisa, antes de echarse una mirada en el espejo con la satisfacción que se merece un semidiós: ‘yo hago, yo tengo, yo acumulo, yo compro, yo, yo, yo‘.

UN TOM WOLFE PARA TANTA GLORIA Y CAIDA

No pocas veces ha sido así el empresariado hispano de pelo duro, todavía sin un Tom Wolfe que retrate tanta gloria y tanta caída, tanta ostentación irrespetuosa. Por comparación casi añoramos a los industriales calvinistas, a aquellos empresarios que tuvieron un grado del mejor paternalismo, a los que entendieron la empresa como asistencia y honor.

También puede uno añorar a esos chicos gafotas que tienen un sueño y de pronto hacen Google. O, por añorar, todavía podemos echar en falta a esas sagas que todo lo dejaron a una universidad o a una biblioteca.

BANQUEROS QUE CENAN UNA LATA DE SARDINAS

De hecho, entre las personas más ricas del mundo está un americano que vive en la misma casa que hace cuatro décadas o cierto sueco que sigue yendo al trabajo en autobús. Incluso en España hay banqueros que cenan una lata de sardinas y siderúrgicos que se resisten a cambiar el viejo utilitario.

Con gentes como Fernando Martín se cumple el dictum de que la gente demasiado rica rara vez es educada. El gran dinero español rara vez ha sido ejemplar. Más allá del dinero, la cultura que les interesa son los yates.

Algo noble como es hacer casas ha degenerado en demasiadas comidas con concejales y en demasiados apretones de manos de escasa santidad. Martín era de los propietarios singulares de suelo más importantes de España, saliendo de la nada, es decir, de un pueblo de Valladolid y de un carné de la UCD.

INSTINTO DE TIBURON

Entre la hybris y el instinto de tiburón llegó incluso a aspirar tan alto que entró en la directiva del Real Madrid con Florentino Pérez y -en otro empujón de soberbia- se alzó con la presidencia del club blanco en un episodio del cual muy pocos sentidos del ridículo se recuperarían.

A Martín no le faltarán en esta vida metros de eslora ni casas con jardín, pero cometió otro exceso de grandeza al quedarse con Fadesa y no ver la crisis que se veía venir.

Ahora anda en quiebra, en concurso, en suspensión, dependiente de un Gobierno experto en el toreo. Aparece en las fotos con gafas y de pronto vemos todo lo que va de la arrogancia a la presbicia.

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