La ardua tarea de divorciarse en la cumbre del éxito

(PD).- Los famosos se divorcian más, eso siempre ha sido así. Tanto lujo, tantos viajes y tantas tentaciones en forma de fans le ponen a uno la vida conyugal más que complicada. Y así pasa lo que pasa, que hay mucho dinero e intereses de por medio. Sino, que se lo digan a Britney Spears y Paul McCartney.

Al parecer, el digno esposo de Spears, Kevin Federline, le pide a la estrella del pop 30 millones de dólares si desea que no haga públicos videos pornográficos de la pareja que tiene en su poder. Por su parte, el ex beatle le ofreció a su ex, Heather Mills, 40 millones de dólares para quedarse con la tenencia de Beatrice, la hija de ambos.

Por un lado, el bailarín y rapero Federline le contó a la prensa británica que tiene en su poder videos eróticos de Britney (un total de cuatro horas de filmación) que podría vender al mejor postor por cifras varias veces millonarias si la cantante se niega a pagarle lo que pretende.

De hecho, ya contactó a una compañía para que exhiba por Internet las grabaciones: «Los videos son dinamita pura y Kevin lo sabe», declaró un amigo de Federline. Las grabaciones fueron hechas hace dos años, cuando la pareja disfrutaba de unas vacaciones en el hotel Beverly Hills de Los Angeles. Esta semana, Britney, de 24 años, presentó los documentos para su divorcio del bailarín, en los que alegó que su esposo es alcohólico, duerme con prostitutas y consume drogas.

Por su parte, el ex beatle, de 64 años, espera que los 40 millones de dólares que le ofreció en secreto a Heather Mills -más los 150 millones de dólares que su ex pide como compensación por el divorcio- evite que la modelo pida en la Corte la tenencia de la niña, de tres años, según informó ayer el dominical británico News of the World .

McCartney, que posee una fortuna estimada en 1600 millones de dólares, anunció su separación en mayo último; alegó diferencias inconciliables. El tema cobró carácter público luego que Mills acusó públicamente al cantante de haber abusado física y mentalmente de ella durante los cuatro años que duró el matrimonio. «Lo único que quiere Paul es lo mejor para su hija. Ella es todo para él, pero teme que Heather se quede con la custodia y le haga las cosas muy difíciles en un futuro», dijo un allegado.

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