La Familia Real británica recuerda a Lady Di diez años después de su muerte

(PD / EFE).- Con la destacada ausencia de Camila, los británicos conmemoran este viernes el décimo aniversario de la muerte de la princesa Diana en un accidente de tráfico en París, con la celebración de un «servicio de acción de gracias» en Londres y varios homenajes a lo largo y ancho del país.

Los príncipes Guillermo y Enrique, hijos de la malograda Lady Di, harán sendas lecturas en memoria de su madre en el acto de una hora de duración que se celebrará a partir del mediodía en la Capilla de la Guardia, próxima a la residencia real del Palacio de Buckingham.

Al servicio acudirán el príncipe Carlos y la Reina de Inglaterra, Isabel II, así como el primer ministro británico, Gordon Brown, sus antecesores en la jefatura del Gobierno Tony Blair y John Major, y varios amigos de la princesa, entre ellos el músico Elton John.

La gran ausente en el evento será la segunda esposa del heredero al trono, Camila, que justificó su decisión de no acudir alegando que su presencia distraería la atención del verdadero objetivo del acto, «recordar la vida y trabajo de Diana».

La duquesa de Cornualles, a la que en su día la propia Lady Di se refirió como a la «tercera persona» en su matrimonio, aludiendo a su relación extraconyugal con el heredero del trono, continúa hoy en la residencia veraniega de la familia real en Balmoral, en Escocia.

El pasado domingo, la duquesa anunció mediante un comunicado que le «conmovía profundamente» el hecho de que los príncipes Guillermo y Enrique le hubieran invitado a un servicio al que, en un principio, había accedido a asistir.

No obstante, la esposa de Carlos reconsideró la decisión y finalmente ha optado por mantenerse al margen, lo que se atribuye a la intervención a última hora de la propia Isabel II, preocupada por la polémica que la anunciada asistencia había suscitado en la opinión pública.

Según varios medios británicos, Camila, supuestamente enojada con el modo en que se ha manejado el asunto de su presencia, se irá este fin de semana con un grupo de amigas y sin su esposo al Mediterráneo, donde pasará unos días de vacaciones.

Además de la ceremonia central en Londres, que se transmitirá en directo por televisión, las catedrales de Manchester y Bristol acogerán hoy actos en memoria de la que el ex primer ministro británico, Tony Blair, bautizó como «princesa del pueblo».

El propietario de los grandes almacenes Harrods, Mohamed Al Fayed, padre de Dodi, el último amante de Diana, fallecido junto a ella en el accidente parisino, que no ha sido invitado a la ceremonia, depositará flores en el pequeño monumento, en recuerdo de la pareja, que mandó construir en estos mismos almacenes y donde se guardarán dos minutos de silencio.

Además de los amigos de Diana, estarán presentes en la Capilla de la Guardia miembros del personal de servicio que atendieron a la princesa desde 1981, año de su boda con Carlos, así como unos 110 representantes de diferentes asociaciones caritativas con las que colaboraba Lady Di.

Junto a Elton John, que interpretó una canción en honor a Diana en el funeral de hace diez años, estarán en la ceremonia otros famosos amigos de la princesa como el cantante Cliff Richards y el fotógrafo peruano Mario Testino.

LA PRINCESA IDEAL

Se cumple el décimo aniversario de la muerte de Lady Di, “la princesa del pueblo”, y su recuerdo aún está vivo. Madre antes que princesa, para Diana el pertenecer a la realeza no siempre fue muy cómodo.

Fue una mujer generosa y solidaria con los más desfavorecidos, la gente se encariñó con la persona más humana de la familia real británica. A todo el mundo cautivó con su tímida sonrisa, sus tiernos ojos azules y su gran calidad humana.

A las cuatro de la madrugada del 31 de agosto de 1997, los médicos certificaron la muerte de la princesa de Gales, en París. En ese momento, su vida reunía todos los ingredientes para convertirse en un mito, que hoy diez años después se sigue recordando con mucho cariño.

Nacida en el seno de una familia de abolengo, los Spencer, de buenos modales y exquisita educación, Lady Di, una joven de 19 años, reunía todos los requisitos para ser la esposa del príncipe Carlos de Inglaterra, el futuro rey.

Tras un partido de polo, en 1980, el heredero al trono británico se interesó por una rubia de tímida sonrisa. Días después reveló a sus más íntimos que había conocido a la mujer que debía de ser su esposa.

En otoño de ese mismo año Diana fue invitada al castillo de Balmoral, donde pasó unos días de descanso. El destino quiso que durante su estancia en tierras escocesas fuese descubierta por un objetivo fotográfico. A partir de ese momento dejo de tener vida privada.

Diana tomo conciencia de que no debía de hacer nada que perjudicara a la Casa Real Británica. Ella tenía muy claro que deseaba casarse con Carlos pero él, confuso, disfrutaba de la compañía de su íntima amiga Camilla Parker.

Su padre el duque de Edimburgo le dio el ultimátum «debes de poner fin a la relación con Diana o casarte con ella». En febrero de 1981, pidió a la Lady Di que se casara con él, la joven no se lo podía creer, vivía en una dulce nube.

Diana, que debía de prepararse para ser princesa, semanas antes de la boda, se instaló en la palacio de Buckingham. Fue entonces cuando se separó de su familia y de sus amigos. La joven también dejó de trabajar en la guardería. Su aislamiento, las presiones, el rígido protocolo y la ausencia de su amado, hicieron que afloraran en sus ojos sus primeras lágrimas.

