Más de 42.000 rusos murieron por el vodka en el 2005

Natalia Petrovna, una cocinera de la ciudad de Sortavala, en Karelia (norte de Rusia), murió a los 54 años. Vivía sola y tenía la costumbre de hacer unos cuantos tragos de vodka después de trabajar. Una mañana, como siempre, fue a trabajar, pero no aguantó la jornada laboral. Murió de hepatitis tóxica en un hospital local a mediados de octubre.

Cuenta Dimitri Polikarpov en El Periódico que Petrovna ha sido una de las últimas víctimas del consumo de alcohol adulterado, que este año adquirió las dimensiones de una epidemia nacional.

Las autoridades de decenas de regiones rusas han declarado, por primera vez este octubre, una situación de emergencia en sus unidades administrativas por los numerosos casos de hepatitis tóxica a causa de consumo de alcohol falso, producido en plantas clandestinas.

Según datos oficiales, en las últimas semanas varios centenares de personas han muerto en el país por ingesta de alcohol adulterado y más de 1.500 fueron hospitalizadas con síntomas de hepatitis tóxica.

Cifras astronómicas
Según el Ministerio de Interior, más de 42.000 rusos murieron intoxicados con distintos tipos de bebidas alcohólicas adulteradas en el 2005. Se estima que este año se podrían superar los 45.000 muertos.

«No hay que extrañase del consumo desmedido del alcohol adulterado. El vodka falso vale a partir de 15 rublos 47 céntimos de euro por botella, mientras que el precio de un vodka normal ronda los 100 rublos 3 euros», dijo a este diario el jefe del Servicio de Epidemiología de Rusia, Guennadi Onishenko.

Para fabricar vodka falso vale cualquier embriagador: desde anticongelantes como etanol, metanol o etilenglicol hasta líquido de frenos. Y organizan sus miniplantas en garajes o dachas (casas de campo).

Los grandes productores de alcohol lo venden también en forma de disolventes para gomas y lacas, perfumes y líquidos inflamables, cuyo consumo se ha disparado en la última década. Esto les permite evadir impuestos, que constituyen hasta el 50% de cada botella de vodka legal. «Está claro que la fabricación de estos productos es excesiva.

Hay una única explicación: la gente los compra como bebidas alcohólicas más baratas», afirmó Onishenko.
Existe también una enorme industria clandestina que fabrica copias de marcas conocidas que pueden resultar fatales para la salud. Las fábricas rusas que producen alcohol adulterado facturan más de 1.000 millones de euros al año.

Según Pavel Shapkin, presidente de la Asociación Nacional de Alcohol, la epidemia de envenenamientos ha sido agravada por la introducción, este verano, del Sistema Estatal Unificado Automático de Información (SEUAI), diseñado por el Servicio Federal de Impuestos para controlar el movimiento de alcohol e impedir el contrabando y la evasión tributaria.

El programa informático funciona con problemas y, sin pasar los datos al SEUAI, las botellas no pueden venderse en los comercios.

Como resultado, las bebidas alcohólicas más populares y accesibles desaparecieron de las tiendas varios meses. Los productores de alcohol adulterado se aprovecharon enseguida de la ausencia forzosa de sus competidores legales. Mientras, la población más pobre buscó una sustitución al vodka barato en forma de disolventes y líquidos inflamables.

Gran éxito
Curiosamente, el alcohol adulterado tiene mucho éxito no solo en Rusia. Los guardafronteras lituanos han descubierto recientemente un vodkaducto que conectaba un pueblo de Lituania con una aldea rusa.

El vodka adulterado fluía hacia Lituania por un tubo flexible de un kilómetro y medio de largo, escondido bajo tierra. «Lo han descubierto por casualidad cuando plantaban árboles. Si no, podría seguir funcionando durante décadas», afirmó Yakov Kabanov, un agente de policía lituano, que investiga el caso.

Pese a la epidemia de envenenamientos provocada por el alcohol falso, el vodka sigue siendo la bebida alcohólica más popular entre los rusos. Con la intención de mejorar su comprometida imagen, se ha inaugurado este mes, en Moscú, un museo dedicado al vodka. La exhibición, que expone más de 50.000 objetos, está ubicada en la primera fábrica estatal de vodka rusa, establecida en 1901.

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