«Estoy al borde del naufragio, no puedo vender mi piso»

(PD).- Detrás de las 10 palabras que suele ocupar un anuncio clasificado de ventas de pisos, como cualquiera de los que se pueden leer habitualmente en este periódico, hay cientos de historias. En esta crisis económica todas comparten un denominador común: intentar vender una vivienda en estos momentos resulta una tarea tan complicada como conseguir financiación de un banco.

Cuebnta Rubén Elizari en Diario de Navarra que, de hecho, los protagonistas de los siguientes relatos cuentan que han tenido que bajar el precio de venta de sus casas reiteradas veces. La media se sitúa en los 40.000 euros (6.640.000 millones de pesetas). Y aún así, siguen sin conseguir su objetivo. El tiempo pasa y las prisas apremian.

«Una hipoteca no, dos»

Los sueldos de María y José, nombres ficticios, no harían pensar a nadie que atraviesan por apuros económicos. Ambos trabajan como funcionarios en el Gobierno de Navarra. Sin embargo, lo que merma sus ingresos todas las primeras semanas de cada mes desde hace aproximadamente un año son los 1.500 euros de hipoteca que tienen que afrontar. 900 euros son del actual piso donde viven y 600, de un préstamo puente para la vivienda de tres habitaciones que pronto habitarán. Este matrimonio con dos hijos de uno y dos años, relata que hace un año pusieron en venta su piso porque querían mudarse a otro más espacioso: «El precio inicial era de 42 millones de pesetas. Hemos bajado hasta los 35 millones de pesetas y lo seguimos sin vender. La cosa está muy mal».

Durante este año varias personas se han interesado por su piso. Incluso han tenido varios compradores: «A dos parejas les pasó lo mismo. Les gustaba la vivienda. Estuvieron en varios bancos pidiendo la hipoteca pero no se la concedían. Ojalá los vendamos pronto».

Una rebaja de 60.000

Javier se define como «pequeño constructor y promotor». Habitualmente usa la sección de clasificados de este periódico para vender los adosados construidos bajo su dirección. En una de sus últimas ventas, la de dos adosados en un pequeño pueblo de Navarra, dice que «afortunadamente» consiguió cubrir costes: «Eran dos adosados a estrenar de 240 metros cuadrados, con dos plantas, jardín, terraza exterior… El precio inicial eran 45 millones de las antiguas pesetas. Fui bajando millón a millón hasta que lo vendí por 35. Ni gané ni perdí dinero. Si soy sincero, lo que ganábamos hasta hace un par de años no era normal».

Las cuentas no le salen

José Luis está agobiado. Ha tenido que pedir dinero a sus familiares y solicitar otro préstamo a su entidad bancaria para poder llegar a fin de mes. Desde hace un año quiere vender su piso. Y aún no lo ha conseguido pese a haber devaluado en 80.000 euros el valor de su vivienda; ahora cuesta 280.000 euros frente a los 360.000 que valía en septiembre de 2007. «Contábamos con el dinero del piso para pagar en el que vivimos desde hace un año. Hemos ampliado la familia y el que teníamos se nos quedó pequeño. La verdad… estamos muy preocupados», dice con un suspiro.

«No lo quiero malvender»

El piso de Manuel y Marta, situado en Zizur Mayor, costaba en marzo de este año 46 millones de pesetas. En septiembre de esta año decidieron bajar el precio hasta lo 42 millones. «Rebajado», dice su anuncio. El caso de esta pareja es diferente a los anteriores. Decidieron comprar una vivienda más amplia y mejor situada con respecto a sus puestos de trabajo cuando ya habían pagado su primer piso. «Nuestras cuentas nos dicen que la fecha límite para vender es hacia finales de este mes Bajamos el precio después de ver el dinero por el que se estaban vendiendo otros pisos en la zona».

Al igual que en los anteriores casos, varias personas se interesaron por su piso. «Uno de los potenciales compradores nos ofrecía 38 millones por el piso. Nos pareció una oferta muy baja. No aceptamos. Para malvender el piso preferimos alquilarlo».

Abierto a negociar

El caso de Pedro es bien diferente. Él sí quiere negociar. Incluso asegura que quien quiera llegar a un acuerdo con él, llegará. «Siempre dentro de unos términos razonables», apuntilla.

Su historia comenzó hace un año y medio cuando puso su vivienda de Mendillorri en venta por 312.000 euros. «Las llamadas eran continuas. Me llamaban de manera constante muchas inmobiliarias para prestarme sus servicios. Acepté con la condición de que yo también podía venderlo por mi cuenta», dice. Ahora, 18 meses después, ha rebajado el precio de su piso 40.000 euros: «He cambiado de vivienda. Contaba con ese dinero. Esto es un desastre, no puedo vender mi piso».

«Me parecía demasiado»

Alberto acudió a una inmobiliaria de Pamplona para intentar vender su piso. Cuando le dijeron el precio por el que lo iban a sacar a la venta, asegura que se asustó: «Me parecía excesivo. Pedían 32 millones de pesetas en diciembre de 2007 cuando ese piso ni tan siquiera tenía ascensor. En la inmobiliaria insistieron», cuenta.

Durante medio año nadie fue a ver su piso. La preocupación aumentaba en Alberto y su familia: «Acudí a la agencia para decirles que iba a quitarles la exclusividad de venta del piso. Sólo entonces apareció una pareja que se interesó por mi vivienda».

Tras esta mala experiencia, decidió vender el piso por sus propios medios: «Recibí una treintena de llamadas pero después… nada. La cosa está muy parada. Ahora vendo el piso por 25 millones de pesetas. Ni siquiera me hacen contraofertas», explica.

«Estoy perdiendo dinero»

«Me urge vender mi piso. Me he comprado otro y tengo que hacer frente a una hipoteca. Lo que más me fastidia es que las inmobiliarias ni me llaman ni se mueven ni hacen nada», dice otra de las personas que ha decidido tomar la iniciativa y anunciar la venta de su casa a través de un anuncio en este medio.

Este vendedor asegura que la falta de compradores para su casa hace que esté perdiendo dinero: «Cuanto más tarde en pagar los préstamos, más intereses tendré que pagar a los bancos. Esto no puede ser…». Tal y como sostiene, lo que importa es vender la casa para que las cuentas salgan.

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