Destronada por viajar

(PD/Agencia EFE).- Una de las tres kumaris o niñas diosas nepalíes será sustituida a su vuelta de un viaje por Estados Unidos por romper con una tradición que les prohíbe salir del templo donde son veneradas y nadie puede tocarlas.

«El proceso de desposeer a la diosa viviente de su título ha empezado, ya que la actual se fue a Estados Unidos sin hacérselo saber a ninguna autoridad», ha explicado el sacerdote encargado de encontrar una nueva kumari, Narendra Prasad Joshi.

Sajani Shakya, de nueve años, está de visita en EEUU desde el mes pasado para asistir al estreno de un documental sobre su figura, según su padre, Nuche Ratna Shakya. «No sé mucho del viaje. Se fue con un amigo de la familia y con un extranjero. Volverá este sábado», ha declarado el padre de la kumari.

Figura sagrada

Estas diosas vivientes, una por cada ciudad-estado que existía en el valle de Katmandú, son reverenciadas tanto por los budistas como por los hindúes de Nepal. Los reinos de Katmandú, Bhaktapur y Lalitpur rendían tributo a una kumari antes de la conquista del valle en el siglo XVII por parte de uno de los antecesores del rey Gyanendra, quien aún hoy rinde obediencia a estas diosas, especialmente a la principal de ellas, la de Katmandú.

Original de Bhaktapur, adyacente a Katmandú, la kumari destronada fue escogida cuando tenía dos años y medio por su belleza, gracia y frente ancha, según el sacerdote Joshi. Un grupo de sacerdotes budistas escoge a estas kumaris (palabra que significa señorita) a una temprana edad y las sustituye cuando alcanzan la pubertad con su primera menstruación.

La salida de la diosa viviente de su ciudad se considera un acto sacrílego, contrario a la tradición y la religión del pueblo nepalí. «La tradición de tener una kumari como diosa viviente se remonta al siglo XVII. Se le venera como una diosa poderosa y protectora del reino», explica el historiador Chunda Bajracharya.

Un representante del Gobierno nepalí escribió a la familia de Sajani para que diera explicaciones sobre la marcha de la niña, a lo que el padre respondió diciendo que desconocía que tuviera prohibido marcharse al extranjero.

«Como sólo se le rinde culto en el festival de octubre, pensé que podía irse a Estados Unidos», aduce el padre de la niña. «La kumari recibe comida ritual pura y no se la puede tocar. Dudo de que todo eso se haya respetado durante su viaje», ironiza el historiador Bajracharya. Ésta es, de hecho, la primera vez que una de las kumaris abandona Nepal. Una nueva diosa será escogida en menos de un mes, según el sacerdote Joshi.

Denuncia de defensores de los derechos humanos

Las kumaris viven confinadas en templos en los que miembros de su familia se encargan de cuidarlas, aunque los gastos corren a cargo del Estado. Profesores y educadores las visitan y preparan para el momento en que dejan de ser diosas y se conviertan en ciudadanas normales y tengan que afrontar la vida fuera del templo.

Su confinamiento durante toda la infancia ha llevado a organizaciones defensoras de derechos humanos a denunciar su situación. El Tribunal Supremo de Nepal ordenó el pasado mes de noviembre que una comisión de tres miembros investigue si los derechos de las tres niñas están siendo violados y sugirió que puede ser necesario algún cambio en la tradición. La comisión tripartita presentará en breve ante el Alto Tribunal su informe sobre este triángulo divino que una niña ha roto durante un mes con su viaje a América.

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