Cuestan unos US$12.000, un 3,6% del precio que paga por un hogar el estadounidense promedio

Los estadounidenses que viven en ‘microcasas de muñecas’

Los estadounidenses que viven en 'microcasas de muñecas'
Las microcasas de EEUU. BC

Cualquiera que camine por Hamlin Street, en el noroeste de Washington, puede confundir las construcciones de madera con patio que hay a su paso con una casa de muñecas.

Pero hace unos meses, una de ellas se convirtió en la casa de la geógrafa Lee Pera, de 37 años.

A Pera le tomó tres años construir la casa, levantada sobre ruedas y con un total de 13 metros cuadrados, lo que equivale a la superficie de una camioneta.

Ella dice que en lugar de sentirse aprisionada, vive en un espacio que le proporciona más tiempo libre y una vida social más intensa. Antes, Pera habitaba en un apartamento y no tenía acceso a ningún jardín exterior.

«Me encanta volver a casa por la tarde y sentarme en el porche, y también adoro tener un armario más pequeño. ¿No es genial no tener que pensar que opción ponerme?».

Rodeada de árboles y estacionada en el patio trasero de unos amigos, la residencia de Pera consta de un porche, sala de estar, cocina, baño y un «loft» con una cama de matrimonio.

La geógrafa pertenece a un grupo creciente de estadounidenses que, aunque tiene estudios y unas buenas perspectivas de empleo, han elegido vivir en pequeñas casas sobre ruedas.

Muchos quieren evitar pasar décadas en trabajos que no desean para tener salarios suficientes que les permitan pagar los préstamos de adquirir una vivienda.

Otros buscan un estilo de vida más simple y ecológico, libres del consumismo que caracteriza la vida en los suburbios estadounidenses.

Y otros, como Guillaume Dutilh y su pareja Jenna Spesard, quieren ser capaces de viajar sin salir de casa.

Acompañados por su perra Salies, han recorrido 31.000 kilómetros desde que comenzaron a viajar a través de América del Norte durante casi un año.

Ellos, que mantienen el blog «Tiny House, Giant Journey» (pequeña casa, viaje gigante), se encuentran ahora en Alaska.

Lo que tiene en común este movimiento, es que construyen casi todos sus hogares -o al menos, algunos) con sus propias manos, guiados por libros, blogs y foros de Internet.

La «tribu» de los «Tiny houses» (casas pequeñas) apareció en el documental Tiny, emitido en Netflix y en el «reality» ShowTiny House Nation, emitido en la televisión estadounidense.

Las casas tienen hasta 37 metros cuadrados. No hay datos sobre el número de estadounidenses que viven en este tipo de construcciones.

Fetiche y confusión

El autor de uno de los blogs más populares sobre microcasas (tinyrevolution.com), Andrew Odom, asegura que hoy en día existe una mezcla de «fetiche y confusión» en torno al tema en EE.UU.

Según él, muchos de los que se han mudado a casas pequeñas buscan soluciones rápidas a problemas específicos como la deuda e ignoran la esencia del movimiento, que «tiene que ver con una transición espiritual, mental y física».

«A menos que la persona dé los pasos internos necesarios para separar el deseo de la necesidad y se libere de la sociedad materialista, la mudanza no tendrá éxito».

Personas de varios lugares, incluyendo muchos estadounidenses pobres, viven en espacios reducidos desde siempre, pero Odom sostiene que muchos en el país sólo comenzaron a considerar la opción tras la crisis económica de 2008.

La crisis comenzó con el colapso del sector inmobiliario estadounidense. Las familias endeudadas contraían préstamos para invertir en las casas con la esperanza de sacar beneficios de la constante apreciación del mercado.

Cuando estalló la burbuja, los precios se desplomaron y muchos perdieron sus propiedades.

Para Odom, el episodio mostró que la estabilidad financera de EE.UU es incompatible con el sistema actual de vivienda.

Cuestan US$12.000

Asegura que, al ser más baratas, las microcasas podrían resolver parte del problema. Cuestan unos US$12.000, un 3,6% del precio que paga por un hogar el estadounidense promedio.

Desde US$10.000 se puede pedir una pequeña casa prefabricada por Internet. Para Odom, sin embargo, el mayor obstáculo para la expansión del movimiento son las restricciones legales.

La mayoría de las ciudades estadounidenses prohíben que los residentes vivan en casas muy pequeñas. Una forma de eludir la regulación es construir sobre ruedas. En este caso, las casas móviles son consideradas como remolques y toleradas en ciertas áreas.

Aun así, en muchos lugares no permiten que la gente viva en estas unidades. Para Carey Carscallen, directora de la Escuela de Arquitectura, Arte y Diseño de la Universidad Andrews, en Michigan, otra barrera para la propagación del movimiento es el número de residentes que puede albergar una microcasa.

En su opinión, puede albergar un residente o, a lo sumo, dos. A partir de ahí la convivencia sería muy difícil. Carscallen orientó a sus estudiantes en un proyecto en el que tuvieron que construir dos casas minúsculas.

Durante el experimento, dice que muchas personas les pidieron ideas para construir sus propios prototipos.

Las microcasas son ideales para los jóvenes profesionales «que acaban de salir de la universidad y no acumulan muchas pertenencias».

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