Un hombre y una mujer duermen plácidamente en la misma cama cuando, de repente, se despiertan sobresaltados por unos ruidos en la habitación de al lado.
–¡Debe ser mi marido! –exhala la mujer alterada.
El hombre se levanta de un salto y sin tiempo para vestirse sale a la ventana, salta al patio cayendo sobre un seto de espinas.
Dolorido, corre hacia su coche cuando, de pronto se para en seco y emprende el camino de vuelta a la casa.
Entra en la habitación y le espeta a la mujer:
–¡Pero si tu marido soy yo!