Clay Regazzoni, el indomable F-1


La Fórmula Uno está de luto, sobretodo el equipo Ferrari, tras la muerte del expiloto Clay Regazzoni. El «indomable» falleció el 15 de diciembre en un accidente de automóvil, en un tramo de la autopista cercano a la localidad de Parma.

Luca di Montezemolo, presidente de Ferrari, no ha podido ocultar su dolor por la pérdida del piloto suizo-napolitano:

«La muerte de Clay Regazzoni nos ha quitado a un hombre valiente y generoso, que pasó su vida demostrando esos valores, le recuerdo no sólo como uno de mis pilotos durante una época inolvidable, sino como un auténtico apoyo para Ferrari. Para él, las carreras tenían que hacerse al límite, desde la primera hasta la última vuelta.»

«Celebré la primera victoria en el Campeonato del Mundo con él y Niki en 1975 y nunca olvidaré sus grandes victorias al volante de nuestros coches, tanto en Fórmula 1 como en deportivos».

«Este es un momento muy triste para mí, especialmente porque su carácter ‘Suizo-Napolitano’ le hacía también único fuera de las pistas y ahora me vienen a la cabeza muchos recuerdos de él.»

Suizo de nacimiento, pero de carácter marcadamente italiano, era uno de esos escasos pilotos que dan al automovilismo el dramatismo y la pasión que casi ningún otro deporte puede alcanzar. Condenado a vivir en una silla de ruedas tras su dramático accidente de 1980 en Long Beach, para Clay no había motivos que le hiciesen olvidarse del asfalto.

Nacido en Lugano, en la Suiza ‘italiana’, el 5 de septiembre de 1939, fue considerado italiano por los italianos, por lo que su destino estaba en Ferrari, que le haría debutar en la Fórmula 1 en 1970. Por aquellos años, la escudería del ‘cavallino rampante’ no gozaba de buena salud pese a tener a grandes como Jacky Ickx o Mario Andretti.

Y es que Clay llegó tarde a las carreras. Comenzó a correr en 1963 al volante de un Austin Sprite en subidas en cuesta y hasta dos años después no lo haría en monoplazas, a bordo de un Tecno en el Gran Premio de Mónaco. Fue en 1967 cuando logró sus primeras victorias, una de ellas en el Gran Premio de Madrid.

Pasados los treinta, en 1970, Regazzoni daría el salto a la categoría reina como piloto de Ferrari. Poco tardaría en ganar, pues ese mismo año logró una apabullante victoria en el Autódromo Nacional de Monza, muy cerca del cantón suizo de Ticino, donde había nacido.

Su emigración a Inglaterra para correr en BRM duraría sólo una temporada. Sus únicos dos puntos obtenidos le devolverían a Ferrari, que no ganaba ningún campeonato desde 1964. En Maranello se encontraría con Luca Cordero di Montezemolo, hoy presidente de Ferrari pero por aquellos tiempos director deportivo de la marca, y con una promesa venida de Austria, Niki Lauda.

La competencia le hizo crecerse y pasar de los dos puntos del año anterior, a luchar por el campeonato hasta la última carrera, cuando un amortiguador le impidió puntuar y quitarle el título a Emerson Fittipaldi (McLaren). Clay ya conocía el coraje que le definiría de por vida. Dos años más en Ferrari, 1975 y 1976, servirían para dar una victoria por año a la escudería roja.

Entonces conocería la ‘emigración’ entre los numerosos equipos que poblaban la Fórmula 1. Tras un negativo paso por Ensign y por Shadow, en 1979 correría para una emergente Williams, patrocinada desde el mundo árabe. Regazzoni daría la primera victoria en un gran premio a la escudería británica y, cómo no, lo haría en Silverstone.

El fatal accidente en Long Beach
Clay volvió a Ensign en 1980, equipo en el que conoció la tragedia que empaña a las carreras. En el Gran Premio de los Estados Unidos, celebrado en Long Beach, el suizo se quedó sin frenos y se estrelló contra un coche retirado de carrera, lo que propició un dramático accidente del que se quedó parapléjico.

Pero haciendo gala de la palabra que define su vida, la silla de ruedas no le frenó. Los rallies principalmente, incluido el durísimo Barcelona-Dakar en 2005, y la dirección de una escuela en Italia para conductores discapacitados, le seguirían entreteniendo sin salirse del mundo de las cuatro ruedas. El valor de Regazzoni haría que también colaborase intensamente con la investigación de las lesiones de espina dorsal.

Además, siguió ligado a la Fórmula 1 como comentarista de las televisiones italiana y suiza, pero poco a poco se fue alejando del ‘Gran Circo’, porque cada vez en ella menos deporte. «En mi época el pilotaje era el 50%, al principio era el 90% y hoy en día se ha invertido la tendencia y el pilotaje sólo cuenta el 10%», manifestaba hace poco Clay Regazzoni.

Su historia, siempre relacionada con el asfalto, se cerraría el 15 de diciembre de 2006 sobre la autopista Milán-Bolonia, también llamada autopista del Sol, a la altura de Parma, cuando el monovolumen que conducía quedó atrapado entre otro coche y un camión. Falleció en su hábitat.

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