Cócteles de Chicago

“Es un país libre”, comenta el actor Jude Law en el papel del malvado perseguidor Harlen Maguire, cenando en un típico Diner norteamericano, a su vecino de la mesa de al lado, que no es otro sino el objeto de su persecución, el gangster caído en desgracia Michael Sullivan, interpretado magistralmente por Tom Hanks. En esta tensa escena de la película de Sam MendesCamino a Perdición”, sucedida en el medio Oeste en el invierno de 1931, se refleja todo el peso de la Ley Seca en este país.

El mundo de la mafia, controlada por el capo Al Capone desde Chicago, hace su negocio gracias a la prohibición de comercialización de bebidas alcohólicas que ocasionó un tremendo comercio paralelo desde el 18 de enero de 1920 hasta la derogación de esta decimoctava enmienda de la Constitución mediante la vigésimo primera enmienda, ratificada finalmente el 5 de diciembre de 1933. Una larga temporada sin alcohol. ¿O no? Acaso una promoción del consumo de alcohol clandestino, como en la escena a la que nos referimos. Y es que el malvado Maguire está cenando en el Diner, la camioneta que dispensa comidas y refrescos en plena carretera, y bebe discretamente de la petaca que guarda en el bolsillo: toda una ilegalidad en ese momento, que trata de mitigar declarando que vive en un país libre.

La soledad del hijo del gangster. El hijo de Tom Hanks, el joven y prometedor actor Tyler Hoechlin, espera en el coche a su padre, con el que continúa su frenética huida camino primero de Chicago y luego de Perdición, nombre de la ciudad en la que pretenden buscar refugio de la infatigable persecución de la mafia irlandesa.

Una masacre bajo la lluvia frente a un pub irlandés, O´Neill, a pesar de su belleza cinematográfica, no consigue evitar un dramático final, en el que casi no se salva ni el apuntador, mientras se oyen los compases de la canción “Lonely Boy”, chico solitario, como el propio hijo del gangster, que tras el recorrido por petacas de alcohol, vasos de whiskie y copas de champán, debe rehacer su vida, una vida familiar prematuramente destruida. Animemos al chico solitario en su lucha por un futuro mejor, y levantemos por él, y por el papel que tan bien representa el joven Tyler Hoechlin, nuestra copa, llena de los más populares cócteles de Chicago, en honor también a esta interesante cinta y en recuerdo de toda una época, la de la Ley Seca, que en contra de lo que originalmente pretendía, logró hacer crecer y popularizar el arte combinatoria de la coctelería.

Por cierto un recuerdo muy especial para Pablo y Nancy , que viven por aquellas tierras.

CÓCTELES DE CHICAGO.

· Chicago I: en vaso mezclador con hielo verter un chorrito de coñac, un chorrito de Cointreau y un golpe de amargo de angostura. Revolver, colar y servir en una copa flauta, completando con champán o cava muy frío.

· Chicago II: en vaso mezclador con hielo verter un chorro de coñac, tres golpes de Curaçao rojo y un golpe de orange bitter. Revolver, colar y servir en una copa de champán baja (Pompadour) cuyo borde ha sido previamente impregnado con azúcar pasando primero por su superficie un trozo de limón cortado. Completar con champán o cava muy frío.

· Chicago 1934: en vaso bajo con hielo verter cuatro quintos de coñac, un quinto de Grand Marnier y el zumo de medio limón. Revolver y añadir soda al gusto. Decorar con un gajo de limón.

· Chicago Martini: en vaso mezclador con hielo verter cuatro quintos de ginebra y un quinto de whisky escocés. Revolver, colar y servir en copa de cóctel, adornando con una aceituna.

· Chicago Fizz: en coctelera con hielo verter un tercio de zumo de limón, un tercio de vino de Oporto, un tercio de ron blanco, una cucharada de azúcar (o jarabe) y media clara de huevo. Agitar con fuerza, colar y servir en vaso alto con hielo, completando con soda. Servir con pajita.

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Autor

Juan Luis Recio

Blogger gastronómico y de tendencias, crítico de vinos (XL Semanal), letrista, sociólogo, mensista, poeta

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