(PD).- El arquitecto valenciano Santiago Calatrava presentó el pasado fin de semana en Nueva York una exposición sobre el diseño definitivo del intercambiador que ocupará la Zona Cero del Manhattan golpeado por el 11-S. La prensa, allí, no se ha rendido a esa ingeniería de grandes dimensiones. «The New York Times» destroza el proyecto del arquitecto para la Zona Cero, «un monumento al ego creativo, a la destreza del ingeniero y poco más».
La propuesta de Calatrava para la Zona Cero también propone un ingenio mecánico y móvil. No una visera, pero sí una sección del techo, que se podrá abrir en días de calor para refrigerar y evitar el efecto invernadero. Eso, en palabras oficiales de descripción del proyecto. En las de «The New York Times», se trata de «las costillas de un gigantesco pájaro prehistórico», «con dos enormes alas», un «juego de manos» estructural que cuando se abra y se cierre simulará que «el edificio desafía a las leyes de la gravedad». En realidad ésa es la parte buena, puramente descriptiva, del proyecto de Calatrava, informa La Nueva España.
El problema es que el autor del artículo, Nicolai Ouroussoff, que emplea el expresivo título «Post 9/11 Realities Warp a Soaring Desing» (Un juego de palabras que se podría traducir como «Tras el 11-S la realidad tumba un diseño de altos vuelos»), ataca lo esencial del diseño de Calatrava y de las políticas que lo inspiraron. «El diseño sigue sin vencer el fatal error que el proyecto tenía en su inicio: la asombrosa incongruencia entre lo exagerado de su arquitectura y limitado propósito al que sirve. El resultado es un monumento al ego creativo que celebra la destreza de ingeniero de Calatrava, pero poco más».
El artículo va más allá y concluye que este diseño encarna bien el gran problema de todo esto: «El clima tóxico de estos primeros años tras el 11-S». Se refiere el autor a la circunstancia de que «mientras la ciudad lloró, los políticos se dieron prisa en reconstruir lo más rápido posible, como si esto fuera a acelerar el proceso de curación. Las consideraciones prácticas se dejaron al margen. El patriotismo triunfó sobre las voces moderadas». Y remata: «Bajo estas condiciones no sorprenderá a nadie que lo que una vez se prometió como la arquitectura más triunfante de la Zona Cero esté tan hueca como su interior».
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