El Tocadiscos de Biegler

Pablo G. Vázquez

Otegi, Puigdemont y Assange ya existían en 1819

Probablemente nadie mejor que Benjamin Constant supo etiquetar y calificar lo que implicaba la libertad como auténtico valor cultural y social; sin embargo su acierto radicó no tanto en lo que dijo sino más bien en cómo lo dijo: estableciendo una deliciosa y a la vez dolorosa comparativa.

Efectivamente, para este pensador francés, dentro de la libertad (como valor político) había que distinguir entre la libertad de los antiguos, la cual permitía participar activamente en la vida de la comunidad, pero sin previsión de garantías individuales frente a las decisiones de ésta, y la libertad de los modernos, que se proyectaba solamente frente a interferencias arbitrarias del poder público.

Este fin de semana dos tweets de sendos ilustres (Arnaldo Otegi y Juliane Assange) relativos al proceso catalán, han puesto en valor la tesis del filósofo francés.

El «hombre de paz» (LSP dixit) apostilló literalmente que «la democracia consiste en respetar lo que decide la gente. Después vienen las leyes».

Al «ecuatoriano», por su parte, no se le ocurre otra cosa que, conjuntamente con una foto de los tanques comunistas chinos, sentenciar: «España, esto no funcionará en Cataluña. El pueblo catalán tiene derecho a su autodeterminación. Los arrestos únicamente lo unificará y fortalecerá».

Ambos ilustres parten de idéntica y errónea premisa: votar y la voluntad del pueblo es lo único que importa realmente.

Pues bien, siguiendo el postulado propio de sendos personajes:

– Si hacemos un referéndum en toda España para ver si Otegi vuelve a la cárcel ya sin billete de vuelta, y sale que sí, ¿Por qué no podemos hacer prevalecer esta voluntad popular refrendada en urnas sobre la ley que habilitó su excarcelación?.

– Si los pueblos ecuatoriano y británico votaran en masa entrar en la embajada y cortarle un dedo a Assange por qué esta voluntad popular no puede prevalecer sobre el derecho internacional que declara inmunes las sedes diplomáticas?.

La democracia no es votar, la democracia es respeto a unas libertades públicas de las que gozamos todos. Podemos votar expropiar todos los bienes de Junqueras y el hecho de que salga el sí no legitima para nada dicho mandato popular.

Por otro lado Puchi ya distingue públicamente entre catalanes buenos y malos. Pero no es esto lo que delata su totalitarismo, sino el hecho de que pide a España un derecho de autodeterminación que él mismo niega a Girona, Barcelona, Sitges etc…

En definitiva, todo se reduce a la LIBERTAD, ese valor tan bien explicado en 1819 por Constant.

El Estado sabe lo que tiene qué hacer, solo espero que el inde de a pié sea consciente de que su desasosiego es culpa de su gobernador catalán y de su mal concepto de libertad.

A cuidarse, meus.

PGV.

 

 

 

 

 

 

 

 

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Pablo G. Vázquez

Analista Investigador Derecho / Sociedad / Política / Economía

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