(PD/Agencias).- Un grupo de mujeres italianas, hartas de intentos de flirteo y obscenas miradas mientras se dan un baño en la playa, tienen ahora su propia y exclusiva playa en la costa del Adriático, que se reconoce fácilmente porque hay plantadas señales que prohiben el paso a los miembros del sexo contrario.
Para ayudar a las mujeres a que está medida salga adelante, el pueblo de Riccione ha aplicado una tasa, conocida como “stabilimento”, para cobrar, no solo a los hombre, sino también a los niños, que quieran acceder a la playa. Las esterillas y las sombrillas son también especialmente caras para estos fragmentos de la población.
Refieriéndose a los hombres, el propietario del terreno donde se ubica la playa que ha llegado a un acuerdo con el ayuntamiento, Fausto Ravaglia comenta los siguiente: “No están en realidad prohibidos, lo único que no son bienvenidos porque las mujeres tienen que tener su propio espacio para hablar de sus cosas”.
Ravaglia emplea bastante tiempo a diario huyendo de la playa en su bote de salvamento para evitar inflingir el mismo la normativa. Con algunos hombres mirando desde lejos, las mujeres que se acercan practican ejercicio y se dan crema unas a otras.
“Para muchas mujeres que les apetezca hacer topless, por ejemplo, es una gran ventaja por no tener hombres alrededor, porque a menudo muchos no se irán y mirarán insistentemente”, dice una de las asiduas de la playa, la italiana Giulia Martini.
No obstante, preguntando a algunos hombres, la medida no les impresiona: “Me parece una estupidez. Las mujeres y los hombres se deberían mezclar, si no me pregunto por qué estamos en este planeta”, cuenta uno de los ex-bañistas dado su género masculino, Franco Stroppiani.
A los que si se les permite el acceso es a los perros, de quien se dice que son los únicos machos que hay en la playa.