Cayetano vuelve a la arena de Ronda para cumplir su sueño

«Hay una cosa que le dijo mi abuelo a mi hermano: hay días importantes, tardes tan importantes para un torero en su vida que no importa ni la vida. La alternativa es una de esas». Son palabras de Cayetano Rivera Ordóñez el día que comunicó su decisión de convertirse en matador de toros, en la emblemática Real Maestranza de Ronda y en la fecha del 9 de septiembre, tan lejana en aquellas declaraciones del mes de enero.

Cuenta Patricia Moreno en La Razón que esta tarde, pasadas las cinco y media, habrá llegado el momento. Cayetano se convertirá en matador, con una expectación que sobrepasa los límites de la imaginación, también de lo taurino. Su doctorado se ha convertido en una revolución histórica, capaz de concentrar la atención del planeta de los toros y de desbordar la curiosidad de un público que llenaría cuatro veces la bella plaza de Ronda si fuera posible.

Precios históricos
Pero como no lo es, la reventa se frota las manos airosa viendo crecer el precio de los boletos más rápido que la espuma de la cerveza.

Cayetano, con unos apellidos que hacen temblar páginas profundas de la tauromaquia, no fue capaz de dar la espalda a su sino. Y a una edad en la que en el toro se roza el triunfo o el abandono, con 28 años cumplidos, se envalentonó y ataviado de oro emprendió su andadura por los ruedos de España.

Fue una de las sorpresas que hizo derramar ríos de tinta. Un nuevo Ordóñez y Rivera pisaba los ruedos. La curiosidad, por la nostalgia del pasado, era inmensa. ¿A quién se parecería? ¿Tiraría más a su padre Paquirri o al abuelo Ordóñez? ¿Le saldría la vena de los Dominguín? Cábalas y más cábalas a medio camino todavía por desvelar.

Al año y medio de errantes viajes para cruzarse la piel de toro una y otra vez, de norte a sur, de este a oeste, siempre de la mano de su tío y apoderado Curro Vázquez, otro de los grandes toreros de la historia reciente con uno de los conceptos más clásicos y depurados del toreo, Cayetano da el gran salto. En Ronda y con su hermano Francisco. No podría ser de otra manera.

Más de cien novilladas
A sus espaldas quedan más de cien novilladas toreadas; doscientos animales que pasaron por los lances de su capote y la suavidad de su muleta. Y la prueba superada de encerrarse en solitario con seis novillos en una plaza tan exigente como Bilbao la semana pasada.

El torero eligió a conciencia el escenario, la fecha y a su compañero de emociones para la alternativa. Francisco Rivera compartirá en íntima soledad la ceremonia, a pesar de las miles de miradas que no perderán detalle; a pesar de que el susurro más tenue querrá ser captado por afinados oídos… A pesar de los pesares, cuando un fraternal abrazo selle el momento mágico en el ruedo de Ronda, donde descansan esparcidos sobre la arena los restos del gran Antonio Ordóñez, el abuelo y presidente de honor, quedarán solos Francisco y Cayetano.

Caprichos
Por puro juego del destino, la alternativa de Cayetano se enmarca en el cumpleaños de la corrida goyesca: medio siglo ya de celebración. Porque Ronda lleva dentro el buen toreo, la nostalgia, las tauromaquias vividas y el regusto de Ordóñez como una religión.

Es honda, rotunda, de bella vejez y toscas piedras que se funden con la arena de un ruedo singular.

Hablar de Ronda es evocar a los Ordóñez y la historia viene de largo. Tanto que en 1904 en la misma serranía nació Cayetano Ordóñez Aguilera, primer hilo conductor de toda una generación de toreros. De la mano del mítico Juan Belmonte tomó la alternativa. Años más tarde Corrochano acuñaría la conocida sentencia: «Es de Ronda y se llama Cayetano».

Su hijo Antonio se encargaría de dar la vida más auténtica y alegre al coso bicentenario, en el que organizó durante cuarenta y tres años la corrida goyesca con verdadera devoción. Participó en dieciocho ocasiones y supo dar rienda suelta a la magia, contagiar al mundo del encanto de la pequeña Ronda que cada año, desde hace medio siglo y tan lejos de tantos sitios, se convierte en epicentro y capital fugaz del buen toreo.

Cuando a Antonio se le agotó la vida, su nieto Francisco Rivera cogió las riendas y desde hace una década organiza cada año el evento. Esta tarde, además de doctorar a su hermano, cumple las veces de empresario del coso rondeño.

Es posible que no exista lugar más rotundo, más íntimo, más pasional y que encierre tantos sentimientos de familia reconcentrados como la bicentenaria y bellísima plaza de Ronda. En su medio siglo tan sólo registra una alternativa en tarde de toros goyesca. Fue en 1960 y para el torero gitano Rafael de Paula. Aquel día Julio Aparicio apadrinó la alternativa y Ordóñez cumplió como testigo. Más de cuatro décadas han tenido que volar para que Ronda presencie una nueva cedida de trastos.

Cuenta atrás
Cuentan que Cayetano agotó los últimos días antes de este compromiso en la soledad del campo andaluz. Alejado de los medios de comunicación y del run run que le envuelve en estos tiempos, a buen seguro que allí esculpió las verónicas más sentidas, los naturales más profundos y habrá afilado la espada con la mente, en esas noches de desvelo, de faenas ideales y tardes de ensueño. Dispuesto todo, y todo a favor, para que este sueño se haga realidad. Por derecho.

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