La Audiencia Nacional ya ha admitido a trámite la denuncia de la Fiscalía Anticorrupción contra Julio Fernández Gayoso, presidente todavía en el cargo de Novacaixagalicia y otros cuatro ex dirigentes de la precaria institución financiera. Se les acusa de presuntos delitos de administración desleal y apropiación indebida.
El propio juez instructor del caso, titular del Juzgado Central de Instrucción nº 2 de la Audiencia Nacional ha informado a la Fiscalía de otra denuncia de un particular contra el propio Fernández Gayoso, su mano derecha José Luis Pego (jubilado de oro a los 54 años), y el que fuera presidente de Caixa Galicia durante 30 años.
José Luis Méndez y sus dos hijos José Luís y Yago Méndez Pascual. Parece que la Justicia abre del todo la veda de la «caza mayor» en la totalidad del territorio gallego, aunque voces del sur se hayan precipitado al lloriqueo habitual del agravio comparativo con el Norte. ¡Cuántos hombres y mujeres de poca fe hay en el susceptible sur de Galicia!
Presuntos delitos societarios, administración desleal y apropiación indebida
A las ya de por sí gravísimas imputaciones, se añade una figura delictiva que suena a cárteles e ingeniería mafiosa: presuntos delitos societarios.
Presuntos pájaros de altos vuelos que han sido venerados, designados vigueses y coruñeses distinguidos, adorados por dirigentes políticos y civiles y defendidos como a héroes por incautos ciudadanos del sur y del norte de Galicia.
Bajo la alfombra de la obra social, los favoritismos crediticios, las subvenciones a fondo perdido a partidos políticos y el maná publicitario que ha caído durante años sobre los medios de comunicación gallegos, el olor generalizado a podrido se hace insoportable estos días que la ola de calor acelera los efectos de la putrefacción de una sociedad.
¿Estaban ciegos y sordos los gallegos, sus alcaldes, sus dirigentes autonómicos? Cuando el alcalde Abel Caballero, por ejemplo, elogiaba con luz y taquígrafos la labor de sus amigos Gayoso y Pego y los elevaba al rango de vigueses de nacimiento o de adopción ejemplares, ¿sabía con quién se estaban jugando sus cuartos los 300 mil habitantes de la ciudad que gobierna?
Cuestiones como esta, exactamente igual de chocantes que las alabanzas del entonces alcalde de La Coruña Paco Vázquez que, a poco más, si llega a tener oportunidad como embajador en el Vaticano, propone a José Luís Méndez para su beatificación, destrozan la sensibilidad de unos ciudadanos que conviven con la angustia, con el desempleo y con la imparable marea sociológica de la pobreza.
El gesto estéril y oportunista del Parlamento de Galicia
El Parlamento de Galicia ya ha anunciado la creación de una Comisión de Investigación en julio. Pero eso sólo es política, electoralismo barato, oportunismo, un gesto para la galería que, si existiesen agencias calificadoras de la opinión pública, lo rebajarían a «gesto basura».
A nadie le importa que sus señorías se pongan a marear la perdiz en el hemiciclo. Si los gallegos duermen hoy un poco más tranquilos que hace una semana, es porque al fin ha entrado en juego la Fiscalía Anticorrupción y la Audiencia Nacional, que es representan al único de los tres poderes por el que aún se puede poner, con algunas reservas, la mano en el fuego.
El sospechoso silencio de decenas de consejeros
Como bien apuntan los informes de la Fiscalía, el imputado Fernández Gayoso, y sus protegidos y colaboradores en la comisión del presunto delito, ocultaron información de cifras, incrementos indemnizatorios y suplementos del «botín» a los consejeros. Entre más de dos docenas, sólo tres de ellos exigieron sin éxito detalles de los acuerdos que se sometían a la aprobación.
El resto, por ingenuidad, por exceso de confianza o quizá por «fidelidad» y agradecimiento a su «cesar» y benefactor financiero, acataron en silencio y con sumisión la voluntad del jefe y sus lugartenientes.
¿Es eso un delito? Quizá no lo sea de carácter penal u ni siquiera civil. Pero moralmente, a excepción de los tres que intentaron impedir la tropelía, representan la cara más miserable, codiciosa, gregaria y cómplice de una sociedad en la que abundan los perros que se conforman con comer las migajas de la corrupción que dejan caer sus «amos».
Los créditos «blandísimos» de Pepe García Costas
Un ejemplo paradigmático de consejero de Caixanova que miró para otro lado, mientras Gayoso y el resto de imputados intentaban colar su presunta fechoría, es José García Costas, presidente de la Cámara de Comercio de Vigo, con el don de la ubicuidad de estar en diversos consejos de administración y «estómago eternamente agradecido» a un Gayoso y cía que llegaron a concederle cuantiosos créditos al 0´50% de intereses, en un agravio comparativo sin precedentes.
¿Por qué, a cambio de qué, Pepe García Costas, prohombre vigués mimado mediáticamente en la ciudad, no dijo esta boca es mía cuando la cúpula de la Caja viguesa le metió el gol al Consejo? ¿Es muy tonto o muy listo? Quizá su silencio fue el alto y miserable precio que pago por tantos créditos blandos.
El «cuco», como llaman a éste antropófago empresarial sus víctimas, le ha echado ahora la garra a astilleros Barreras y resuena en la ciudad un rumor de recalificaciones y chapuzas urdidas en ese lado oscuro al que nunca tienen acceso los ciudadanos, sobre todo si son incautos lectores del Faro de Vigo, el periódico que cobra muy caro sus inestimables servicios a los poderes públicos y los poderes privados.