(PD).- El presidente Zapatero se descolgó ayer con una de esas maniobras que coge a todos con el pie cambiado.
Que las autoridades españolas elevaran la cantidad de dinero garantizada por cada depósito era cuestión de tiempo.
Subraya Pedro Calvo en El Economista que mucho más llamativo resultó el anuncio de crear un fondo dotado con 30.000 millones de euros, pero ampliable a 50.000 millones, para comprar » activos sanos » que tienen los bancos en su poder.
«Activos sanos». Dos palabras que marcaron por completo el conjunto de la iniciativa. Sobre todo, por los interrogantes que plantea. ¿Qué son activos sanos? Zapatero trató de responderlo al asegurar que son los de «máxima calidad», y que ahora no se pueden colocar en los mercados financieros porque éstos han dejado de funcionar con normalidad. De este modo, el Gobierno los suplirá para tratar de reforzar la liquidez de las entidades.
Pero, ¿cómo se determina la «máxima calidad»? ¿Mediante la calificación crediticia de las agencias de rating? No parece que tengan ahora demasiada autoridad al respecto. No en vano, entidades como la estadounidense Lehman o la europea Fortis disponían del grado de inversión, la nota crediticia que poseen las empresas más solventes, sin que eso haya sido garantía de nada.
Cuestión de nomenclatura
Pero hay más. Si el Gobierno habla de activos sanos , ¿es qué también los hay enfermos? Si no es así, ¿por qué recurrió a dicha nomenclatura? ¿Por diferenciarse del plan de rescate presentado en EEUU, que se ocupará de comprar títulos tóxicos?
El concepto sano genera confusión por su inconcreción y porque invita a pensar en la existencia de títulos insanos, un extremo que incluso el Banco de España ha negado.
Otra incógnita. El presidente precisó que el objetivo último de la medida no consiste en ayudar a las entidades, sino garantizar que los ciudadanos y las empresas tendrán acceso a nuevos créditos. Ahora bien, ¿quién asegura que las entidades de crédito prestarán el dinero que consigan? Una cosa es que los bancos y cajas vean reforzada su liquidez, y otra muy distinta que ofrezcan luego ese dinero a sus clientes.
Es más, ante la sequía de financiación existente, hasta ahora los bancos se han dedicado a atesorar capital y ser más reacios a prestarlo. ¿Serán suficientes entre 30.000 y 50.000 millones para que se normalice la situación? Parece difícil que sea así.
Estas cantidades conducen a otra duda. Es cierto que España tiene margen para endeudarse, pero también que el Tesoro deberá hacer, como mínimo, una emisión tan grande como la presupuestada para el conjunto de 2009, que ronda los 30.000 millones de euros.
Demasiadas incógnitas, por tanto, que el Ejecutivo deberá responder cuanto antes. Ya saben: la transparencia es confianza.