Indiscretas llamadas de teléfono, cartas y varios regalos a Camilla hicieron estallar la ira de Diana que días antes de la boda le pidió explicaciones a Carlos. Él negó cualquier romance y admitió una buena y larga amistad ella.

El 29 de julio de 1981, Diana se convirtió en la protagonista de un cuento de hadas. En una carroza de cristal llegó a la catedral de San Pablo, en Londres donde Carlos la esperaba para jurarla amor eterno toda su vida. El soltero más deseado por las mujeres de la aristocracia de todo el mundo era para la señorita Spencer, quien ella creía que le daría la felicidad eterna.

Las imágenes de aquella boda dieron la vuelta al mundo y fue orgullo de los británicos, que en ese caluroso día de julio hicieron largas colas desde horas muy tempranas para ver el casamiento del heredero de la corona.

Sin tensiones emocionales partieron de luna de miel a bordo del Britania, pero la sombra de Camilla acompañó a Diana durante su viaje cuando al príncipe Carlos se le cayó una fotografía de su amante de su diario. Lady Di se sentía insegura, aparecieron las primeras crisis nerviosas y los desequilibrios alimenticios desembocaron en bulimia.

Justo un año después, la princesa cumplió con su obligación más importante, dar a luz al príncipe William y asegurar así la sucesión al trono. Diana se convirtió en una mujer segura, activa, humilde y muy elegante. Su belleza y su impecable estilo la convirtieron en la princesa más fotografiada, desbancando a la mismísima Carolina de Mónaco.

UNA NUEVA VIDA

Los príncipes empezaron una nueva vida, dulce, en la que disfrutaban del calor del hogar e iban asumiendo compromisos públicos y realizaron viajes oficiales. Con la llegada de Harry se convirtieron en padres por segunda vez.

Los príncipes tenían temperamentos dispares y mientras que la princesa Diana apenas tenía estudios y prefería los conciertos de música pop a los de música clásica, el príncipe Carlos se había educado en la Universidad de Cambridge y se interesaba por la antropología y la arquitectura.

Sin embargo, esas diferencias no parecían un obstáculo y buena prueba de ello eran las imágenes de los primeros años felices de la pareja, como las fotografías en que aparecían besándose en público.

En sus múltiples viajes, Diana iba adquiriendo mayor protagonismo, luchaba por mantener su propia identidad, el pueblo la adoraba y ella se implicaba cada día más con los más desfavorecidos. Pero a medida que la popularidad de la princesa crecía el distanciamiento de la pareja era mayor.

Carlos volvía a buscar consuelo en su amiga Camilla, mientras Diana, se volcó en la educación de sus hijos, coqueteaba con un joven oficial del Ejército, James Hewitt, profesor de equitación de Guillermo y Harry y con James Gilbey un amigo de la infancia.

Con 28 años, Lady Di, una madre muy activa, era presidenta de más de 40 organizaciones benéficas con causan tan solidarias como los niños abandonados, el SIDA o las minas anti persona.

Mientras la Casa Real Británica se desvivía para ocultar las desavenencias de los príncipes, la prensa sensacionalista ventilaba las intimidades de la pareja. En 1992, anuncian que se separan.

Tras su separación el perfil público de Diana se revalorizó, más aún cuando el acuerdo legal le otorgo la guardia y custodia de sus hijos. Entregó su vida a sus hijos y a causas solidarias.

En agosto de 1995, la prensa británica le atribuyó otra relación con el ex capitán de la selección inglesa de rugby Will Carling. Meses después, Diana concedió una polémica entrevista al programa Panorama de la BBC, en la que reconocía su adulterio con Hewitt y ponía en duda la capacidad del príncipe Carlos para asumir la responsabilidad de la Corona.

Tras la entrevista, Isabel II decidió enviar una carta a los príncipes de Gales en la que les aconsejó el divorcio, propuesta que Diana aceptó el 28 de febrero de 1996. Desde esa fecha, sus abogados llevaron a cabo unas arduas negociaciones para determinar las condiciones de la separación.

El 12 de julio siguiente, el palacio de Bukingham anunció el acuerdo para el divorcio, que fue definitivo el 28 de agosto de 1996.

El acuerdo al que llegaron los príncipes de Gales para divorciarse dejó a la princesa Diana como clara ganadora. Recibía una compensación económica de 17 millones de libras (25,5 millones de dólares) y podía mantener su residencia en el palacio londinense de Kensington, pero tuvo que renunciar al título de ‘Su Alteza Real’. Sin embargo, mantuvo el título de princesa y gozó de pleno acceso a sus hijos, Guillermo y Enrique.

SU ULTIMO AMOR

En el mes de agosto de 1997 salió a la luz su relación con el empresario de origen egipcio Dodi Al Fayed, hijo del millonario Mohamed Al Fayed, dueño de los grandes almacenes Harrods, y con quien Diana pasó buena parte de ese mes en varios puntos del Mediterráneo.

En esos días se llegó incluso a especular con la posibilidad de que la pareja estuviera planeando casarse y vivir en Francia.

Dodi y Diana fallecieron instantáneamente cuando trataban de eludir, en el túnel del Puente del Alma, en el centro de París, la persecución de cinco fotógrafos que viajaban en motocicletas y que seguían a su vehículo Mercedes 600, que quedó destrozado.

La princesa fue el centro de atención de los medios británicos desde su unión, en julio de 1981, con el príncipe de Gales, boda que fue vista por más de 700 millones de telespectadores hasta el día de su muerte. Diez años después, «la princesa del pueblo» sigue vive en la memoria de todo el mundo.

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