(PD/Agencias).- José Antonio Garmendia Gil, uno de los personajes más polifacético de cuantos paseaban casi a diario por el centro de Sevilla, falleció este miercoles, 25 de abril de 2007. La ciudad se queda sin un genio y los oyentes de Carlos Herrera sin una maravilla.
Por las calles cercanas a la Alfalfa, por General Polavieja o por el Arenal, no era difícil cruzarse con Garmendia que si descubría que se le estaba mirando dedicaba un guiño o una sonrisa. Su peculiar figura, enjuta y muy a menudo vestida de negro, con varios colgantes y su larga barba blanca, hacía difícil que pasara desapercibido.
No obstante su forma de vestir no era lo único que le hacía singular. Como él mismo decía, su sangre, como su apellido, eran vascos, pero nació en Sevilla el 15 de junio de 1932. Se licenció en Ciencias Químicas por la Universidad de Sevilla y trabajó en un negocio de maderas finas, oficio que compaginó con el de dibujante.
José Antonio Garmendia se inició en el humorismo gráfico en los años cincuenta en la desaparecida «Hoja del Lunes de Sevilla». Una década después entró a formar parte de La Codorniz.
Además de escribir en periódicos, publicó más de una veintena de libros entre los que se encuentran «Poemas de pulpa y cascabel», los recopilatorios «La fauna ibera» (1971) y «El Locamerón» (1975), ambos con dibujos publicados en «El Correo de Andalucía».
Entre sus numerosas publicaciones está «Florilegio de chorradas» que editó Signatura Ediciones en 1999. Ese libro recoge, en tantas páginas como días tiene el año, una recopilación de acertijos, adivinanzas, curiosidades, aforismos, refranes, recetas de cocina, partes meteorológicos, horóscopo y detalles históricos, de forma parecida a la que se utiliza en los almanaques conocidos como «de taco».
«La Taberna del Traga» y «La Pasión llena de Gracia» publicados ya a comienzo del presente siglo, son otros de los títulos del polifacético Garmendia que hace unos años reeditó «El Diccionario de Cipriano Telera (y siete cartas a opá)».
A Cipriano Telera lo creó José Antonio Garmendia hace varias décadas. En ese libro transcribió fonéticamente el habla andaluza e incluyó varias definiciones. Quizás su faceta de dibujante fuera de las menos conocida de este peculiar personaje, colaborador en Onda Cero de Carlos Herrera, que vivía en el centro de Sevilla y al que no le gustaba demasiado alejarse de sus calles.
Carlos Herrera se lo había llevado con su elenco radiofónico a Nueva York. A la vuelta, ya en su programa matinal, le preguntó Herrera a Garmendia:
-¿Qué te ha gustado más de Nueva York, Antonio?
Y Garmendia dijo, muy serio:
-¿Que qué me ha gustado más de Nueva York? ¿Venirme pá Sevilla!
con Garmendia, se murió definitivamente el último recuerdo de la Feria del Prado. Se ha muerto toda una Sevilla popular de las tabernas y los fogones, de la que era supremo mantenedor.
¿Quién le hará ahora un romance al pavía, a la sangre encebollada o a las espinacas con garbanzos? ¿Quién le enseñará ahora a España entera, y además en verso, cómo es el verdadero bacalati con tomati?
Las tabernas de Sevilla han perdido su cantor y los mostradores de caoba y tiza, su príncipe de las letras.