Se compra un «chalecito» por 300 millones de euros

Se compra un «chalecito» por 300 millones de euros

(PD).- Buenas noticias, amigos. Contrariamente a la desaceleración anunciada por Zapatero y el ministro plenipotenciario Solbes, y contrariamente también a la galopante crisis económica que sufrimos según la oposición, pues de eso nada, monada. Por lo menos, para algunos, aunque sean pocos.

Puntualiza Manuel de la Fuente, de la Agencia EFE, que son pocos, «pero con mucho». O con todo. Gente que se pasa el euribor por el arco del triunfo, los sismos bursátiles por las zonas pudendas, y la hipoteca por el forro, por el forro polar.

Polar como el ruso (y millonario, una nacionalidad más selecta si cabe) Mijail Prokhorov, quien, según una información publicada por el diario francés «Le Monde», que recoge Europa Press, se ha comprado una «dacha» en la selecta Costa Azul del país vecino, que por si no lo saben, es como la Costa Brava pero a lo bestia y sin chiringos.

Roman Abramovich no es el propietario de la casa más costosa del mundo. Al célebre dueño del Chelsea FC, que hace poco adquirió el Kensington Palace Garden por 185 millones de euros en la milla de oro de Londres le salió competidor. Un multimillonario ruso acaba de adquirir la ya legendaria Villa Leopolda, en la Riviera francesa, por la desorbitante suma de 300 millones de euros, aunque se había corrido el rumor de que había pagado 500 millones por ella.

EL CHALECITO

Pero conviene aclarar rápidamente, que el «adosadito» le ha salido al ciudadano de la estepa por un pico de 300 millones de euros, lo que hace de esta singular solución habitacional la casa más cara del mundo.

En concreto, la mansión es conocida como Villa Leopolda, y se levanta frente al Mare Nostrum (y ahora suyum, de los rusos) en las cercanías de la ciudad de Niza. La casita de campo fue construida principios del siglo XX, y como toda buena casa tiene su historia. El terreno sobre el que se aposenta fue comprado en 1900, por el entonces rey de los Belgas, Leopoldo II, aunque quince años después fue convertida en hospital.

Ya en los años cincuenta pasó a manos privadas, y tal como informa el periódico francés, las llaves las tiene hoy (sin que al parecer haya tenido nada que ver El Pocero en la operación inmobiliaria) el tal prócer Prokhorov, a quien se atribuye una fortuna de 13.500 millones de euros, más o menos, que ya se sabe que Hacienda somos (casi) todos, hasta en la Madre Rusia.

Con los trescientos millones de la compra, el afortunado compatriota de Putin además ha establecido una nueva marca mundial, ya que según la revista «Forbes» (experta en cajas de caudales), el máximo que se había pagado hasta ahora por una casa era una cifra de 148 millones de euros a tocateja que costaba un apartamento de Londres, situado entre el 10 de Downing Street y el Palacio de Buckingham (tampoco es mal sitio).

La misma revista confirma que Prokhorov (la fortuna número 24 del planeta) ha edificado su fortuna en la industria de la explotación (de eso no hay duda) y la transformación de elementos químicos al frente de la empresa Norlisk Kickel, el mayor productor de níquel y paladio del mundo. Desde luego, a Prokhorov, el metal (aunque sea el vil) le sobra.

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